Un grupo cristiano propugna la regulación del divorcio

«Atendiendo a la situación real en el Estado español y examinadas las connotaciones sociológicas en que se produce el actual proceso de cambio, entendemos que por respeto al pluralismo de los ciudadanos, es conveniente y necesario desarrollar el texto constitucional promulgando una ley reguladora de las causas civiles de disolución o de divorcio, dejando siempre bien garantizado el carácter estable del matrimonio y el respeto al sacramento» -afirman las conclusiones del simposio sobre «La conveniencia y necesidad de una ley de divorcio en el Estado español», celebrado el pasado fin de semana e...

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«Atendiendo a la situación real en el Estado español y examinadas las connotaciones sociológicas en que se produce el actual proceso de cambio, entendemos que por respeto al pluralismo de los ciudadanos, es conveniente y necesario desarrollar el texto constitucional promulgando una ley reguladora de las causas civiles de disolución o de divorcio, dejando siempre bien garantizado el carácter estable del matrimonio y el respeto al sacramento» -afirman las conclusiones del simposio sobre «La conveniencia y necesidad de una ley de divorcio en el Estado español», celebrado el pasado fin de semana en Barcelona, organizado por el grupo Cristiano de Promoción y Defensa de los Derechos Humanos.«En un régimen de libertad religiosa -precisan las conclusiones-, los católicos no pueden imponer ni directa ni indirectamente las exigencias de la doctrina y de la disciplina respecto a la indisolubilidad a quienes no comparten la misma fe. La Iglesia debe evitar absolutamente descender al campo de la lucha política en el problema del divorcio, y presentar batalla en esta cuestión.»

En otro punto de las conclusiones se afirma que el divorcio «habría de ser regulado con un medio extraordinario para aquellas situaciones en que, habiéndose producido una ruptura real de la vida matrimonial, el que tiene que emitir el juicio llegue a la certeza moral de la irreversibilidad de la ruptura. Si se hace así, el divorcio será más bien una Institución jurídica al servicio de la estabilidad de la familia».

«Siguiendo la práctica pastoral de la Iglesia Católica de otros países», añade más adelante, «los bautizos que se han acogido al divorcio, hayan o no contraído nuevas nupcias, no deberían ser considerados como excluidos de la comunidad eclesial, ni como pecadores públicos.»

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