Comunistas y socialistas franceses aceptan entrevistarse con el presidente Giscard

Los principales dirigentes de los partidos franceses de izquierda, así como los secretarios generales de las más importantes centrales sindicales aceptaron en las últimas horas la invitación del presidente Valery Giscard d'Estaing de entrevistarse por separado con ellos durante la próxima semana. El primero de los líderes de izquierda en aceptar el ofrecimiento del Elíseo fue el primer secretario del Partido Socialista, Francois Mitterrand. En la tarde de ayer contestaron también positivamente el secretario general del Partido Comunista, Georges Marchais, el dirigente del Movimiento de los Rad...

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Los principales dirigentes de los partidos franceses de izquierda, así como los secretarios generales de las más importantes centrales sindicales aceptaron en las últimas horas la invitación del presidente Valery Giscard d'Estaing de entrevistarse por separado con ellos durante la próxima semana. El primero de los líderes de izquierda en aceptar el ofrecimiento del Elíseo fue el primer secretario del Partido Socialista, Francois Mitterrand. En la tarde de ayer contestaron también positivamente el secretario general del Partido Comunista, Georges Marchais, el dirigente del Movimiento de los Radicales de Izquierda, Robert Fabre, así como el principal dirigente de la central sindical CGT, Georges Seguy. El secretario general de la otra gran central, la CFDT (socialista. autogestionaria), Edmond Maire, había pedido por su cuenta ser recibido en el Elíseo y se entrevistará hoy viernes con el presidente. Dentro de su política de «una amplia unión nacional», anunciada por el presidente el miércoles, Giscard se entrevistará igualmente con los lideres de la mayoría presidencial, incluido el gaullista Chirac.

«Está claro que el presidente de la República -anotaba ayer un comentarista independiente- considera la victoria electoral como una victoria suya y todos sus gestos tienden a convertirla en victoria política.» Dicho de otra manera, es posible imaginar que en la mentalidad del presidente la era gaullista de la V República ha terminado en los hechos y que ha empezado realmente la era giscardiana.Así parecen indicarlo el ritmo vertiginoso de los acontecimientos y su dimensión cuasi histórica. Por primera vez desde que en 1958 fundó el régimen vigente el general Charles de Gaulle, los líderes socialistas y comunistasvan a franquear las puertas del Elíseo para dialogar con el presidente.

En varias ocasiones, desde que el actual presidente accedió al poder en 1974, los líderes de la oposición habían sido invitados al Elíseo, pero en cada ocasión rechazaron el «convite» por sospecharlo equívoco y destinado a avalar la política gubernamental ante la opinión pública. Los resultados legislativos del domingo último pudiera pensarse que han modificado el clima «crispado», entre la mayoría y la oposición, que ha caracterizado a la V República gaullista. De momento, este principio de deshielo debiera acogerse con cautela a la vista de las primeras reacciones: «Una cosa es que Mitterrand visite al presidente -estimó el alcalde de Marsella y diputado socialista, Gaston Defferre-, pero otra cosa es la descrispación.»

El ala izquierda del PS, el CERES, dirigido por Jean Pierre Chevenement, protestó inmediatamente, no por la visita en sí misma, que «apreciaremos en su momento», sino porque parece ser que el señor Mitterrand aceptó sin consultar previamente con las instancias dirigentes del partido. Por otra parte, en el seno de la mayoría, como era previsible, los gaullistas han fruncido el ceño desde el momento en que el presidente abrió de par en par las puertas del Elíseo a la oposición: «El pueblo con su voto ha enterrado el programa común -comentó ayer un portavoz del FPR gaullista- y no sería conveniente que se intente desenterrarlo.»

Festival Giscard

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Pero la operación socialdemocracia del presidente francés está en marcha. A lo largo de la semana próxima el señor Giscard dialogará con todos los representantes máximos del mundo socioprofesional, del sindicalismo y de la oposición política para interrogarles sobre los problemas nacionales. Con ello, tras la quiebra de la unión de la izquierda, los descontentos, reticencias y amarguras que pueda producir este «festival Giscard», no harán más que abundar en la estrategia presidencial: abrir una brecha más en la izquierda ya resquebrajada. Así, estiman los cerebros de la estrategia giscardiana, empezará a abrirse camino realmente la posibilidad de una mayoría dominada por el señor Giscard gracias a los suplementos que a su coalición, la UDF (Unión por la Democracia Francesa), le aporten los desilusionados de la izquierda no comunista.

De momento, la atmósfera poselectoral parece jugar en favor del final de la guerra civil que han mantenido en Francia la derecha y la izquierda. La desesperanza provocada por el comportamiento de los partidos de izquierdas y, particularmente, por el comunista, abunda por ahora en este sentido. No se recordaba un discurso del presidente de la República que fuese, si no aprobado por unanimidad, criticado con tanta moderación como lo fue el que dirigió a los franceses, anteanoche, el señor Giscard. Otro elemento favorece también la voluntad de apertura manifestada por el presidente: la ,descomposición que parece se está desarrollando en los partidos de izquierdas.

Entre los socialistas, el porvenir de su líder, Francois Mitterrand, continúa siendo una incógnita de envergadura, ya que él ha sido quien a lo largo de casi tres lustros consiguió aglomerar primero, y después mantener unidas, a las diversas fracciones que hicieron del PS una fuerza determinante en la política francesa del decenio en curso. Y también en la izquierda no comunista, el despecho contra la actitud del PCF aún no ha terminado de provocar consecuencias. En cuanto se conoció ayer la avalancha de invitaciones que salían del Elíseo dirigidas a la oposición, un militante socialista próximo a la dirección declaraba: «Es curioso y dramático lo que está ocurriendo en este país. Giscard se está saliendo con la suya, no por haber triunfado, sino todo lo contrario. Resulta que todo su juego centrista estaba apoyado en la eventual separación de los socialistas de la unión de la izquierda. Pues bien, ha ocurrido exactamente lo contrario: son los comunistas los que han roto la unión, los que se han separado de los socialistas, y, en definitiva, los que han procurado esta victoria al revés del presidente. »

En el seno del PCF, aparentemente, no ocurre nada. Ayer, sin embargo, surgió el primer indicio revelador de las consecuencias que pudiese acarrear el fracaso de las elecciones y la estrategia comunista de los meses últimos destinada, parece ser, a asegurar "el confort del patriotismo de partido en los graderíos de la oposición". Ayer, Jean Rony, dirigente de las redacciones de los semanarios comunistas, France-Nouvelle y La Nouvelle Critique, y militante del PCF, manifestó su desacuerdo con el buró político del partido en relación con las conclusiones que sacó este último de los resultados de los recientes comicios. En un artículo publicado por el independiente Le Monde, el señor Rony subrayaba: «Según el buró político, los otros firmantes del programa común no nos han escuchado. Pero el problema consiste en que a nosotros tampoco nos han escuchado las masas. Y no suprimiremos este problema contentándonos con decir que la responsabilidad (de la ruptura) no es nuestra.»

Por otra parte, la coalición giscardiana UDF quedó ayer prácticamente constituida en un partido único al ser elegido para la presidencia de la misma a Jean Lecanuet, del Partido Demócrata Social.

El consejo político de la coalición eligió, además, tres vicepresidentes: Francoise Giroud (Radical), Jean Pierre Soisson (Partido Republicano) y Jean Pierre Fourcade, presidente de la Asociación Perspectivas y Realidades.

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