En espera de la declaración programática

«Acostumbrados a una larga excepcionalidad, donde no funcionaban partidos ni se elaboraban programas y el «quién es quién» era un importante índice para saber qué grupo de presión emergía en primera fila, es difícil habituarse a un sistema democrático donde lo importante son, sobre todo, los colectivos políticos y sus programas. Esta dificultad de superar esta vieja práctica está en la raíz del mal recibimiento (por decirlo de forma moderada) del que fue objeto el segundo Gobierno de la Monarquía: análisis biográfico en lugar de programático.La constatación de esta deficiencia, más el recuerdo...

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«Acostumbrados a una larga excepcionalidad, donde no funcionaban partidos ni se elaboraban programas y el «quién es quién» era un importante índice para saber qué grupo de presión emergía en primera fila, es difícil habituarse a un sistema democrático donde lo importante son, sobre todo, los colectivos políticos y sus programas. Esta dificultad de superar esta vieja práctica está en la raíz del mal recibimiento (por decirlo de forma moderada) del que fue objeto el segundo Gobierno de la Monarquía: análisis biográfico en lugar de programático.La constatación de esta deficiencia, más el recuerdo de lo que ocurrió hace doce meses, junto con un elemental sentido político, nos hace esperar a la declaración programática para dar una opinión provisional, ya que la definitiva estará en función de la manera que él actúe con la sociedad española. El nuevo Gobierno en sí no nos beneficia ni nos perjudica. Sólo deseamos que practique una política inteligente. En la medida que lo consiga, que las Cortes se lo premien, y si no que se lo demanden.»

5 julio

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