Tribuna:

No más invasión

El pasado día 9 de noviembre la marcha de las bicicletas fue una fecha muy importante para el deporte popular. Se demostró que existe afición sobrada en cuanto se dan las mínimas facilidades. El paso dado ahora de acotar parte del Retiro para la práctica deportiva hace tiempo que podía haberse tomado. La Casa de Campo también espera. Se debe dejar en cada caso una zona de cruce para automóviles (y más aún en días laborables), pero hora es ya de combatirla manía festiva y programada del español que llega con el utilitario (o el menos utilitario) hasta debajo mismo del árbol y merienda respirand...

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El pasado día 9 de noviembre la marcha de las bicicletas fue una fecha muy importante para el deporte popular. Se demostró que existe afición sobrada en cuanto se dan las mínimas facilidades. El paso dado ahora de acotar parte del Retiro para la práctica deportiva hace tiempo que podía haberse tomado. La Casa de Campo también espera. Se debe dejar en cada caso una zona de cruce para automóviles (y más aún en días laborables), pero hora es ya de combatirla manía festiva y programada del español que llega con el utilitario (o el menos utilitario) hasta debajo mismo del árbol y merienda respirando un supuesto aire puro. Eso estará muy bien a bastantes kilómetros de su casa, pero no en el Retiro o en la Casa de Campo si se trata de Madrid. Se puede quedar cerca de los dos únicos pulmones con que cuenta Madrid, pero no invadirlos. Salvo invalideces. Esas zonas deben ser para caminar, correr o ir en vehículos no contaminantes y que no ocupan sitio.Las maratones populares, los circuitos de footing o de cross también aumentan sus adeptos. Su aplicación no es factible para la vida diaria, como puede serlo la bicicleta, pero sí es fundamental en la preparación física que se busca cada vez más. Y resulta lamentable comprobar, los días festivos, que el peligro circulatorio del Madrid laborable se trasplanta casi con mimetismo a lugares supuestamente idílicos. Los tiempos del guardia municipal poniendo multas a los chiquillos jugando en la calle se han terminado. Ahora, antes de que empiecen a ponerlas a los coches estacionados debajo de los árboles sin más razón que la comodidad, se debe evitar que lleguen a ellos.

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