"Tuvimos miedo; pero lo dominamos"

A las siete menos dos minutos tomaba tierra el avión de Iberia «Asturias» secuestrado el pasado lunes cuando volaba de Barcelona a Palma, y tras haber protagonizado uno de los más largos secuestros de la historia. Luciano Porcari, que tomó el avión para exigir a cambio la entrega de sus dos hijas, Margarita y Consuelo, de tres y cinco años, fue reducido en Zurich por el comandante español Santamaría Pena. El avión llevaba en poder de Porcari más de 45 horas. En todo el episodio, dos enfermos por crisis nerviosas, y un herido de bala -un policía suizo vestido de Iberia- en un pie. Ayer había en...

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A las siete menos dos minutos tomaba tierra el avión de Iberia «Asturias» secuestrado el pasado lunes cuando volaba de Barcelona a Palma, y tras haber protagonizado uno de los más largos secuestros de la historia. Luciano Porcari, que tomó el avión para exigir a cambio la entrega de sus dos hijas, Margarita y Consuelo, de tres y cinco años, fue reducido en Zurich por el comandante español Santamaría Pena. El avión llevaba en poder de Porcari más de 45 horas. En todo el episodio, dos enfermos por crisis nerviosas, y un herido de bala -un policía suizo vestido de Iberia- en un pie. Ayer había en Barajas, a la llegada del avión, gritos de enhorabuena y aplausos a la tripulación que con serenidad y aplomo siguió la increíble aventura de este secuestro.

De alguna forma, había en toda esta aventura dos protagonista: el comandante Recuenco, que llevaba la responsabilidad del viaje Barcelona-Palma cuando se produjo el secuestro (y que siguió al frente de la nave durante el largo vaivén por los aires), y el comandante Santamaría Pena, que subió como tripulación de refresco en Zurich y logró reducir al italiano Porcari. El avión durmió la noche del martes en Varsovia, como ya informamos a nuestros lectores. LUL ciano Porcari había pedido que a las siete de la mañana de ayer estuvieran en Zurich los tripulantes de relevo que se consideraran necesarios y que el avión fuera llenado de combustible a tope. A las ocho y cuarenta y uno de la mañana de ayer el secuestrador pide al comandante Recuenco que le dé su palabra de que entre la tripualción de relevo no habrá ningún policía camuflado. A las nueve y tres minutos el avión toma tierra en el aeropuerto de Zurich. El comandante pasa el mensaje de que «el enfermo está en el suelo y ha llegado vivo». Aunque el mensaje podría estar en clave parece ser que, en efecto, hay un hombre en grave estado (úlcera gástrica agravada por el stress).

Nueve y dieciséis minutos. El comandante se queja de que el comandante Pío Rodríguez ha baja do del avión y no ha vuelto aún. El secuestrador se pone muy nervioso y quiere salir, a toda costa, de Zurich para dirigirse a Turín. Desde Madrid se le dice al comandante que son muchas horas al frente del avión y que no debe seguir volando. Vuelve el comandante. Pío Rodríguez. Se conviene que en1 cuanto la torre de control avise se hará el relevo de la tripulación. Nueve -y veintiún minutos. El secuestrador está muy nervioso. Dice que no se puede esperar más. Así lo comunica el comandante Recuenco. El secuestrador agradece al piloto el interés que se toma por acelerar los trámites. En ese momento se permite el relevo.Va a producirse el cambio de la tripulación. El comandanteJosé Miguel Santamaría va al frente. Tras él, y con uniforme de Iberia, van dos policías suizos. Es el propio comandante Santamaría quien cuenta la situación: «La verdad es que no fue dificil. Ibamos al relevo, y con la idea de que la situación era insostenible, por lo que estábamos buscando una solucióndefinitiva. Hubo un momento de gran tensión. Yo pude acceder fácil mente porque hablaba castellano. Pero los policías que iban vestidos con uniforme de Iberia no hablaban más que alemán. Subí al avión y saludé al secuestrador. Notamos que estaba muy nervioso. En un .momento determinado me dio laespalda. Estaba como a dos metros de distancia. Aproveché el rnomento y me abalancé sobre él. Di un grito para alertar a los policí -as que estaban ya por el pasillo del avión. Me encañonó, pero pude desviar el rifle. De todas formas -hirió en un pie a uno de los policías.» -¿Calibró el peligro que corría en esos momentos?

Torna entonces la palabra el comandante Torres Arias, jefe de seguridad U vuelos, para decir escuetamente: No comment. El comandante,Santamaría pide la palabra para decir que sí, que todo estaba preparado y que se iba a ello.

-¿Pasaron miedo?

-No comment- es la respuesta del comandante Arias. Otra vez el comandante Santamaría toma la palabra para decir que «el miedo es inherente a la condición humana. Pero lo importante no es sentirlo, sino dominarlo».

El secuestro

El comandante Recuenco, que siguió al pie del avión, minuto a minuto, la odisea, fue parco en palabras. «Apareció el auxiliar Raimundo Rubio para decirme que un pasajero quería secuestrar el avión. No le creí. Pensé en una broma. Luego le vi y, efectivamente, no fue tal broma. No daba órdenes más que para la etapa siguiente. El fusil lo había pasado pegado a la pierna con esperadrapos. En el servicio aparecieron los esparadrapos con su pelo.

Cuando EL PAIS preguntó que cómo era el secuestrador, que cómo le definiría, se hizo una gran reserva. «Ya le contestaré mañana o dentro de unos días.» Sorprendentemente, ante de comenzar la rueda de prensa, ya se habló de posibles reservas informativas.

EL PAIS publicaba ayer que el secuestrador había bebido por lo menos dieciocho litros. «¿Y sus necesidades?» «No las hizo», fue la respuesta. «Una vez fue a orinar, y lo hizo con la puerta del servicio abierta y apuntando con el rifle. » ,

Así acabó el secuestro. El balance en números podría ser el siguiente -horas de vuelo: 18.4 1. Horas de secuestro: 45. Kilómetros volados: 13.500. Combustible consumido: 82.000 litros.

Ahora, Luciano Porcari y su hija Margarita están en Zurich a disposición de las autoridades.

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