OIvidar nuestra guerra y mirar hacia adelante no es entreguismo

«No me importa que me llamen liberal si ello significa que admito que no siempre tengo razón, que estoy dispuesto al diálogo con todas las personas que sean dialogables, que estoy dispuesto a que no haya más luchas fratricidas y que quiero que España sea de todos los españoles», manifiesta el vicepresidente primero del Gobierno para la Defensa, teniente general Gutiérrez Mellado.El vicepresidente, en unas declaraciones hechas al presidente de la agencia Efe al cumplirse un mes de ocupar su cargo, contesta a diversas preguntas en torno al 18 de Julio, que entiende perfectamente justificado -«el...

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«No me importa que me llamen liberal si ello significa que admito que no siempre tengo razón, que estoy dispuesto al diálogo con todas las personas que sean dialogables, que estoy dispuesto a que no haya más luchas fratricidas y que quiero que España sea de todos los españoles», manifiesta el vicepresidente primero del Gobierno para la Defensa, teniente general Gutiérrez Mellado.El vicepresidente, en unas declaraciones hechas al presidente de la agencia Efe al cumplirse un mes de ocupar su cargo, contesta a diversas preguntas en torno al 18 de Julio, que entiende perfectamente justificado -«el Ejército intervino para recoger el poder, que se estaba quedando en medio de la calle»-, aunque dista de coincidir con quienes aprecian que vivimos una situación análoga.

«En primer lugar -dice el teniente general-, el pueblo español recuerda aquella terrible experiencia y nadie medianamente sensato querría repetirla. Además, se ha producido una evolución favorable del país, que es inútil que algunos quieran ignorarla. España, entonces, era un país subdesarrollado y hoy está en pleno desarrollo, con un aumento del nivel de vida y cultural verdaderamente importante, aunque sea aún mucho lo que queda por hacer. Sólo unas minorías, que persiguen objetivos no muy claros y que pretenden mantener intereses muy particulares o están poseídos de afanes revanchistas, pretenden convencer al pueblo español de que estamos igual que entonces.»En relación con la proyección que el pasado puede tener en el futuro del país, el vicepresidente considera necesario hacer, entre otras, las siguientes puntualizaciones:

«La guerra acabó con una victoria por la que no se va a pedir ahora perdón, como pretenden algunos, lo que no supone que no merezcan comprensión y respeto quienes lucharon limpiamente al otro lado. El régimen que surgió legitimado con la victoria no puede ser juzgado hasta que desaparezcan quienes vivieron aquella etapa de la vida de España; cuarenta años de historia no constituyen, una etapa transitoria para volver a empezar e ignorar este período y querer basar cualquier actividad política en lo que pasó en la guerra es no querer que la paz siga imperando en España. El respeto a la memoria de Franco ha de ser aceptado por todos y piedra de toque para que esa paz sea posible.»

«El olvidar nuestra guerra y mirar hoy hacia adelante -termina diciendo al respecto el vicepresidente- no supone entreguismo, claudicación ni humillación para ninguno, sea cual fuere el bando en que luchó, sino, al contrario, paz donde antes hubo lucha; convivencia pacifica en vez de posiciones agresivas, y permanente cooperación en lugar de acciones contrapuestas, relaciones políticas normales contra la dialéctica de la violencia. Todo ello encuadrado en un marco político nuevo que permita las discrepancias ideológicas, pero exigiendo y respetando unas reglas de juego iguales para todos.»

La situación ecónómica

«Mis conocimientos de economía se limitan a los que puede poseer el ciudadano medio», manifiesta al ser preguntado por su opinión sobre la situación económica. «Por lo que conozco -agrega-, puedo decir que, aunque la situación es difícil, no es tan crítica como pretenden hacernos creer algunos agoreros, quizá presentándose como poseedores en exclusiva de las soluciones adecuadas. Pero no creo que la nación salga adelante si todos y cada uno no estamos decididos a rendir al máximo en nuestro trabajo y a Cumplir nuestras obligaciones de todo orden hacia el Estado.»Preguntado por el Ejército, el teniente general Gutiérrez Mellado manifiesta que su representación corresponde en total exclusiva al Rey. «Ser vicepresidente para Asuntos de la Defensa -agrega- no supone la menor intromisión en las responsabilidades que recaen sobre los tres ministros militares y, al nombrarles, quiero subrayar que mi compenetración con ellos, en estas pocas semanas que llevo en el Gobierno, ha sido y es total.»

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La defensa en la nueva etapa

Alude seguidamente el vicepresidente a los problemas de la defensa, que califica de grandes en un momento como el actual, del mayor interés, «pues es evidente que comienza una nueva etapa y que es preciso tomar bien la salida y aprovechar al máximo las posibilidades que se nos ofrecen ».De acuerdo con un informe que realizó cuando aún era jefe del Estado Mayor Central, se trata de conseguir entre todos «un Ejército moderno, reflejo de la actual sociedad española, orientado a la cooperación con el mundo libre, ajustado a los medios que la nación pueda proporcionar, pero que sea capaz de lograr su máxima capacidad operativa para constituir un potencial seriamente disuasorio contra todos los que quieran amenazar a la Patria».

Se manifiesta obsesionado por la unión entre los cuadros de mando, del Ejército. Para él, según el informe mencionado, no se trata sólo de una unidad de doctrina, sino de una unión, sin fisuras, desde el generalato hasta la suboficialidad, basada primordialmente en la disciplina y en una comunión espititual, amistosa, basada en el compañerismo dentro de la jerarquía, pero sin baches generacionales, ni diferencias porque se proceda de diversos orígenes, cuerpos o escalas, para lograr que nuestro Ejército sea un bloque monolítico verdadero.

Observa el entrevistador que, no obstante, en estos últimos tiempos han saltado a los medios de información ciertos hechos que parecen señalar, por lo menos, diferencias de criterio en el seno del Ejército.

«Es lógico y natural -responde el teniente general Gutiérrez Mellado- que existan criterios personales distintos entre los cuadros profesionales del Ejército. Pero esté seguro, y que lo sepan todos los españoles, que las Fuerzas Armadas rechazan y rechazarán cuanto atente a su disciplina y a su unión, garantías básicas de su eficacia, y mantienen un elevado espíritu de disciplina y de sacrificio que las hace siempre estar dispuestas a cumplir su alta misión de defender la Patria contra cualquier peligro grave que la amenazara.»

Posible extralimitación de dos generales

Conviene, sin embargo, el vicepresidente, en que ha habido recientemente ciertas actitudes y declaraciones que pueden haber inducido a la confusión de la opinión pública, seguidas de unas decisiones de carácter administrativo.«Ante, una posible extralimitación en su actuación de dos prestigiosos generales -agrega el teniente general Gutiérrez Mellado-, el Gobierno ha decidido que por el Ministerio del Ejército se realicen los trámites necesarios, de acuerdo con la legislación vigente, para que, en cuanto proceda, se tomen determinadas medidas administrativas, trámites que actualmente se están cumpliendo. Creo que con ello el Gobierno cumple con el deber indeclinable de mantener el principio de autoridad, deber que le impide ignorar la existencia de una posible falta.»

«No me extraña que aireen el hecho -agrega-, en un torpe intento de sembrar confusión, los que siempre trataron de producir la escisión de nuestros ejércitos.»

En relación con el tema, que alude directamente a las acciones gubernamentales emprendidas contra los tenientes generales De Santiago e Iniesta, el vicepresidente termina diciendo:

«Lo que sí me resulta profundamente doloroso es que sea tomado como bandería, con claros fines políticos, por algunos que siempre proclamaron una inquebrantable adhesión a nuestras Fuerzas Armadas y que tan acertado y respetuoso supieron guardar ante medidas similares aplicadas, en tiempos todavía no muy lejanos, a generales de igual o mayor prestigio."

Orden público

Al abordarse el tema del orden público, el vicepresidente manifiesta que su preocupación es la del Gobierno, que está decidido a mantenerlo a toda costa, pues sin él no hay libertad y no se puede tolerar que unas minorías intenten hacer fracasar la convivencia pacífica.«Pero también está dispuesto el Gobierno a conseguirlo con un sentido de estricta justicia, pues la Ley ha de ser igual para todos, decisión ésta que es conveniente conozcan todos los agitadores o grupos que están llevando la violencia a la calle -agrega- Para mí, por muy alto que pudiera ser un ideal político, no puede tratar de imponerse al un estado de pleno Derecho por la fuerza, el chantaje, la intimidación y el terrorismo.»

Finalmente, el teniente general Gutiérrez- Mellado rechaza algunas afirmaciones que se han hecho, por ejemplo que mi propósito es destruir al Ejército o que se intenta retirar a más de mil jefes y oficiales, y afirma que «no pueden ser aceptadas, incluso por las mentes más ingenuas, pero siempre hacen daño».

Por último, el vicepresidente del Gobierno quiere encontrar la aceptación que ha encontrado a su nombramiento «en que sin darme cuenta lo que he tratado de hacer y decir es precisamente lo que coincide con lo que desea la mayoría de los españoles».

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