Cartas al director

Gastronomía de salón

Ante todo permítame felicitarle por la aparición de un periódico, EL PAÍS, que es diferente de todo lo que por aquí circulaba.Sin embargo, la reseña gastronómica aparecida el domingo 9 de mayo es, en mi opinión, lamentable. Y más que de gastronomía parece crónica de sociedad. Error, y grande, es iniciar unas crónicas por el más conocido de los restaurantes madrileños, pero más grave aún es no decir nada nuevo sobre el tópico. Nos enteramos, eso sí, que en Jockey uno puede codearse con el presidente del Gobierno o con el señor Fraga, luciendo airosa capa española. También sabrá el lector lo bie...

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Ante todo permítame felicitarle por la aparición de un periódico, EL PAÍS, que es diferente de todo lo que por aquí circulaba.Sin embargo, la reseña gastronómica aparecida el domingo 9 de mayo es, en mi opinión, lamentable. Y más que de gastronomía parece crónica de sociedad. Error, y grande, es iniciar unas crónicas por el más conocido de los restaurantes madrileños, pero más grave aún es no decir nada nuevo sobre el tópico. Nos enteramos, eso sí, que en Jockey uno puede codearse con el presidente del Gobierno o con el señor Fraga, luciendo airosa capa española. También sabrá el lector lo bien que funcionan los teléfonos y retretes, pero ¿y de la comida?

Yo creo que el gastrónomo es quién sabe juzgar un plato y precisar los ingredientes que lo componen gracias a un conocimiento básico de los métodos culinarios. Ninguna de esas cualidades parece adornar a su corresponsal a juzgar por la crónica citada; es decir, por la cita de ocho o nueve platos sin analizarlos y por despachar el capítulo de vinos con un par de manidos adjetivos. Eso sí, vivimos bajo el signo de lo social y no faltan requiebros a los maitres y al servicio.

¡Ah, un ruego! ¿Podría el señor Al-Cain dar los precios medios de lo! restaurantes? Todos sabemos que Jockey es caro, pero a lo mejor alguien quiere ir pagándoselo de su bolsillo.

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