Giscard aumenta su poder con un "premier" sin partido

Machacando sus palabras, para mejor resaltar su intención agresiva, con sequedad grave, después de anticipar a los periodistas que, leída su declaración, no respondería a ninguna pregunta, Jacques Chirac, a mediodía de ayer, en el hotel Matignon, declaró textualmente: «Acabo de presentar la dimisión de mi Gobierno al presidente de la República. De antemano, ya le había hecho conocer mi intención. En efecto, yo no dispongo de los medios que considero necesarios para asumir eficazmente mis funciones de primer ministro. Y, en estas condiciones, he decidido poner punto final. Muchas gracias». Nada...

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Machacando sus palabras, para mejor resaltar su intención agresiva, con sequedad grave, después de anticipar a los periodistas que, leída su declaración, no respondería a ninguna pregunta, Jacques Chirac, a mediodía de ayer, en el hotel Matignon, declaró textualmente: «Acabo de presentar la dimisión de mi Gobierno al presidente de la República. De antemano, ya le había hecho conocer mi intención. En efecto, yo no dispongo de los medios que considero necesarios para asumir eficazmente mis funciones de primer ministro. Y, en estas condiciones, he decidido poner punto final. Muchas gracias». Nada más.

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Minutos antes, se había celebrado el último Consejo de Ministros del Gabinete-Chirac, en el Eliseo. Y, al finalizar, el secretario general del palacio presidencial, François Poncet, ante la prensa, anunció la dimisión del primer ministro y de su Gobierno con los agradecimientos protocolarios del presidente. De esta manera, el misterio que durante el último mes, dio lugar a todos los pronósticos, a todos los desmentidos -todos los ridículos-, terminó con el desenlace de una crisis a la que, con unanimidad, se le concede un «carácter dramático».

El divorcio

La historia del «divorcio» entre Giscard y Chírac, empezó, como ya evocaron algunos observadores días pasados, el último 26 dejulio, con una carta del primer ministro al presidente, en la que le exponía sus deseos de abandonar sus funciones. Según esta misiva, Chirac consideraba que, «por razones políticas y económicas, creía necesario que la autoridad del primer ministro fuera reforzada». Pero -añadía-, ante la inviabilidad de tal deseo, presento mi dimisión».Acto seguido, Giscard le respondió, para «tomar conocimiento de su decisión» y para rogarle que retrasara su decisión hasta el Consejo de Ministros del 25 de agosto. Al día siguiente, 27 de julio, Chirac, también por medio de una carta, aceptó el ruego del presidente y aludió a,«la tristeza con la que me veo obligado a tomar mi decisión».

La declaración de Chirac, ayer por la mañana, es única en la historia de la V República. En cada ocasión, los seis primeros ministros que ha tenido Francia desde 1958, al ser «dimitidos» se retiraron silenciosamente, tristes o rabiosos, pero sumisos. El «desafío» de Chirac y las «cartas históricas», en consecuencia probaron, ajuicio de los comentaristas, que más que dimitido, se ha retirado él.

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Incompatibilidad

Las razones de esta ruptura se han venido explicando durante las últimas semanas de crisis. A nivel político, la enfermedad consistía en el problema del «reparto de responsabilidades»: La incompatibilidad entre el presidente y su primer ministro, cada vez que este último quiere «gobernar», es un cáncer específico en las instituciones de la V República.En la práctica, esta incompatibilidad entre Giscard y Chirac se tradujo por la divergencia de orientaciones de los dos hombres, en política interior y exterior: la «austeridad»en los métodos económicos, la manera «fuerte» en lo político, la sacrosanta supremacía de la fuerza atómica en materia de defensa nacional, temas genéricos pleiteados por Chirac, chocaban con el pretendido reformismo de Giscard; y, diplomáticamente, la distensión con los americanos y las tendencias más europeas de Giscard, afectaban al principio número uno del gaullista Chirac: la independencia nacional.

La retira da de Chirac se interpretó inmediatamente, por la mayoría de los observadores, como «el final de la V República y el principio de la VI», según expresión que adelantó hace unos días, el líder del gaullismo histórico, Sanguinetti. Esta interpretación parece evidente: el gaullismo terminó con el general De Gaulle. Pompidou simbolizó un período de transición, incoloro, y, los dos primeros años del giscardismo estuvieron impregnados de «chiraquismo», más por las razones tácticas que impuso la elección presidencial de 1974, que por coincidencia entre los dos hombres.

El fin del gauilismo

Desde ayer, se opinaba Giscard tiene las manos libres, incluso para adelantar las elecciones y, sobre todo, para «presidencializar» aún más al régimen.«El gaullismo, estimaba el vespertino Le Monde, entra en el museo de la historia. Ocurra lo que ocurra, el pasado ha muerto, aunque el futuro del régimen y de cada uno de nosotros, no ha nacido aún».

Chirac se ha ido acompañado por una cierta simpatía general. Su partido, la UDR, del que es el líder indiscutido y al que parece que va a dedicarse -además de intentar volver al Parlamento-, aprobó oficialmente su decisión. El líder socialista, Mitterrand, declaró que «Giscard ha perdido su mejor primer ministro». En -general, se coincide en que Chirac es el único «animal» político de la derecha, al que le llegará su segunda hora, probablemente, en el momento de las próximas elecciones, legislativas, cantonales y presidenciales.

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