Cartas al director

El perro expiatorio

Leo en EL PAIS del día 15 un artículo relacionado con el reciente decreto sobre «Perros y gatos de convivencia humana». De ello deduzco, sin demasiado esfuerzo, que esto se va a convertir en un campo de exterminio a lo nazi, para todo aquel desafortunado que haya nacido «amigo del hombre». Si el lector no es amigo de la vida, es decir, si se dedica a quemar loros, acuchillar monos, «divertirse» con las vaquillas en las «entrañables» fiestas de los pueblos, si permanece indiferente ante la carrera de armamento (armas para «la paz», eso si) entonces puede dormir tranquilo: los tiempos están a su...

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Leo en EL PAIS del día 15 un artículo relacionado con el reciente decreto sobre «Perros y gatos de convivencia humana». De ello deduzco, sin demasiado esfuerzo, que esto se va a convertir en un campo de exterminio a lo nazi, para todo aquel desafortunado que haya nacido «amigo del hombre». Si el lector no es amigo de la vida, es decir, si se dedica a quemar loros, acuchillar monos, «divertirse» con las vaquillas en las «entrañables» fiestas de los pueblos, si permanece indiferente ante la carrera de armamento (armas para «la paz», eso si) entonces puede dormir tranquilo: los tiempos están a su favor. Pero, esperemos un momento, vamos a ver, ¿es usted por casualidad turco o negro, o judío, o mujer, o, simplemente, enfermo sin dinero?, entonces, por mucho que odie a los «irracionales» (?), debe andarse con cuidado, ya que esto que está pasando es un fenómeno muy conocido en psicología, consistente en que la colectividad proyecta su culpabilidad y sus terrores sobre algún ser, siempre indefenso; ese ser es, por tanto, aniquilado sin piedad, ya que simboliza, precisamente, la propia mierda que cada cual lleva dentro. El «negro» al que se lincha, el «judío» al que se expulsa o extermina, la «mujer» a la que se quema por bruja y por mujer. Como las proyecciones ion muy volubles, hoy toca a los perros, pero mañana, ¡vaya usted a saber! Así pues, si usted lector, pertenece a la clase de los discriminados, es decir, de los que no tienen ni poder, ni autoridad, «por definición», ya sea ello debido a su sexo, clase social, taras físicas, etc., entonces, le repito, ándese con cuidado, ya que la culpabilidad colectiva se le sale a esta sociedad por las orejas y no bastará, seguramente, con el exterminio de perros y gatos, sino que la lista de seres polucionados, sin «dueño», impuros y exterminables se irá ampliando. Pero, y ahora esto va para los VERDUGOS: la culpabilidad está ahí, por más perros que maten, seguirá estando ahí, ¡basta ya de racional izaciones fáciles y de dirigir la atención hacia cuestiones que no son las que realmente interesan ahora! Ningún chivo expiatorio, ningún «enemigo temible», ningún «otro» al que se dirija la agresividad y la impotencia colectiva va a solucionar los problemas de los españoles, que no son, precisamente, el peligro de «rabia».

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