España y la dura vida sin Alcaraz: “Un poco de crédito hay que darnos, ¿no?”
El equipo de Ferrer se queda sin el número uno, que no pisará la Davis en 2025, y apela al espíritu coral que le permitió superar las rampas de la fase clasificatoria
A veces, un rostro y una procesión valen más que mil palabras. Se cabrea David Ferrer cuando el reportero le pregunta por qué no está presente Alejandro Davidovich, el tenista español con mejor ranking (14º) y que hubiera sido —mera hipótesis, porque al no entrar en la primera citación del ...
A veces, un rostro y una procesión valen más que mil palabras. Se cabrea David Ferrer cuando el reportero le pregunta por qué no está presente Alejandro Davidovich, el tenista español con mejor ranking (14º) y que hubiera sido —mera hipótesis, porque al no entrar en la primera citación del técnico, el malagueño descartó entrar luego como quinta pieza del equipo— el segundo jugador de esta Copa Davis tras Alexander Zverev, tercero del mundo. “Next question”. Siguiente pregunta. “No quiero hablar de ello. Ya lo expliqué”. Caras largas hasta que Marcel Granollers distiende el ambiente con un par de bromas —“al ser doblista, algunos no me consideran ni tenista”—, previo paso lúgubre de los tenistas a la entrada a la sala. ¿Semana Santa? No, Bolonia.
Excepto Pablo Carreño, quien dice que se enteró por la noche de la noticia al recibir un mensaje del capitán —“diciéndome que me preparara…”—, el bloque ha conocido por la mañana de la baja de Carlos Alcaraz. El murciano, tocado del isquio derecho —un “edema” y no “sobrecarga”, como se había comunicado la noche anterior a los desplazados, en consenso con el servicio médico federativo—, llegó la tarde del lunes a Bolonia, durmió y, finalmente, se marchó. Un visto y no visto. Así que es otra vez la hora de los meritorios. Ellos sacaron las castañas del fuego en febrero, en Suiza, y también en septiembre, contra Dinamarca.
“No hemos podido verle porque nos hemos ido a entrenar a primera hora”, dice Carreño. “Nos ha mandado un mensaje por el grupo [de WhatsApp] despidiéndose”, agrega Pedro Martínez. Y lo lamenta Ferrer, de nuevo resignado. Desde que accedió al cargo, perfectamente conocedor de cómo funcionan ahora las cosas y echando en falta el compromiso de otros tiempos, dice resignado: “Pintaba bien, pensábamos que podría estar, pero cuando vimos la resonancia, las cosas cambiaron. Es lo que hay”. Ese es lo que hay es una España sin el número uno, con un rival de envergadura en el cruce del jueves, la República Checa, y contraída anímicamente por la desaparición repentina del murciano. De nuevo, cierta sensación de horfandad.
Alcaraz se lesionó en la Copa de Maestros de Turín, aunque las molestias fueron creciendo hasta desembocar en el malestar final y el descarte nocturno. Una vez analizada la fotografía, carpetazo al año y vuelta a Murcia; ya en su cabeza, 2026 y Australia, previo paso por Estados Unidos —exhibiciones en Nueva Jersey y Miami, el 7 y 8 de diciembre— y el rodaje de la pretemporada en casa. Así que se agarran los presentes a un clavo ardiendo. Tipo inteligente y muy sensato, Munar es de los que opta por ver el vaso medio lleno. “Nos hubiese gustado que estuviese Carlos, claro. Ahora nuestro equipo puede parecer más débil, pero confío en nosotros. Más que centrarnos en lo que no tenemos, mejor hagámoslo en lo que sí hay”.
Y eso que hay es el mismo grupo resiliente que peleará por conseguir la séptima Ensaladera para España, campeona por última vez en 2019 —aquel triunfo dedicado a Roberto Bautista— y enfrentada a una adversidad que requiere de un paso al frente conjunto, sin excepción. Fuenteovejuna, maldita circunstancia. También, el guiño a Mar del Plata. Rebobinan algunos hacia allá, ese 2008 en el que el equipo español batió a Argentina en su casa, sin Rafael Nadal, contra la artillería pesada de Juan Martín del Potro y sus secuaces. Hostilidad en la atmósfera.
Riesgo alto
“Entonces no pude jugar, pero es una de las experiencias más fuertes que he vivido a lo largo de mi carrera. David [Ferrer] estaba en el equipo y vivimos un ambiente espectacular. Hemos demostrado cada uno de nosotros que somos buenos jugadores, y en el tenis, todo puede pasar. Estando juntos y apoyándonos podemos conseguir cualquier cosa”, comenta Marcel Granollers, en una segunda juventud de 39 años. “Ahora él es nuestro líder”, le señala Ferrer. “Lo que soy es viejo…”.
El caso es que sin Alcaraz, la vida es muy diferente, pero no del todo. Vuelve a repetirse la situación y así será, porque el tenis ha cambiado mucho pese a la tradicionalidad y las apariencias—en la esencia, en lo estructural, ahora en el envoltorio con el oro de los árabes— y, con un calendario tan saturado, la Copa Davis ha quedado en algo complementario. No prioritario. Alcaraz quería hincarle el diente, repetía desde su llegada a Turín, hace dos semanas, pero la cara posterior de su muslo protestó y en la reunión final por la noche se decidió: Alcaraz, out. “Se hizo la resonancia y luego hablamos con él, con Ferrero y con nuestro doctor. Decidimos no arriesgar porque jugar conllevaba un riesgo alto”, razonó Ferrer.
La baja deja a España con cuatro jugadores, en vez de cinco. “Pero ya hemos estado en esas”, matiza el alicantino, que accedió al cargo en diciembre de 2022, en relevo de Sergi Bruguera, y desde entonces las ha visto de todos los colores: sin Alcaraz cuando llegó, finiquitada por Djokovic en 2023, por Holanda al año siguiente, en la a priori gran fiesta que terminó en disgusto. Otra vez sin el titán. A pesar de todo, él no pierde la fe.
“Al no tener al número uno, lógicamente te resientes”, admite. “Pero si estamos en estas Finales es gracias a ellos [los jugadores citados]. Aceptamos que no lo tenemos. Ayer [por este martes] fue un día duro, pero hoy he vuelto a ver la luz. Corría un riesgo altísimo”. Reivindica Carreño al colectivo. “Con Carlos somos un equipo infinitamente mejor. Y, si miramos el ranking, no tenemos nada que hacer contra Chequia, pero esta competicióm no va del ranking y pasan muchas cosas. Nos dedicamos a esto, y creo que mal no lo hacemos... Es verdad que sin Carlos, el nivel baja, pero a la vez no olvidemos que estamos en una competición que están las ocho mejores selecciones del planeta. Un poco de crédito hay que darnos, ¿no?”. Es la dura vida sin Alcaraz en la Davis.
LA ‘PAYASADA’ DE MOUTET
La primera jornada deparó el triunfo de Bélgica sobre Francia por 2-0, de modo que los belgas se convirtieron en los primeros semifinalistas. Raphael Collingon se impuso primero a Corentin Moutet (2-6, 7-5 y 7-5, en 2h 30m) y Zizou Bergs en el segundo turno a Arthur Rinderknech (6-3 y 7-6(4), en 1h 32m).
El primer duelo ofreció una anécdota circense, cuando Moutet voleó por debajo de las piernas una bola franca y la estrelló en la red. Le costó un break, y a su vez el set.
“¿Qué queréis que diga? ¿Fue el mejor golpe? No estoy seguro, pero lo he hecho muchas veces y la gente dice que soy un genio cuando lo hago. Ahora probablemente dirán que soy un payaso. Así me siento ahora mismo. Creo que, por la tensión del partido, la emoción, así lo he expresado”, resolvió.
Este miércoles (a partir de las 16.00, Movistar+) confrontará a Austria e Italia, que tratará de defender el título —es campeona de las dos últimas ediciones— sin Jannik Sinner en sus filas.