El "otoño caliente" fue menos conflictivo de lo anunciado

Termina el año y con él lo que se dio en denominar el «otoño caliente». Más de ochocientos convenios colectivos, correspondientes a distintos ámbitos, sectores y provincias, y que afectaban a cerca de millón y medio de trabajadores, estaban pendientes de renovar o negociar en este último trimestre.

Las manifestaciones de los líderes de los distintos sindicatos ilegales, recogidas en diversos medios de difusión (EL PAÍS, entre otros), anunciaban para los últimos meses del año una conflictividad preocupante. Han pasado los meses y es el momento, aun desconociéndose todavía el número de ho...

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Termina el año y con él lo que se dio en denominar el «otoño caliente». Más de ochocientos convenios colectivos, correspondientes a distintos ámbitos, sectores y provincias, y que afectaban a cerca de millón y medio de trabajadores, estaban pendientes de renovar o negociar en este último trimestre.

Las manifestaciones de los líderes de los distintos sindicatos ilegales, recogidas en diversos medios de difusión (EL PAÍS, entre otros), anunciaban para los últimos meses del año una conflictividad preocupante. Han pasado los meses y es el momento, aun desconociéndose todavía el número de horas de trabajo perdidas y el número de despidos, o sanciones que se han producido en este período, de preguntarse por la temperatura real de este otoño laboral 1976.Otoño que no ha sido tan caliente como algunos deseaban o temían, a juzgar por las colecciones de este mismo diario y por las manifestaciones que hemos recabado de las distintas centrales sindicales, sin ser tampoco un período fácil.

Para algunos miembros de la oposición sindical, consultados por EL PAÍS, en líneas generales «el otoño caliente» no lo ha sido tanto, por el funcionamiento de la COS, por el proceso de debilitamiento relativo de CC OO (escisiones del Partido del Trabajo y la Organización Revolucionaria de Trabajadores), y por el frenazo impuesto por los partidos políticos más interesados, en estos momentos, en las nuevas estructuras políticas que en las sindicales. Otras fuentes, también de la oposición, reconocían que la mayor flexibilidad de las patronales, en muchos conflictos, y del propio Gobierno y CNS, habían quitado leña a la conflictividad.

Como grandes tantos del otoño caliente se apuntan, y así son reconocidos por las propias centrales sindicales, la jornada de protesta del día 12 de noviembre contra las medidas económicas del Gobierno y el reciente convenio de Renfe. En la jornada de lucha, convocada por la COS, participaron más de 2.000.000 de trabajadores, según dicha organización y el convenio de Renfe, que afectó a más de 70.000 trabajadores, fue firmado sin que se produjera militarización del personal ni graves incidentes. Como fracaso más rotundo, reconocido por las propias centrales sindicales, está la huelga de la Empresa Municipal de Transportes de Madrid, donde la represión -dicen- alcanzó cotas muy similares a los años más duros de la dictadura.

La construcción ha sido y es (en estos momentos afecta a Valencia), uno de los sectores de mayor conflictividad en el otoño caliente. La negociación de convenios desencadenó en distintas provincias (La Coruña, León, Zaragoza, Tenerife, Navarra y Guipúzcoa, entre otras) largas huelgas. Uno de los conflictos de mayor dureza y duración se registró en este sector en Vizcaya, donde cerca de 30.000 trabajadores permanecieron mes y medio en huelga.

El metal, uno de los sectores a priori más conflictivos, no lo fue tanto, registrándose una larga y al final poco feliz huelga en la zona de Sabadell, resolviéndose en forma desigual los conflictos planteados por el sector en otras ciudades y provincias.

Los transportes urbanos de distintas ciudades, estibadores y funcionarios municipales (policías y bomberos), también generalizaron conflictos. En empresas, los conflictos más duros correspondieron a Roca Radiadores, Enasa, Tarabusi, Iberia y Reace. En muchos casos, el reconocimiento de representantes de los trabajadores al margen del verticalismo, evitó el que se desencadenaran graves conflictos. Convenios como el de Seat, que se presentaban muy difíciles, fueron firmados sin agotar el plazo de los diez días. Otro tanto sucedió con el convenio de la banca privada que fue firmado, con escasos incidentes, por los representantes del sindicato oficial, en este caso.

Durante estos meses, en este extremo hay acuerdo unánime entre las centrales sindicales -a pesar de las diferentes posturas que mantienen en la COS-, se ha observado una aceleración en el proceso desintegrador de la CNS.

Por último ha habido otros dos conflictos importantes, que no han sido comentados por las centrales sindicales, el de Correos y Telégrafos y el de profesores de EGB. En el primero se reflejaron tensiones entre distintas corrientes sindicales, concretadas en el Comité Ejecutivo de Carteros y la Comisión Estatal Negociadora.

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