Los partidos italianos divididos sobre la fecha de las elecciones regionales

Los socialistas reúnen hoy su directiva y mañana convocarán la suya los democristianos. Se discute un problema políticamente muy áspero: el de aplazar o no hasta la primavera próxima las elecciones regionales de otoño, en las que votan unos cuatro millones de italianos.

El problema, se quiera o no, afecta el reciente acuerdo programático de los seis partidos constitucionales. Andreotti ha vuelto de Estados Unidos con «una carta de crédito» y todos los partidos están convencidos de que los norteamericanos aceptan a «Italia como es», pese a que la portada del semanario Newsweek...

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Los socialistas reúnen hoy su directiva y mañana convocarán la suya los democristianos. Se discute un problema políticamente muy áspero: el de aplazar o no hasta la primavera próxima las elecciones regionales de otoño, en las que votan unos cuatro millones de italianos.

El problema, se quiera o no, afecta el reciente acuerdo programático de los seis partidos constitucionales. Andreotti ha vuelto de Estados Unidos con «una carta de crédito» y todos los partidos están convencidos de que los norteamericanos aceptan a «Italia como es», pese a que la portada del semanario Newsweek pinte una Italia en la que «se vive en la anarquía».A democristianos y comunistas les interesa aplazar las elecciones por análogos motivos: dar tiempo a sus afiliados a que asimilen el ambiguo acuerdo de Gobierno que no es, ni quiere ser, el famoso «compromiso histórico» a que estratégicamente tienden los comunistas. Antes de que el consejo nacional de la Democracia Cristiana se pronuncie definitivamente mañana, se han formado ya dos frentes políticos.

Contrarios al aplazamiento son los fanfanianos, con los «doroteos» del líder parlamentario Piccoli y del ministro Bisaglia en la Democracia Cristiana, los neofascistas y los demonacionales, el Partido Radical y buena parte del Socialista. Favorables, el resto de democristianos y socialistas. Republicanos y socialdemocráticos han propuesto un proyecto de ley que prácticamente coincide: se trata de unificar las elecciones en un único turno, del 1 de mayo al 15 de junio; a partir de 1978, según los socialdemócratas, o inmediatamente, según los republicanos.

Clima de conformismo

¿Por qué estas posiciones distintas afectan el reciente acuerdo programático? Para los fanfanianos, el acuerdo, que se presenta como «un libro de sueños», necesita ser refrendado cuanto antes por el electorado. Aplazar esta consulta sería hacerle el juego a los comunistas, dándoles tiempo a extender el «minicompromiso» a juntas locales, regionales y provinciales, regidas actualmente por comisarios del Gobierno.Los comunistas no se han pronunciado y esperan a que lo hagan antes los demás. Sobre todo la Democracia Cristiana, pero quieren también disponer de tiempo para convencer a la base de su partido y no volver a verse en descalabros como los que sufrieron en las últimas elecciones administrativas en el sur del país.

En un clima general político de conformismo o de miedo, también los socialistas esperan, porque no han digerido a fondo el acuerdo que, de hecho, les da de lado, y lo que es peor, sofoca su legítima aspiración a constituirse en la tercera fuerza democrática del sistema.

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Como anticipando la decisión democristiana de mañana y para quitarle drama al problema, el secretario democristiano Benigno Zaccagnini recomienda en un artículo la unidad del partido, y prefiere que sea el Parlamento el que se pronuncie sobre las elecciones de otoño. Asegura además a sus acólitos, por enésima vez, que el «acuerdo a seis» abarca sólo el orden económico y el orden democrático, sin modificar los vínculos con el electorado ni mezclar a la DC con los comunistas, cuyas concepciones del hombre y de la sociedad siguen siendo antagónicas.

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