Tribuna:DIARIO DE UN SNOB

Cansinos-Asséns

Ya sabia yo que andaba rebullendo entre los jóvenes el redescubrimiento de Rafael Cansinos Asséns, moro de la morería que realmente era judío de la judería madrileña, escritor genial, santo y sabio, con culto aparte y capilla clausurada. Me lo dijo González-Ruano cruzando aquel Viaducto aún no amenazado por las mejoras de Arespacochaga y Álvarez:

-Cansinos-Asséns jugaba siempre como a perder.

Hoy me lo dice Eduardo Haro Ibars:



-Que le vamos a hacer un homenaje a Cansinos y queremos contar contigo.

Yo sé bien p...

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Ya sabia yo que andaba rebullendo entre los jóvenes el redescubrimiento de Rafael Cansinos Asséns, moro de la morería que realmente era judío de la judería madrileña, escritor genial, santo y sabio, con culto aparte y capilla clausurada. Me lo dijo González-Ruano cruzando aquel Viaducto aún no amenazado por las mejoras de Arespacochaga y Álvarez:

-Cansinos-Asséns jugaba siempre como a perder.

Hoy me lo dice Eduardo Haro Ibars:

-Que le vamos a hacer un homenaje a Cansinos y queremos contar contigo.

Yo sé bien por dónde les viene a nuestros ácratas novísimos y cultísimos la devoción cansiniana: por Jorge Luis Borges, su amigo de estadías madrileñas. Habría que hacer algo así como una Antología del Viaducto, porque hay una escuela literaria madrileña del Viaducto, esa Vía Láctea de hormigón que va del cielo borbónico de la plaza de Oriente al cielo popular de las Vistillas. Es una antología de muy pocos: Cansinos, Ramón, César, Borges, Gerardo, Huidobro, Rodríguez de Rivas, Emiliano Ramírez Ángel y aquel que fue novio de Concha Lagos, de cuyo nombre no puedo acordarme, del cual ella habla siempre y que escribió algo así como Cinematógrafo. Todos ellos como cuerdas vanguardistas del arpa de cemento/hormigón que es el Viaducto contra el cielo extremeño del Puente de Segovia.

Juan Antonio Escudero me invita a presentar la Constitución en Nueva York, y a mí lo que me apetece presentar en Nueva York es a Cansinos-Asséns, una de las víctimas calladas de Franco, exiliado interior qué vivía de seleccionar obras completas de clásicos para el señor Aguilar, y les ponía a los tomos unos prólogos ricos, asombrosos y suntuosos que el señor Aguilar le pagó siempre en calderilla de entonces, que, todo hay que decirlo, aún servía para comprar castañas, de las que seguramente se mantenía Cansinos. A mí, hoy, la primera castañera que Dios envía me ha cobrado a duro la pieza.

La vuelta de Cansinos, que tanto celebro, es lo contrario de la vuelta de Drácula, que ha triunfado como comedia en Londres y Nueva York y que aquí hace Pellicena. Dice Marx que la tragedia retorna como farsa y dice Ortega que el retorno al pasado es irónico. ¿Qué significa hoy, como fonenia histórico, la vuelta de Drácula?

Para mí está claro, si miro el calendario: la vuelta del fascismo. Drácula va a volver ya siempre, en determinadas fechas, como vuelve el Tenorio. Si el vampirismo reinante llega a triunfar, Cansinos, el hombre, volverá a perder, y se refugiará en los detrases y masallás de su Viaducto.

Cuidado, jóvenes cansinianos y off-Constitución, que Drácula puede cogeros por la espalda. Carmen Cermeño, que tiene derecho a todo en el Ministerio de Agricultura, le escribe cartas de amor al ministro, que éste jamás contesta:

-Es el draculismo burocrático de cuarenta años, Carmen, amor.

Arce, el publicitario, me explica que ha inventado cinco toques de bocina para avisar educadamente a los que están en doble fila. ¿Y si lo que aprarece en doble fila, bloqueando su coche, señor Arce, es un tanque de la Operación Galaxia, también sirven los cinco bocinazos cariñosos? Contra todo eso, a mí el doctor Olaizola me ha mandado la vacuna anticatarral, pero hay afecciones de garganta, como el garrote vil, que piden los ultraespañoles, contra las que no sirve demasiado la vacuna. Pedro Laín, ya metido en médicos, me envía su último y apasionante libro sobre Marañón, pero ninguno de estos grándes doctores pudo tomarle nunca el pulso al niño judío y grande que era Cansinos, enfermo y maudit de la España nazi de postguerra.

El Herald Tribune me llama witty (según recorte del generoso Fernando Díaz-Plaja), y eso significa ingenioso, agudo, de modo que estamos resucitando al mismo tiempo Cansinos, Drácula y yo. Pero la vuelta de Cansinos-Asséns, eljudío errante de la literatura, la vida y la muerte, coincide una vez más con la vuelta del Drácula eurofascista. Me lo decía anoche Ruano, muertos los dos sobre el Viaducto, a 20-N: «Este Cansinos jugaba a perder.» Y el Viaducto era como nunca un arpa de hormigón y acero contra el cielo en guerra de Madrid.

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