"Se necesita una Constitución de consenso entre todos los grupos parlamentarios"

Todas las Constituciones españolas, desde el siglo XIX fueron, en mayor o menor grado, constituciones de partido: de un grupo de españoles que imponía su ideología a los demás. Hoy no podemos caer en ese error, afirmó ayer Landelino Lavilla, ministro de Justicia, en la conferencia que pronunció en el Club Siglo XXI.Tras hacer un análisis de las líneas generales de actuación del anterior Gobierno y de sus logros políticos se adentró en el tema de la futura Constitución.

Lo auténticamente inédito habrá de ser la aprobación de una Constitución que exprese el consenso generalizado, el común...

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Todas las Constituciones españolas, desde el siglo XIX fueron, en mayor o menor grado, constituciones de partido: de un grupo de españoles que imponía su ideología a los demás. Hoy no podemos caer en ese error, afirmó ayer Landelino Lavilla, ministro de Justicia, en la conferencia que pronunció en el Club Siglo XXI.Tras hacer un análisis de las líneas generales de actuación del anterior Gobierno y de sus logros políticos se adentró en el tema de la futura Constitución.

Lo auténticamente inédito habrá de ser la aprobación de una Constitución que exprese el consenso generalizado, el común denominador político de los partidos e ideologías representados en las Cortes.

Por ser una Constitución de «consenso» entre las diversas ideologías, no podrá ser íntegramente ni conservadora, ni progresista, ni socialista, ni democristiana, puesto que no recogerá la totalidad de los valores e ideales de un solo partido. Habrá de ser más bien una Constitución «formal» que, sin estar cortada a la medida de la derecha, de la izquierda o del centro, constituya un marco para que pueda gobernar sin alteraciones constitucionales, tanto la derecha como la izquierda o el centro.

Esa Constitución de «consenso» y «formal» habrá de prestar más atención a los aspectos orgánicos estructurales y funcionales que a los puramente dogmáticos o de principio.

Terminó el señor Lavilla con una especial mención del papel de la Corona en este proceso: la Corona -dijo- expresa la continuidad histórica del Estado y de la vida nacional y algunos aspectos de la Constitución democrática, antes señalados, pueden ser especialmente fecundos en el marco institucional de la Monarquía.

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