Tribuna:DIARIO DE UN SNOB

Los niños de San Ildefonso

Ya han sacado por la tele y han paseado un poco por ahí a los niños de San lldefonso, los que dentro de unos días cantarán el gordo y todo ese folklore bastante tedioso. Por una vez estoy de acuerdo con el refranero y creo que la mejor lotería es el trabajo. A la lotería nojuego nunca, más por estética que por ética.Los niños de San lldefonso, los niños Plus Ultra, los niños del Rastrillo. Aquí en España nunca sabemos qué hacer con los niños pobres, habiendo tantos y con tanta genealogía de pobreza. «Niños pobres, niños tontos, niños algo», decía la dama de una inolvidable película de ...

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Ya han sacado por la tele y han paseado un poco por ahí a los niños de San lldefonso, los que dentro de unos días cantarán el gordo y todo ese folklore bastante tedioso. Por una vez estoy de acuerdo con el refranero y creo que la mejor lotería es el trabajo. A la lotería nojuego nunca, más por estética que por ética.Los niños de San lldefonso, los niños Plus Ultra, los niños del Rastrillo. Aquí en España nunca sabemos qué hacer con los niños pobres, habiendo tantos y con tanta genealogía de pobreza. «Niños pobres, niños tontos, niños algo», decía la dama de una inolvidable película de Bardem. El niño rico está siempre para estudiar una carrera, claro, pero el niño pobre está para haceruna gracia, tuvimos que trabajarduro, por tontos.

Al mismo tiempo que se saca a pasear a los niños de San Ildefonso, por los que siento un tierno respeto, se publica un adelanto de la Constitución según el cual podrán votar los chicos y las chicas de dieciocho años. Eso ya está mejor. Los filósofos ácratas denuncian al teenager como la versión adolescente y prostituida del consumidor, del hombre unidimensional. El teenager es lamentable porque se trata de un animal joven que ha caído pronto en la trampa de la sociedad de consumo: cazadoras, cascos, botas, esas insoportables motos, llenas de poderío nazi, que ensordecen ya el campo en los fines de semana. Bueno, el teenager es la perversión del adolescente en las sociedades anglosajonas. Aquil tenemos el niño Plus Ultra.

Y no digo el niño de San lldefonso, porque ese soniquete que se han sacado los niños de San Ildefonso para cantar los millones no deja de ser gracioso. Ahora que, por fin, los chicos van a votar, veremos cuántos teenagers hay en España, y cuántos niños Plus Ultra y cuántos nazis en crisálida y en nioto. Y cuántos revolucionarios. La izquierda confía mucho en el voto de los jóvenes. Parece que juventud y revolución son conceptos que van ya fundidos y confundidos, pero Luis María Ansón sigue recondándonos que él era de don Juan casi desde que hizo la primera comunión, o sea que un respeto a la España real, a la España de la calle. Mientras escribo, alguien ha, puesto la Quinta sinfonía de Beethoven. Pero la juventud ya no está en Beethoven, sino en Ramoncín, del que he hablado aquí el otro día. Y si no están con Beethoven, difícil será que estén con Suárez.

¿Van a votar izquierda los menores de veinte, sistemáticam ente? No diría yo tanto. Toda la cuestión está en salvar al chico de que se convierta en un teenager, en un consumidor precoz. El voto de los chicos puede traernos libertad sexual, indiferencia religiosa, izquierda festiva, despenalización de la droga y cosas así, pero si observamos un poco a la adolescencia en sus discotecas, sabremos en seguida que quieren su elepé seguro, su sanfrancisco seguro, su cazadora segura, su moto segura, su pasta segura para viajar y comprar revistas del ramo. El consumismo ha creado ya una juventud que es conservadora y no lo sabe, en España, una cierta juventud que vive de llamar franquista a papá, pero que gasta de papá y su franquismo.

Por otra parte, lo malo del votojoven es que se pasa pronto. El que mañana vote socialista, la próxima vez a lo mejor ya no, porque tiene cinco años más y porque ha comprobado qu e el socialismo no le asegura la moto, el sanfrancisco, la cazadora, los viajes ni el porro. El otro día he oído hablar a un niño, un puro niño, de las escopetas que tiene y le presta Francis Franco. Hay una camada negra y otras camadas queno van a votar exactamente a la izquierda. Ahora se mueve mucho, en las revistas del corazón y del ovario, eso de los derechos del niño, y en buena medida entre los derechos del niño está el derecho a consumir, porque de lo que se trata es de que el personal reciente empiece a pedir cosas en seguida, a ver si vendemos más pelargones o más canicas.

Es tedioso recordar que nosotros distrajimos toda nuestra infancia con una sola peonza vieja, y que lo más que nos traían los Reyes era una cuerda para la peonza. El consumismo hortera ha hecho a buena parte de la juventud española capitalista sin capital. Parece biológicamente seguro que la juventud votará izquierda, pero todos son o somos un poco ninos de San Ildefonso, educados en la pedagogía de los millones. Por eso digo.

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