Manifestación de policías romanos contra el terrorismo

Estamos cansados de morir, gritaban anoche, con motivo de los últimos sucesos terroristas, mil funcionarios de policía que en cortejo marcharon a un cuartel contiguo a la comisaría central de Roma. Piden seguridad, garantías, mayor rigor de la justicia.En 24 horas, cinco son los muertos: tres hombres del orden han caído cumpliendo con su deber. Otros dos disparando a mansalva, luchando por sus ideales. La indignación ha sido unánime en el país. Todas las fuerzas políticas responsables están de acuerdo en que la democracia tiene que liberarse de la pesadilla del terrorismo seudopolít...

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Estamos cansados de morir, gritaban anoche, con motivo de los últimos sucesos terroristas, mil funcionarios de policía que en cortejo marcharon a un cuartel contiguo a la comisaría central de Roma. Piden seguridad, garantías, mayor rigor de la justicia.En 24 horas, cinco son los muertos: tres hombres del orden han caído cumpliendo con su deber. Otros dos disparando a mansalva, luchando por sus ideales. La indignación ha sido unánime en el país. Todas las fuerzas políticas responsables están de acuerdo en que la democracia tiene que liberarse de la pesadilla del terrorismo seudopolítico.

Las Brigadas Rojas surgieron hace siete años como un desafío al Estado democrático. Su campo de trabajo era el proletariado urbano de las grandes ciudades, entre los emigrantes que no aceptan la marginación. De una fase de propaganda política y unificación de objetivos pasaron enseguida a la lucha armada clandestina. A finales' de 1975 hicieron un pacto operativo con los llamados «Núcleos Armados Proletarios», atentos sobre todo a los «sumergidos» de las cárceles y al subproletariado del sur del país. Si los primeros se inspiran todavía en cuatro nociones mal asimiladas de sociología, los segundos, desde el «Colectivo de las cárceles de Florencia», de 1974, y los «Condenados de la Tierra», tratan de imitar a los Hermanos Soledad, denominándose, en vez de panteras negras, panteras rojas

La prensa cuenta monótonamente esta historia humana: el joven policía de veinticuatro años que estaba a punto de casarse, el joven brigadista Walter Alasio, que a los veinte años duerme con la metralleta cargada, el bandido de profesión que estudia en la cárcel, se politiza, huye de la prisión y cae muerto en las calles romanas, mientras sus compañeros de lucha del «Núcleo 29 de Octubre» le prometen que otro volverá a empuñar su pistola contra el verdugo y los perros de guardia, contra un Estado imperialista de las multinacionales que está aterrorizando a la clase obrera.

Este cáncer del terrorismo no es exclusivo de Italia. Corriere della Sera de Milán, recuerda ayer la Irlanda del Norte, los autonomistas de Córcega, América latina. No se le olvida la España franquista y la posfranquista, donde los atentados se alternan con los secuestros de personas en una confusión de papeles y de objetivos que van desde las reivindicaciones de los vascos hasta las luchas por una mayor democracia.

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Entretanto, en Sesto San Giovanni, un barrio de Milán, que en otros tiempos se llamaba la Stalingrado de Italia, se realizó ayer otra concentración popular contra el terrorismo, que ha sido masiva, conmovedora. En este año de conflictos con las «Brigadas Rojas» y con los NAP han caído ya unos 44 hombres de la policía y de los «carabineros». Seguramente, las manifestaciones proseguirán en el futuro, acompañadas de una intensificación de la lucha antiterrorista.

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