Reportaje:

La ciudad de Las Palmas celebra hoy los cinco siglos de su fundación

En 1478, los castellanos tomaron el camino del Sur para acampar en lo alto de un cerro, al margen derecho del arroyo del Guiniguada, cerca de la ermita de San Antonio Abad. Aquel campamento militar es el origen de la ciudad de Las Palmas. Cinco años después, concluida la guerra de conquista de la isla, las empalizadas fueron abatidas y comenzó a extenderse el primitivo caserío por lo que hoy son los barrios de Vegueta y Triana.La conmemoración de la efemérides, a pesar de la falta de sensibilidad del Ayuntamiento de la capital grancanaria, rebasa ampliamente, por su significación, el marco loc...

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En 1478, los castellanos tomaron el camino del Sur para acampar en lo alto de un cerro, al margen derecho del arroyo del Guiniguada, cerca de la ermita de San Antonio Abad. Aquel campamento militar es el origen de la ciudad de Las Palmas. Cinco años después, concluida la guerra de conquista de la isla, las empalizadas fueron abatidas y comenzó a extenderse el primitivo caserío por lo que hoy son los barrios de Vegueta y Triana.La conmemoración de la efemérides, a pesar de la falta de sensibilidad del Ayuntamiento de la capital grancanaria, rebasa ampliamente, por su significación, el marco local y aún el insular y regional. Las Palmas fue la primera ciudad fundada por europeos fuera del viejo continente en los albores de su expansión atlántica. La fundación de la ciudad y la conquista de las islas no fueron hechos casuales, sino consecuencias de un lento proceso de preparación europea en los órdenes de la tecnología marina, el dominio de la navegación en mar abierto, de la economía en función de un mercado capitalista incipiente y en el campo también de la política, pues la estrategia africana de los Reyes Católicos les llevó a tratar de prolongar la Reconquista colocando una pica, las Canarias, al costado del Islam y a compensar la presencia portuguesa en la zona, que era ya muy poderosa por el éxito de las empresas náuticas iniciadas por el infante don Enrique. Este hecho sitúa la efemérides que hoy se conmemora en el marco de la historia y la cultura europea, y el subrayarlo resulta cuando menos oportuno dados los vientos que corren hacia Jartum. Las Palmas rebasa hoy ampliamente los 300.000 habitantes y concentra el 55 % de la población de la Isla de Gran Canaria, en la que se asienta. Quinientos años han sido precisos para saltar desde las 1.500 almas que sería su población en los primeros años para convertirse en la ciudad que hoy contemplamos. Fue la construcción del puerto de La Luz, Iniciada en 1882, lo que provocó el gran avance de la ciudad. El tráfico marítimo por una situación privilegiada hizo prosperar rápidamente el puerto, que no tardaría en situarse en el primer lugar entre los españoles y entre los primeros del mundo. El puerto está a unos siete kilómetros del lugar donde se fundara la ciudad y en un muy corto espacio de años ese espacio fue cubierto por nuevas construcciones que pronto fundieron la ciudad con el barrio portuario, ocultando bajo sus cimientos las arenas del istmo sobre el que se levanta gran parte de la actual ciudad. La actividad de la isla fue profundamente transformada por el puerto, que significó la primera diversificación de una economía hasta el momento esencialmente agrícola. El puerto se convirtió en una fuente de riqueza autónoma abandonando, paulatinamente, su carácter de mero embarcadero hacia los mercados exteriores de los productos de la isla. Hablar de Las Palmas, sin mencionar su puerto es, por tanto, imposible.

Ciudad cosmopolita

El puerto, el paso de banderas de todos los países y el turismo son los que han dado a la ciudad su aspecto cosmopolita de hoy. Todas las razas y nacionalidades se dan cita en sus calles, concentrándose en determinadas zonas urbanas, como el parque de Santa Catalina o la playa de las Canteras, cuya fisonomía antañona, de ciudad reposada, han variado completamente. El isleño se habituó ya a compartir su ciudad con gentes venidas de otros países, aunque se adviertan determinadas reacciones contra gentes de afuera, residentes -peninsulares y comerciantes hindúes, particularmente-, determinadas más que por motivaciones racistas por la estrechez del marco insular y su superpoblación.El canario se siente agredido en su espacio fisico, en el terreno del comercio, del empleo, etcétera, al existir una demanda supletoria de la oenuinamente isleña muy superior a la oferta actual de su economía. El paro, particularmente el paro juvenil, es un problema acuciante que está en el fondo de determinadas actitudes radicalizadas por el mismo hecho de la delimitación insular y por las dificultades de emigrar -la emigración fue siempre un recurso isleño-, sobre todo desde que Venezuela cerró sus fronteras, en 1956.

Las Palmas es, por tanto, una ciudad asolerada con graves problemas -servicios, abastecimiento de aguas, déficit de viviendas y de puestos escolares, etcétera- en la que se sintetiza buena parte de la realidad canaria de hoy y sus conflictos inevitables. Una ciudad, en suma, consciente de su pasado y que reclama un futuro.

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