El dinero del culto y clero

«... El Gobierno ha prometido dar 6.178 millones de pesetas a la Iglesia española, para que los distribuya directamente entre su clero, lo que supone un aumento del 20,8 % sobre el año anterior.Esta ventajosa situación, de la cual sólo se beneficia la Iglesia católica, es injusta a todas luces. Primero, porque antes de pedir debía ella misma usar de sus propios bienes y riquezas, sin tenerlos estancados y mal administrados. Segundo, porque solamente debía pedir a sus fieles la ayuda complementaria que precisase, y no exigirles lo que ahora están acostumbrados a recibir por incuria e ignorancia...

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«... El Gobierno ha prometido dar 6.178 millones de pesetas a la Iglesia española, para que los distribuya directamente entre su clero, lo que supone un aumento del 20,8 % sobre el año anterior.Esta ventajosa situación, de la cual sólo se beneficia la Iglesia católica, es injusta a todas luces. Primero, porque antes de pedir debía ella misma usar de sus propios bienes y riquezas, sin tenerlos estancados y mal administrados. Segundo, porque solamente debía pedir a sus fieles la ayuda complementaria que precisase, y no exigirles lo que ahora están acostumbrados a recibir por incuria e ignorancia de su propia capacidad económica. Tercero, tendría que hacer como en otros países -Francia y Estados Unidos, por ejemplo- en los cuales la Iglesia católica publica al terminar el año, en todas las parroquias y diócesis su balance económico, para que sus seguidores sepan exactamente las necesidades reales que tiene su Iglesia, y las resuelvan directamente por medio de colectas voluntarias. Y cuarto, porque el clero que estuviera en condiciones debía trabajar y así sufragar sus gastos.

Aquí, en España, temen sin embargo nuestros obispos que no respondan bien sus fieles a esta llamada económica. Pero este posible fallo no debía ser compensado por el Estado, recayendo esta carga, o sobre las espaldas de los españoles, o cobrándosela obligadamente el Estado español a los creyentes. A cada uno lo suyo; y si los católicos no ayudan a su Iglesia, ellos sabrán por qué lo hacen; pero no pidamos al Estado su intervención en asuntos internos eclesiales, ni detraigamos de otras atenciones culturales o sociales lo que debe ser celosamente respetado, porque son bienes del pueblo y no de la Iglesia.»

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