A Kubala no le agradó el juego español

ENVIADO ESPECIAL, El último partido internacional de preparación para el Mundial de Argentina jugado por la selección española ante Uruguay fue una nueva decepción. La imagen presentada por España en el estadio Centenario de la capital resultó muy pobre, incluso a los ojos del sufrido aficionado local. El equipo de Kubala aparte de no enseñar nada al alicaído fútbol charrúa, dejó la impresión de que jugando así poco podrá hacer en el mundial. El seleccionador, siempre diplomático y tratando de levantar una moral de éxitos en difícil situación, reconoció que necesita fortalecer el ataque, espe...

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ENVIADO ESPECIAL, El último partido internacional de preparación para el Mundial de Argentina jugado por la selección española ante Uruguay fue una nueva decepción. La imagen presentada por España en el estadio Centenario de la capital resultó muy pobre, incluso a los ojos del sufrido aficionado local. El equipo de Kubala aparte de no enseñar nada al alicaído fútbol charrúa, dejó la impresión de que jugando así poco podrá hacer en el mundial. El seleccionador, siempre diplomático y tratando de levantar una moral de éxitos en difícil situación, reconoció que necesita fortalecer el ataque, especialmente, y también el centro del campo. Unicamente la defensa se muestra a la buena altura habitual.

Kubala ha dicho tras el partido que su importancia tenía que ser grande obligatoriamente al tratarse del primero en que podía contar con los hombres definitivos para Argentina, sin más intromisiones ni cortes en la concentración. Corrió así el riesgo de las lesiones, que, al menos, sólo afectaron en esta ocasión a San José. En realidad, la «leyenda» sobre la dureza uruguaya no se confirmó y en su celebración tenemos que estar de acuerdo con el seleccionador. Otra cuestión distinta es que el rival futbolísticamente no ofreciera, por su mala situación actual, una fortaleza suficiente para un buen entrena miento.

Dudas

La selección volvió a confirmar que sus únicas bazas seguras están en los guardametas y en el centro de la defensa. Miguel Angel y Arconada se mostraron a buena altura. Miguel¡ logró que el ya dudoso fenómeno Morena no hiciera casi nada, y Olmo también cumplió.

El problema de los defensas laterales, en cambio, sigue sin solucionarse, aunque para Kubala parece que sí. La traca final de anteayer fue la lesión de San José y la salida de Uría para sustituirle. En lugar de Uría hubiese sido preferible la salida de Biosca tercero de a bordo, tras Pirri y Olmo, en un puesto que parece cubierto de sobra. Uría, al fin y al cabo, fue llamado a la selección como centrocampista y no como lateral, un puesto este último que casi arruinó su carrera. Cabe recordar que el Real Madrid lo fichó después de jugar con Kubala los dos partidos contra Yugoslavia, en Zagreb -el de la esperanza- y en Francfort -de la eliminación-, clasificatorios para el Mundial de 1974. A raíz de ellos se fijó en él Mi1janic y en el cuadro blanco acabó en el exilio. Sólo cuando Miera lo recuperó para el centro del campo del Sporting, renació.

Lo malo en los laterales de la defensa es que Kubala ya no confía en Marcelino, al que considera un jugador limitado a ser un marcador de hombre concreto, sin. más horizontes. El Atlético de Madrid no le ha hecho mucho bien que digamos al muchacho a este respecto. Con cretamente, para el partido contra Austria, el hombre peligroso a vigilar será su goleador Krankl, y Migueli ya está destinado para marcarle. En realidad, el partido contra los austriacos puede ser todo un ejemplo de la fealdad de juego en el Mundial, por las precauciones de todos. Kubala está acertado, al menos, en buscar hombres, quizá más vulnerables pero con más inspiración, justamente la que puede compensa tanta improvisación.

Un centro de campo zurdo

El gran fallo del partido ante Uruguay, dejando aparte la inoperancia atacante ya endémica, y por eso no sorprendente, fue el bajo rendimiento del centro del campo. Evidentemente, la ausencia de Cardeñosa se notó mucho, y el continuo bregar de Guznián, un novel con fuerza, pero sin calidad, según era de esperar, no fue, ni mucho menos, suficiente para compensar el insólito mal partido de Leal o la excesiva premiosidad de Asensi. Existe un grave problema posicional en el centro del campo español, pues todos sus hombres, al menos los básicos, Asensi, Leal y Cardeñosa, quieren jugar por la izquierda. Kubala está incluso desorientado con Leal, al que consiguió adaptar a la derecha para el partido decisivo de Belgrado, pero que no ha vuelto a encontrar el sitio. El Atlético dice que en su equipo juega con dos hombres en punta y que tiene facilidad para las incursiones, pero en la selección no. Es, ni más ni menos, la cruda realidad de que la selección no es un club, sino un grupo de amigos que se han juntado para el máximo compromiso de un Mundial.

Kubala no quedó descontento de: Guznián, un hombre que siempre puede hacer falta, por su fuerza física, pero que quiere un puesto fijo para jugar, pues tampoco tiene luces para ordenar nada. La solución del centro del campo es que finalmente Leal vuelva a la derecha y que Cardeñosa, al que se le está tratando como a un niño con paperas, se recupere de sus males psíquicos del descenso bético y de la gripe; que arrastra por el absurdo descuido de dejar la ventilación del avión que trajo a la selección desde España, abierta.

Si el centro del campo ante Uruguay tuvo más suficiencia en la primera parte, dentro de un partido con earencias notables, fue por la presencia de un Rexach acertado en el pase y porque, en general, se jugó al primer toque. El balón se movió rápidamente, aunque sin peligrosidad, por la nulidad ala:rmante de tiros a puerta a cargo de la selección. Sólo Asensi disparó una vez, y desviado, durante los primeros 45 minutos, y si España plantea sus partidos con el 4-4-2 clásico y prudentísimo, lo menos que se le debe pedir es, disparo a sus centrocampistas. Dani y Rubén Cano volvieron a estar demasiado solos, aunque el bilbaíno demostró que debe ser un titular indiscutible una vez más.

Velocidad e imprecisión

En la segunda parte del encuentro de anteayer los cambios introducidos por Kubala dieron al equipo más velocidad, pero también la imprecisión llegó por momentos a límites insospechados. Tanto que Uruguay estuvo a punto de ganar con sus escasísimos conocirráentos. Lo curioso fue que otro Eran pase de Rexach -el otro teórico extremo, sin duda, por su gran toque de balón en un partido de precauciones como el que espera ante Austria- pudo originar la victoria española anteayer. La lástima fue el fuera de juego de un metro de Santillana, que anuló el gol a los 52 minutos de partido. Por otra parte, fue lo único que hizo el madridista, una sombra por el campo, como Marañón, que empezó muy bien y acabó perdido, como si el equipo de Kubala, que prefiere pasar el balón hacia atrás, a la espera de encontrar unos huecos que tendrían fácilmente por los extremos, se olvidara de forma sistemática de ellos. Incluso Quini, sustituto del desconocido Leal, hizo su única buenajugada profundizando completamente por el centro hasta el área rival, pero el apoyo al centro del campo, desconcertado también Rexach, fue ya nulo. El dominio del partido fue entonces uruguayo, y lo único que se mantuvo firme fue el centro de la defensa. Ahora con De la Cruz, sin la amenaza de Alzamendi, traspasada inútilmente a Uría.

El panorama, pues, por mucho que Kubala trate de atenuarlo, se presenta desalentador. No hay más mimbres donde escoger, y aunque él dice que no se saca nada con lamentarse de los errores cometidos -y obligados- hasta ahora, debía haberse planteado todo mucho antes. España no ha convencido a nadie aquí, y el pesimismo sobre la actuación en el Mundial con este equipo es general. A fin de cuentas sólo caben las incorporaciones de Cardeñosa y Pirri

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