Secuestro de un autobús de pasajeros en Nueva York

Un joven marinero panameño, de raza negra, llamado Luis Robinson, dio muerte en la noche del pasado lunes a dos personas e hirió a otras dos en el transcurso del secuestro de un autobús de pasajeros a cuyo conductor, que resultaría muerto, obligó a dirigirse al aeropuerto John F. Kennedy, de Nueva York. Tras ocho horas de tensión, y cuando las autoridades accedieron a poner a su servicio un avión DC-8, el secuestrador se rindió a la policía, arrojando su pistola desde la escalerilla del avión.Robinson, tripulante del buque norteamericano Detroit, estacionado frente a las costas de Maine...

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Un joven marinero panameño, de raza negra, llamado Luis Robinson, dio muerte en la noche del pasado lunes a dos personas e hirió a otras dos en el transcurso del secuestro de un autobús de pasajeros a cuyo conductor, que resultaría muerto, obligó a dirigirse al aeropuerto John F. Kennedy, de Nueva York. Tras ocho horas de tensión, y cuando las autoridades accedieron a poner a su servicio un avión DC-8, el secuestrador se rindió a la policía, arrojando su pistola desde la escalerilla del avión.Robinson, tripulante del buque norteamericano Detroit, estacionado frente a las costas de Maine, subió a un autobús con nueve pasajeros en la estación de Manhattan. Poco después encañonó al conductor con una pistola y le. obligó a dirigirse al aeropuerto neoyorquino. En el trayecto, y mientras gritaba que era maltratado «en este país», disparó a bocajarro contra uno de los pasajeros, causándole la muerte.

Una vez en el aeropuerto Kennedy, el autobús arremetió contra una de las vallas metálicas de seguridad y se estacionó en una de las pistas, mientras la policía cerraba al tráfico el aeropuerto y rodeaba el vehículo. El secuestrador hizo varios disparos y dejó caer desde el autobús el cadáver de una mujer, a la vez que comunicaba a la policía que se le entregaran seis millones de dólares (más de cuatrocientos millones de pesetas) y un avión con autonomía de vuelo para cinco mil kilómetros.

En uno de los recorridos por una de las pistas, arrojó también el cuerpo mortalmente herido del conductor. A partir de entonces, las autoridades accedieron a las peticiones del secuestrador, temiendo por las vidas del resto de los rehenes, entre los que se encontraban algunos niños. Cuando el autobús era conducido al pie del DC-8 de la compañía AIRLIFT INTERNATIONAL, el secuestrador arrojó del vehículo en marcha a un joven, que resultó ileso en la caída. En el momento de subir a la escalerilla del avión, Robinson arrojó su pistola, del calibre 45, y se entregó a la policía.

En opinión de uno de los rehenes supervivientes, el secuestrador demostró, en sus actos y palabras a bordo del autobús, tener perturbadas sus facultades mentales.

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