Editorial:

Una absurda tragedia

El mismo día de San Francisco de Asís, patrón de los Servicios contra Incendios de la Diputación Provincial de Madrid, se producía la doble tragedia de Las Rozas. Los cadáveres dedos niños de cinco años y tres meses de edad, abrasados en un incendio y que quizá hubieran podido ser salvados si los servicios de bomberos hubiesen funcionado correctamente, constituyen un grave testimonio acusador. Ya está en marcha la correspondiente investiaación que aclarará las causas por las que se ha producido tan terrible error de organización. Esa investigación tiene que llegar hasta sus últimas consecuenci...

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El mismo día de San Francisco de Asís, patrón de los Servicios contra Incendios de la Diputación Provincial de Madrid, se producía la doble tragedia de Las Rozas. Los cadáveres dedos niños de cinco años y tres meses de edad, abrasados en un incendio y que quizá hubieran podido ser salvados si los servicios de bomberos hubiesen funcionado correctamente, constituyen un grave testimonio acusador. Ya está en marcha la correspondiente investiaación que aclarará las causas por las que se ha producido tan terrible error de organización. Esa investigación tiene que llegar hasta sus últimas consecuencias, pues tragedias como la de Las Rozas no pueden quedar impunes. No se puede consentir que ocurra tal serie de errores, de desajustes y faltas de coordinación, en un servicio tan fundamental como este, en el que se juegan no sólo considerables daños materiales, sino también las vidas humanas. como ha sido tristemente el caso en esta ocasión. No es concebible que se llame a un servicio de bomberos y que nadie responda a la llamada; que se vuelva a repetir la petición de auxilio ya a la sede central del organismo en la capital y que la respuesta sea la de no poder actuar por carecer de autorización. ¿Qué mal entendido espíritu ordenancista y de falso rigor administrativo puede dictar una respuesta semejante? Todo incendio requiere una acción de socorro urgentísima, por encima de cualesquiera normas, que por lo visto parecen emanar de un absurdo desenfoque de organización. Si además, como ha indicado el Gobierno Civil de Madrid, las autorizaciones para intervenir se conceden de forma automática e instantánea, queda la última interrogación absurda: ¿por qué no se pidió al momento dicha autorización?

El crecimiento de las ciudades cercanas a Madrid no ha conllevado un equipamiento real de los servicios de todo tipo que son necesarios. Las Rozas no dispone de servicio de bomberos, y, en un momento de grave peligro, se ha puesto en evidencia el descontrol y la improvisación de un sistema cuya eficacia se basa en la rapidez. Los bomberos de Villaviciosa de Odón, que tienen su parque a más de quince kilómetros de Las Rozas, fueron los primeros en llegar, desgraciadamente tarde, mientras la burocracia seguía su curso en los parques de Madrid.

Todo este entramado de errores y desorganización ha desembocado en la muerte inútil y absurda de dos niños. Pero acusa escandalosamente una falta de organización, de formación de quienes han intervenido en ello, un exceso de espíritu administrativo que constituye una verdadera enfermedad, bastante extendida entre los servicios públicos. Que deben ser, antes de nada, servicios al público, no puestos funcionariales que arrogan derechos deformados que tantas veces se vuelven en contra del buen funcionamiento del servicio. No pretendemos generalizar ni, mucho menos, atacar al Cuerpo de Bomberos. que tan larga y heroica ejecutoria de servicios presenta a lo largo de su historia. No se recuerda un caso similar al de Las Rozas, desde luego; pero el caso se ha dado. Es lo más probable que los Servicios Provinciales contra Incendios estén mal dotados y necesiten ser potenciados. Pero la muerte es irreversible. y nos vemos en la obligación de subrayar este malhadado conjunto de equivocaciones y malentendidos que ha provocado una tragedia que no debe repetirse.

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