Cartas al director

Gitanos en Vallecas

Si corrieran los tiempos de la dictadura pasada, desde luego yo no diría nada, porque alguien me taparía la boca con algún eufemismo o grandilocuencia. Pero como aquello cesó -parece ser- en el 75, y ahora un gitano, Juan de Dios Ramírez Heredia, milita en las filas de un partido político legalizado, ya puedo hablar, por fin, de los gitanos. O mejor: de los gitanos de mi barrio y sus condiciones de vida.Los gitanos de mi barrio -puente de los Tres Ojos, en el Puente de Vallecas- viven en chabolas. Sobra, pues, lo de decir eso tan manido de condiciones infrahumanas y tal. Aunque la cosa chabolí...

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Si corrieran los tiempos de la dictadura pasada, desde luego yo no diría nada, porque alguien me taparía la boca con algún eufemismo o grandilocuencia. Pero como aquello cesó -parece ser- en el 75, y ahora un gitano, Juan de Dios Ramírez Heredia, milita en las filas de un partido político legalizado, ya puedo hablar, por fin, de los gitanos. O mejor: de los gitanos de mi barrio y sus condiciones de vida.Los gitanos de mi barrio -puente de los Tres Ojos, en el Puente de Vallecas- viven en chabolas. Sobra, pues, lo de decir eso tan manido de condiciones infrahumanas y tal. Aunque la cosa chabolística de por sí sea algo tan dramático.

¿Qué hacer para erradicar el chabolismo?

Antes, cuando a algún gitano le concedían un piso -dice un listo de la vida, y a lo peor con sobrada razón-, lo primero que hacía el calé era aparcar el burro en el comedor de la vivienda y desmantelar las cañerías para venderlas por plomo al peso...

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Y esto es lo primero que te suelta alguien cuando uno denuncia apesadumbrado la poca o escasa ayuda que recibe la raza gitana, seres humanos como los demás a fin de cuentas.

Pero historias para no dormir aparte, yo invito desde ya a quienes sientan la curiosidad, «vengan a ver...» -como canta el propio Luis Pastor, vallecano él-, las chabolas que configuran un poblado, a unos metros del puente de los Tres Ojos, en plena M-30, y a un tiro de piedra de la vía del tren que va a Atocha, o a Andalucía, según se ponga uno.

Sé que la cuestión es difícil, pero no por ello debe quedarse sin solución práctica, o en meras palabras de buena voluntad de las gentes que quieren una sociedad mejor; más justa.

Que en las chabolas vivan niños gitanos o niños payos supongo yo que ahora, en pleno 1979, será lo mismo. Pues no íbamos a ponernos a discriminar hoy como ayer se hacía. Sería triste.

Y alguien ha sugerido que se deben construir viviendas por donde da-la-vuelta-el-aire, y tras 100.000 pesetas de entrada se obliga al gitano a pagar 8.000 o más pesetas al mes.

¿Es esta la solución?

A lo mejor se me tilda de defensor de los gitanos. Pero, además de no importarme, avisaré al tildador de que el gitano no es enteramente culpable de todo lo que nosotros, la sociedad, les imputamos, ya que la misma sociedad los marginamos, no queriendo facilitarles un techo adecuado para que, al menos, los días de tormenta, nieve o granizo sus churumbeles no agarren más catarros de la cuenta, ya que las planchas de uralita vieja de las chabolas están agujereadas y gastadas hasta ser tejados inservibles.

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