Marchais tiende la mano a los radicales

Más de veinte millones de franceses presenciaron anoche uno de los debates de televisión más sorprendentes de los últimos años: veinticuatro horas después de la ruptura de las negociaciones entre los tres partidos de la Unión de la Izquierda, provocado por el líder de los radicales, Robert Fabre, a causa, según él, de la intransigencia de los comunistas, en materia de nacionalizaciones, los dos «enemigos», el señor Fabre y Georges Marchais, se enfrentaron ante la pequeña pantalla. Francois Mitterrand, el líder de los socialistas, se negó a participar porque, a su juicio, la actualización del «...

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Más de veinte millones de franceses presenciaron anoche uno de los debates de televisión más sorprendentes de los últimos años: veinticuatro horas después de la ruptura de las negociaciones entre los tres partidos de la Unión de la Izquierda, provocado por el líder de los radicales, Robert Fabre, a causa, según él, de la intransigencia de los comunistas, en materia de nacionalizaciones, los dos «enemigos», el señor Fabre y Georges Marchais, se enfrentaron ante la pequeña pantalla. Francois Mitterrand, el líder de los socialistas, se negó a participar porque, a su juicio, la actualización del «programa común» no debía hacerse en público.Los franceses, así, pudieron asistir a la «cumbre» coja de la izquierda, que el miércoles conmovió a todo el país. El debate se centró esencialmente en la cuestión de las nacionalizaciones. El señor Fabre apenas pudo contener los argumentos rotundos y la emoción serena del señor Marchais que, repetidamente, insistió: «Los comunistas queremos llegar a un acuerdo, sin condiciones por anticipado; las tres nacionalizaciones nuevas que proponemos pueden discutirse; los comunistas desean la victoria de la izquierda; yo fui de vacaciones a Córcega y no a Moscú». Los dos hombres manifestaron su deseo de explicarse ante los franceses «como nunca lo hacen entre ellos, cuando discuten los líderes de la mayoría».

En un momento determinado, el señor Fabre propuso al líder comunista: «Puesto que nos tuteamos en la vida, ¿por qué no nos tuteamos aquí?». Y tratándole de tú, el señor Marchais propuso a su interlocutor en cuatro ocasiones diferentes: «Mañana por la mañana, o el domingo, o el lunes, por mi parte y por parte de mi partido, podemos reanudar las conversaciones y llegar a un buen acuerdo. Mitterrand me ha escrito hoy y estaría dispuesto a hacer otro tanto.» El señor Fabre eludió la respuesta en cada ocasión, no con argumentos sólidos, sino con desconfianza. Esta sería la primera lección del debate inesperado: la desconfianza pesa más que las divergencias entre los tres partidos de la Izquierda. A la vista del tono y maneras del debate, anoche, en París, se estimaba que el duelo Fabre-Marchais pudiera ser el principio del deshielo.

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