Cartas al director

Cuestiones sobre el aborto

Pese a lo mucho que se ha escrito sobre el aborto en relación con la moral, son muy pocos los que, a mi entender, plantean y enfocan con acierto la cuestión, que consiste en supeditar la práctica o la abstención del aborto al bien de la comunidad. Los derechos de la sociedad son más importantes, aunque sólo fuera porque el todo es mayor que la parte, que los de la madre o del feto, que son los que unos u otros acostumbran defender a ultranza.Supongamos que nos encontramos ante el dilema de elegir entre la vida de la madre o del feto. A los sistemáticos defensores de la vida del feto les pregun...

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Pese a lo mucho que se ha escrito sobre el aborto en relación con la moral, son muy pocos los que, a mi entender, plantean y enfocan con acierto la cuestión, que consiste en supeditar la práctica o la abstención del aborto al bien de la comunidad. Los derechos de la sociedad son más importantes, aunque sólo fuera porque el todo es mayor que la parte, que los de la madre o del feto, que son los que unos u otros acostumbran defender a ultranza.Supongamos que nos encontramos ante el dilema de elegir entre la vida de la madre o del feto. A los sistemáticos defensores de la vida del feto les pregunto: ¿Es que debe sacrificarse la vida de una mujer, por ejemplo, como la de Madame Curie, por la de un ser que es casi seguro que no haría a la sociedad el beneficio que ella? Por el contrario, si la madre fuera una subnormal profunda, que ya no podrá tener más hijos, la vida del feto debe ser salvada, porque -sin olvidar la herencia de la enfermedad materna- lo lógico es que aquél preste mejores servicios a la comunidad.

Si la Humanidad necesitara hombres, la vida de la madre joven y sana vale más que la del que va a nacer, porque en breve plazo puede dar más vidas sin necesidad de los sacrificios morales y económicos que impone el cuidado de los hijos hasta la edad de multiplicarse.

Si de una madre, que por tener los días contados no pueden esperarse ni frutos humanos ni de ninguna clase, la vida del que tiene en su vientre es la más valiosa. Además, puede ocurrir que la madre quiera sacrificarse por su hijo, y que la venida de éste cumpla el deseo de sus familiares. En estas circunstancias u otras análogas, pensad en la importancia de la vida del varón, comparada con la de la madre, cuando probablemente o con seguridad, pueda ser el único heredero del trono.

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Pablo VI, siguiendo a Pío XII, afirma que «el problema del aborto no puede ser enfocado únicamente desde la consideración individualista de la mujer, sino que debe ser también desde la consideración del bien común».

Según la Teología holandesa, «el que una vida tenga sentido o carezca de él no depende exclusivamente de esta vida, sino también en relación con los demás seres humanos».

¿No glorificamos como a un héroe al hombre que dio su vida por salvar la de muchos?

En varios países se admite el aborto en casos de malformaciones: una ley de Bucarest lo autoriza cuando la madre o el padre padezcan una enfermedad capaz de producir malformaciones.

En España, la Comisión Episcopal para la doctrina de la fe, niega el derecho a «suprimir una vida humana por muy deforme que sea». En este caso, lo más probable es cambiar una vida útil, quizá la de un bienhechor de la Humanidad, por una vida que acarrea sacrificios morales y económicos a sus familiares y perjuicios a la sociedad.

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