Tribuna:Ante las elecciones constituyentes del domingo en Bélgica / 1

El Estado belga hacia el federalismo

Flamencos y valones se enfrentan otra vez electoralmente, después de la dimisión del último Gobierno dirigido por el socialcristiano Leo Tindemans, el pasado 11 de octubre, con la esperanza de poder definir mañana lo que no han conseguido todavía hoy: mayor autonomía a cada una de las dos grandes comunidades (flamenca y valona, sin olvidar 75.000 belgas de habla alemana), a partir de una estructura de Estado federal que reconozca la existencia peculiar de tres regiones (Flandes, Valonia y la aglomeración de Bruselas).Once partidos políticos figuran a escala nacional, con las lógicas diferencia...

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Flamencos y valones se enfrentan otra vez electoralmente, después de la dimisión del último Gobierno dirigido por el socialcristiano Leo Tindemans, el pasado 11 de octubre, con la esperanza de poder definir mañana lo que no han conseguido todavía hoy: mayor autonomía a cada una de las dos grandes comunidades (flamenca y valona, sin olvidar 75.000 belgas de habla alemana), a partir de una estructura de Estado federal que reconozca la existencia peculiar de tres regiones (Flandes, Valonia y la aglomeración de Bruselas).Once partidos políticos figuran a escala nacional, con las lógicas diferencias que en este país separan ideologías y lengua. Socialcristianos, socialistas, liberales y comunistas están separados en distintos partidos autónomos según operen en Flandes o en Valonia. Se suman los partidos específicamente regionalistas o nacionalistas, como el Volksunie, en Flandes; el RW (Agrupación Valona), en Valonia, o el FDF (Frente Democrático de los Francófonos), en la capital belga, Bruselas.

No faltan partidos extremistas a la derecha ni a la izquierda, ni tampoco, símbolo de los tiempos, ecologistas y feministas, aunque ninguno de ellos con representación en el actual Parlamento de 212 diputados y 181 senadores.

Flandes, mejor parado

Con una población de 5,5 millones de personas, contra 4,4 millones en Valonia, las cinco provincias de Flandes conocen actualmente mayor desarrollo económico que sus vecinos del Sur, gracias a una estructura económica más moderna y a la importancia de algunos de sus centros, como las ciudades de Amberes y Gante. Con una riqueza anual por habitante superior a Valonia (el equivalente de unas 500.000 pesetas contra 400.000) y una tradición católica arraigada, los flamencos dan sus preferencias de voto al potente Partido Socialcristiano (CVP), que cuenta con cincuenta escaños en el actual Parlamento.

Leo Tindemans, ex primer ministro dos veces consecutivas, es el líder más popular y el hombre al que sus enemigos acusan de haber provocado la actual crisis política, con el cálculo de reforzar aún más la posición del CVP». De cumplirse los pronósticos, los socialcristianos flamencos tendrían la llave del futuro en materia regional», declara Gerard-Libois, presidente del Centro de Investigación Socio-Política Belga.

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«Los belgas no quieren destruir el Estado», dice Tindemans, en contra de los pronósticos de algunos líderes que consideran que se va hacia una división de Bélgica, entre flamencos y valones. Tindemans, que no excluye ser nombrado como futuro primer ministro, es objeto de duras críticas, por parte de los partidos francófonos, por su actuación política en el último Gobierno. Cuando todo se orientaba hacia un inicio de solución regional-lingüística, después de un largo pacto, denominado D'Egmont, aceptado por seis partidos políticos de la coalición saliente, Tindemans abrió la actual crisis. Los flamencos no quieren una Bélgica federal con tres regiones: Flandes, Valonia y la aglomeración de Bruselas. A lo sumo un federalismo a dos, del que se excluyan idénticos poderes a los habitantes de Bruselas, donde convive alrededor de un millón de personas, el 80% francófonos.

Los socialistas, segunda fuerza política en Flandes, con veintiséis diputados, esperan también sacar ventajas de su reciente separación lingüística con sus hermanos ideológicos francófonos. Los nacionalistas del Volksunie (Pueblo Unido), con diecisiete escaños, pueden ser las víctimas de la radicalización lingüística de socialcristianos y socialistas. Queda, como última fuerza política importante, el Partido Liberal Flamenco (PVV), quince diputados, quienes, desde la oposición, proponen a sus electores una reducción de impuestos si mañana llegan al poder.

A pesar de las diferencias ideológicas hay una cohesión flamenca, aglutinada en defensa de la minoría flamenca que vive en la zona de Bruselas capital y en su firme propósito de ir hacia una regionalización, o federación, pero sólo entre Flandes y Valonia.

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