Cartas al director

Los catedráticos y la política

En EL PAÍS SEMANAL del 9 de abril del 78 leo que el señor Sainz Rodríguez dice:( ... ) Los catedráticos. No sé por qué, como si la cátedra se la hubieran regalado, por cualquier tíquismiquis, la tiran por la ventana; es más, se podría hacer una historia de los momentos cumbres de la política en el siglo XIX provocados por dimisiones de catedráticos. Recordemos el conflicto que dio lugar a la creación de la Institución Libre de Enseñanza, cuando el ministro Orovio sancionó, entre otros, a Castelar y a Giner de los Ríos. En la época de la dictadura se inicia la crisis de Primo de Rivera al choca...

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En EL PAÍS SEMANAL del 9 de abril del 78 leo que el señor Sainz Rodríguez dice:( ... ) Los catedráticos. No sé por qué, como si la cátedra se la hubieran regalado, por cualquier tíquismiquis, la tiran por la ventana; es más, se podría hacer una historia de los momentos cumbres de la política en el siglo XIX provocados por dimisiones de catedráticos. Recordemos el conflicto que dio lugar a la creación de la Institución Libre de Enseñanza, cuando el ministro Orovio sancionó, entre otros, a Castelar y a Giner de los Ríos. En la época de la dictadura se inicia la crisis de Primo de Rivera al chocar con Unamuno, que también abandona su cátedra. En el mismo Gobierno de Franco, todo el preludio del final del régimen han sido choques con catedráticos. Ahora se está reponiendo en sus cátedras a los que se destituyeron.

De modo que el catedrático es un personaje que tira la cátedra para hacer política. ( ... )»

El señor Sainz Rodríguez llama «tiquismiquis» a dimitir cuando el Gobierno expulsa a otros catedráticos en un acto de arbitrariedad política -por ejemplo, cuando yo dimití, y algún otro pidió la excedencia, en 1965, a raíz de la expulsión de tres catedráticos cuyos nombres están en la mente de casi todos-. En cuanto a que «el catedrático es un personaje que tira la cátedra para hacer política», la mayor parte de los que hemos mitido de la cátedra en los últimos ciento y pico de años, no teníamos ni tenemos responsabilidades ni cargos políticos -aunque sí, claro está, opiniones políticas- y no es que me parezca mal que un catedrático actúe en política: simplemente, en mi caso y en el de algunos de mis predecesores en tal situación, preferimos la dedicación exclusiva a la enseñanza. En todo caso, si algún día -Improbablemente- me veo obligado a entrar en política, será para intentar remediar algo de los duraderos males que dejó el señor Sainz Rodríguez en la situación educativa española.

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Departamento de Etica, Estética y Sociología

Universidad de Barcelona

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