Entrevista:

"El movimiento laborista apoyará el ingreso de España en la CEE"

Michael Foot: Nosotros favorecemos el ingreso de España en el Mercado Común. Esa no es sólo la posición del Gabinete, sino la de todo el movimiento laborista, que ve en este apoyo a la España democrática otra oportunidad de seguir la lucha por la liberación de los españoles, que se inició en cuanto Franco comenzó a imponer su dictadura. La entrada de España en la CEE podrá consolidar las instituciones que ustedes están creando ahora. Para el ingreso será necesario que se cumpla una serie de condiciones. Tenemos fe en que no habrá excesivas dificultades.EL PAIS: Usted ha tenido un...

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Michael Foot: Nosotros favorecemos el ingreso de España en el Mercado Común. Esa no es sólo la posición del Gabinete, sino la de todo el movimiento laborista, que ve en este apoyo a la España democrática otra oportunidad de seguir la lucha por la liberación de los españoles, que se inició en cuanto Franco comenzó a imponer su dictadura. La entrada de España en la CEE podrá consolidar las instituciones que ustedes están creando ahora. Para el ingreso será necesario que se cumpla una serie de condiciones. Tenemos fe en que no habrá excesivas dificultades.EL PAIS: Usted ha tenido una larga relación con los demócratas españoles. ¿Puede resumirla ahora?

M. F.: Esa relación se estableció, sobre todo, a través del Comité Internacional creado por el laborismo para defender a los españoles reprimidos por la dictadura. Una de las tareas del comité era la de enviar observadores a los juicios contra los oponentes de Franco. Yo fui en dos ocasiones. Una de ellas, en 1973, clandestinamente. Luego regresé, una vez que Franco se marchó, para asistir al congreso del. PSOE. Este verano me uní a una manifestación de vascos en San Sebastián. Para mí fue muy emocionante ver esta nueva España en acción. Por otra parte, al principio de la dictadura tuve en Londres muy buenas relaciones con el doctor Negrín. Le conocí bien y mantuvimos nuestra amistad hasta que él murió. Antes de la guerra civil ya conocía al embajador Azcárate, con cuyo hijo, Manuel, acabo de recordar aquellos tiempos.

EL PAIS: En el País Vasco, usted reflexionaría ahora sobre el problema de las autonomías, que también ocupan a su Gobierno con respecto a Escocia y a Gales.

M. F.: Las condiciones de nuestros dos países son muy diferentes, aunque en el fondo las soluciones que hay que buscar podrían ser similares. Nosotros, los laboristas, estamos empeñados en poner en nuestros códigos las autonomías de Escocia y Gales. Es la manera más razonable de preservar la unidad de Gran Bretaña.

EL PAIS: En algunos países europeos se nota ahora un cierto resurgimiento de las derechas. ¿Cree que es posible que su esperanza de una Europa socialista sufra un revés ahora?

M. F.: Yo creo que no. Al contrario. El socialismo ha obtenido victorias importantes en España y en Portugal. Los votos que alcanzó el PSOE en las elecciones de junio reflejan la tendencia de la mayoría de los españoles. En Francia esperamos un triunfo de la Unión de la Izquierda. En cualquier caso, para evitar esa reacción derechista, es importante que se refuercen las libertades civiles que, por ejemplo, se han logrado en España. Por eso, nosotros apoyamos la entrada de su país en una comunidad en la que podrá hallar el soporte necesario para seguir siendo una democracia. Por otro lado, una España donde el socialismo sea fuerte puede asegurar la construcción de la Europa socialista que nosotros auguramos para el futuro inmediato.

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EL PAIS: En el contexto de la Europa que usted desea, ¿qué piensa del fenómeno del eurocomunismo?

M. F.: Yo pienso sinceramente que todo verdadero demócrata debe dar la bienvenida a ese desarrollo del comunismo. Es muy bueno observar cómo esa tendencia política ha abandonado ya el euroestalinismo. Como socialista, confío en que respetarán los principios democráticos y parlamentarios que nosotros defendemos.

EL PAIS: Hasta hace muy poco, usted era el político británico cuya oposición a la permanencia de su país en la Comunidad Económica Europea era más inequívoca. ¿Cuáles siguen siendo sus reservas con respecto a la CEE?

M. F.: Yo no creo que las instituciones europeas se pusieron en marcha teniendo en cuenta nuestras condiciones particulares. Ha sido y sigue siendo muy difícil adaptar nuestra economía -sobre todo, nuestra economía agrícola- a las condiciones impuestas por el Mercado Común.

Por otro lado, la tradición y el poderío de nuestro Parlamento no permiten algunos de los proyectos constitucionales de la CEE.

Lo que tenemos que lograr son modificaciones especialmente en el terreno de la política común en le que se refiere a la energía y a la agricultura. La supremacía de los parlamentos individuales es otra cuestión que hay que discutir y salvaguardar, hasta donde sea necesario.

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