Gran Bretaña rompe relaciones con Uganda

Gran Bretaña rompió ayer sus relaciones diplomáticas con Uganda. El anuncio lo hizo en el Parlamento el ministro de Asuntos Exteriores, Anthony Crossland, quien dijo que esta primera ruptura de relaciones con un país miembro de la Commonwealth hacia Gran Bretaña «con profundo dolor» y sin que signifique ninguna repulsa de la conducta del pueblo ugandés. La decisión fue acogida en el Parlamento con signos aprobatorios. Tanto el portavoz de relaciones exteriores de la oposición, Reginald Maudling, como el líder liberal, David Steel, expresaron su simpatia por esta conducta final del Gobierno...

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Gran Bretaña rompió ayer sus relaciones diplomáticas con Uganda. El anuncio lo hizo en el Parlamento el ministro de Asuntos Exteriores, Anthony Crossland, quien dijo que esta primera ruptura de relaciones con un país miembro de la Commonwealth hacia Gran Bretaña «con profundo dolor» y sin que signifique ninguna repulsa de la conducta del pueblo ugandés. La decisión fue acogida en el Parlamento con signos aprobatorios. Tanto el portavoz de relaciones exteriores de la oposición, Reginald Maudling, como el líder liberal, David Steel, expresaron su simpatia por esta conducta final del Gobierno, aunque nadie se extendió en consideraciones sobre los motivos de la ruptura. Existe el temor de que Idi Amin, el presidente de Uganda, tome cualquier calificativo como base de una represalia que tendría como víctimas a los 200 británicos que aún viven en aquel país africano. La embajada francesa en Kampala se encargará a partir de ahora de los intereses británicos en Uganda. Los diplomáticos ingleses que se han quedado en Kampala ocuparán una oficina en las dependencias de aquella embajada para que sus compatriotas no se sientan desamparados. Crossland dijo ayer en los Comunes, que los ingleses que se han quedado en Uganda deben ser conscientes de los riesgos que corren bajo el Gobierno de Idi Amin. Inmediatamente después de que Amin fuera colocado en el poder con el beneplácito de varios poderes extranjeros, entre ellos el de Gran Bretaña, el dictador africano decidió la expulsión de numerosos británicos de origen asiático que vivían en su país desde antes de los tiempos de Obote, el presidente al que Idi Amin depuso. Después, a principios del pasado año, Idi Amin condenó a muerte a un escritor inglés, que lo había calificado de «dictador de aldea» en un libro que aún no se ha publicado. En esa ocasión, Amin exigió primero la presencia en Kampala de la reina Isabel, y luego la del primer ministro Wilson como condición para perdonarle la vida al condenado. Finalmente se contentó con la presencia de Callaghan, que entonces era ministro de Asuntos Exteriores, y dejó que el escritor saliera libremente de su país. Este año, a raíz del rescate efectuado por los israelíes en el aeropuerto de Entebbe, una señora británico-israelí, que formaba parte del pasaje del avión de la Air France secuestrado y mantenido en Uganda, desapareció en misteriosas circunstancias y fue al parecer asesinada por soldados de Amin, airados por el éxito del rescate israelí. A pesar de los intentos británicos de conseguir información oficial sobre el destino de aquella señora, Amin no supo dar una explicación convincente.

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