Reportaje:

El FBI descubre un rocambolesco plan para robar un submarino atómico

Un complot para robar un submarino nuclear fue desbaratado ayer, por la policía federal norteamericana. El plan incluía el asesinato de toda la tripulación del submarino y, para encubrir la fuga, el disparo de un proyectil atómico contra una ciudad de la costa Este de Estados Unidos. Sobre esta rocambolesca historia informa desde Washington nuestro corresponsal, Juan González Yuste. El episodio ha sido plenamente confirmado por el FBI.

«Cuando tuvimos noticias del plan por primera vez, nos pareció una película de Woody Allen», declaró ayer Bernard Feeney, portavoz del Federal Bureau of ...

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Un complot para robar un submarino nuclear fue desbaratado ayer, por la policía federal norteamericana. El plan incluía el asesinato de toda la tripulación del submarino y, para encubrir la fuga, el disparo de un proyectil atómico contra una ciudad de la costa Este de Estados Unidos. Sobre esta rocambolesca historia informa desde Washington nuestro corresponsal, Juan González Yuste. El episodio ha sido plenamente confirmado por el FBI.

«Cuando tuvimos noticias del plan por primera vez, nos pareció una película de Woody Allen», declaró ayer Bernard Feeney, portavoz del Federal Bureau of Investigation (FBI), quien, pese a esto, dijo poseer pruebas suficientes para demostrar que los conspiradores actuaban en serio y pretendían realmente robar un submarino atómico a la Marina de Estados Unidós. Edward Mendenhall, de veintiún años, Kurtis Schmitt, de veintidós, y James Cosgrove, de veintiséis, fueron arrestados por el FBI y acusados formalmente de planear el robo de un submarino, lo que puede suponer una pena máxima de diez años de cárcel y 10.000 dólares de multa para cada uno de ellos.

Un infiltrado

Más de veinte agentes del FBI trabajaron en el caso en las últimas semanas, y uno de ellos se infiltró entre los extraños conspiradores y fue informado con detalle de todos los planes, según explicó el portavoz de la policía federal.

Los tres jóvenes detenidos aseguraban que tenían un comprador para el submarino atómico y elaboraron un plan de actuación que hubiera provocado la envidia de cualquier guionista de las películas de James Bond. El submarino elegido fue el Trepang, dotado con misiles de cabeza atómica, que tiene su base en New London, en el estado de Connecticut, al norte de Nueva York.

Los pintorescos conspiradores pensaban, en primer lugar, contratar un total de doce hombres que pudieran manejar el submarino. Fue al hacer uno de los primeros contactos cuando un agente del FBI consiguió introducirse en el grupo y desbaratar el plan, que, de cualquier modo, tenía escasas posibilidades de éxito.

Para distraer la atención de la guarnición militar, el complot preveía el hundimiento de un barco, mediante una carga explosiva, en el puerto de New London. Amparándose en la confusión presumiblemente reinante el grupo de doce hombres abordaría el submarino Trepang, asesinaría a toda su tripulación y saldría sigilosamente al Océano Atlántico desde el puerto.

Dispararían un proyectil atómico

Presumiendo una persecución en mar abierto, los conspiradores barajaron varias opciones, y entre ellas la de disparar un proyectil atómico contra New London o contra cualquier otra ciudad de la Costa este norteamericana. Una vez asegurada la fuga, el submarino esperaría en el fondo del Atlántico a que se completara la operación de venta y el Trepang fuera entreizado al misterioso comprador.Mientras que el portavoz del FBI, Feeney, declaraba que no creía en la implicación de una potencia extranjera en el rocambolesco complot, otro agente federal, John Devine, manifestaba que «podría ser probable que el comprador del submarino fuera un Gobierno extranjero». Sin embargo, Devine dijo que prefería no entrar en especulaciones sobre la identidad de ese Gobierno.

Las autoridades de la Marina estadounidense, que habían sido informadas previamente por el FBI, señalaron que el plan era absolutamente irrealizable. En primer lugar, dijo un portavoz de la Navy doce hombres no podrían ni sabrían hacer navegar un submarino tan sofisticado como el Trepang. Además, los sistemas de sónar de la costa Este permitirían localizar inmediatamente al submarino robado. Por último, no es nada fácil disparar un cohete atómico sin conocer no ya sólo los complicados mecanismos, sino las garantías de seguridad que existen en esas armas para prevenir accidentes que podrían provocar un holocausto nuclear.

Actuaban en serio

El FBI insiste en que los tres conspiradores detenidos actuaban completamente en serio y que dos de ellos viajaron a Nueva York para contratar al resto del equipo. Uno de los inculpados, Mendenhall, trabaja como agente de seguros de vida en Saint Louis (Missouri). donde fue arrestado. Otro de ellos, Schmitt, se ganaba la vida como limpiador de alfombras y moquetas. La profesión del tercero no ha sido dada a conocer por la policía federal.Los elementos grotescos de la historia no serán suficientes, sin embargo, para despejar una preocupación creciente entre las autoridades y parte de la opinión pública norteamericana: la posibilidad de que cualquier tipo de armas atómicas pueda caer en manos de un grupo terrorista, o simplemente de algún desequilibrado mental, y que de todo ello se derive una catástrofe

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