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Jiri Lehecka
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Carlos Alcaraz
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Alcaraz culmina ante Lehecka un trazado impoluto hacia las semifinales

El murciano (6-4, 6-2 y 6-4, tras 1h 55m) alcanza la penúltima ronda después de un recorrido impecable, sin haber cedido ningún set, y se reencontrará con Djokovic

Aunque no lo sepa, él, David, locutor de la radio nacional checa, se ha convertido en otro de los protagonistas entre bastidores en este US Open; mejor dicho, su voz, que hoy va apagándose poco a poco porque después de semana y media poniéndole la cabeza como un bombo a todo el mundo con sus retransmisiones en la sala de prensa, a grito pelado horas y horas, sucumbe al devenir de los acontecimientos: de entrada pierde a su primera baza, Barbora Krejcikova, y a continuación, también en la inmensa pista central, se inclina el fornido Jiri Lehecka, reducido sin miramientos por un Carlos Alcaraz que atraviesa la frontera hacia las semifinales en la línea de estos días. Es decir, con las manos en los bolsillos y silbando: 6-4, 6-2 y 6-4, en 1h 55m.

Hasta aquí, adentrado ya en el terreno de lo comprometido, una señora demostración de superioridad por parte del murciano, quien ha ido descontando días, noches y rondas en forma de productivos ensayos y rodaje, plácidamente; sin mayor inquietud que una pequeña molestia en la rodilla derecha que se borró de inmediato. Era la tercera ronda. El único susto. “Cinco minutos”. Un camino ideal que le sirve para afianzar la buena vibración adquirida previamente en Cincinnati y que corrobora la enorme brecha entre los dos cabecillas y el resto de los competidores; hasta cierto punto paradójico, teniendo en cuenta que hoy día el juego se ha homogeneizado y deciden muchas veces el físico y los matices. No es el caso. No en el de él y Sinner.

Entre ellos y los demás, un par de abismos. Lehecka, sin ir más lejos, es sobre el papel un estupendo jugador, con no pocas virtudes; tiro, velocidad, reflejos, plasticidad, servicio y resto. Potencia y juventud. “Agobiante”, le describía Alcaraz. Sin embargo, la vulnerabilidad de ese indefinido ejército de aspirantes a convertirse en el tercer hombre se refleja en este inicio de partido en el que al checo le puede la situación y el gusanillo que traía por dentro. Para abrir boca, rotura en contra y el español ya viento a favor. Por si fuera poco, gustándose nada más empezar. Un impresionante muñecazo, invirtiéndose y sacando fuerza de la nada, anticipa por dónde pueden ir los tiros.

Alcaraz, perteneciente a esa generación que vive la vida pegada a las pantallas, observa la virguería que acaba de producir en la que está suspendida justo enfrente y, mientras se seca las manos con la toalla, lo saborea: sí señor, bro. Hoy también vamos a divertirnos. ¡Saoko, papi, saoooooko! ¡Tra, tra! Ahí que lo goza Rosalía, sobre el murete que está detrás. Y él, repite, prefiere jugar para la gente, y a esta la tiene en el bolsillo desde que empezó porque su tenis concentra lo más sugerente de todas las eras: la pulcritud de aquellos pioneros australianos, la garra de los ochenteros, la atracción del dúo Sampras-Agassi en los noventa y trazos de los tres gigantes de los dos mil.

Fiesta y escorzos

“Carlos, en tres sets…”, aventura antes del partido Marek, otro reportero checo que sigue los pasos de los suyos —pero sin gritar— y que guarda un estrecho parecido con Ivan Drago, otro de los feroces adversarios de Rocky Balboa. Rebobina y menciona a su tocayo Lendl, y poco a poco va recitando algunos de los nombres ilustres de la prolífica factoría checa, fabricante de más y más jugadores y jugadoras de élite; a todas las -ovas (Mandlikova, Kvitova, Krejcikova…), a Peter Korda, al malogrado Berdych —“la final de 2010 en Wimbledon contra Nadal… tras haber ganado a Federer y Djokovic”— y también a Martina Navratilova, quien como el pétreo Lendl, se les escapó.

Ahora, su tenis masculino busca estrella. Tiene muy buenas maneras Lehecka, el mismo que rubricó el último adiós de Rafael Nadal en Madrid y que batió al murciano en marzo, en la final de Doha. Esto, sin embargo, nada tiene que ver con el desierto, donde la pelota vuela más. Aquí la pista es diferente, más lenta y, en consecuencia, bastante más controlable. Perfecto para este Alcaraz que más allá de la mayor o menor consistencia de sus rivales, de que alguno de ellos se deshiciera prácticamente él solito, va consumiendo las estaciones del torneo acorde a lo que le ha exigido hasta ahora cada situación: haciendo lo suyo. Esto es, haciéndolo muy bien. “Vamos a ver si lo de la superficie le ayuda…”, confiaba el día antes un familiar.

A tenor de lo visto, así es. En la escalada de cinco compromisos hacia la cota de las semifinales —en las que se medirá el viernes con Novak Djokovic, 6-3, 7-5, 3-6 y 6-4 a Taylor Fritz—, el español ha ido proponiendo sólidas fases de juego y, ante la mayor exigencia de este último episodio, eleva el nivel contra Lehecka, de 23 años y 21º del mundo. El checo lo intenta con fe, pero no descubre rendija alguna. Porque no la hay. La derecha, la volea y toda la inventiva del número dos están carburando de maravilla y el público diurno se lo pasa muy bien, entusiasmado con un tenista que está aprendiendo a combinar resultado y diversión, forma y fondo. Esa raqueta escupe fiesta.

Se recrea el personal con un escorzo maravilloso de revés que corta la bola, le da efecto y la aleja, imposible dar con ella para el bueno de Lehecka, que mantiene el tipo todo el rato pero que jura por dentro: cómo demonios ha podido hacerlo. Alcaraz, especialista en romper esquemas. Sinónimo de espectáculo. “No veo mis highlights [puntazos], pero a veces voy al salón y mis hermanos pequeños sí están viéndolos, así que me siento con ellos y disfruto…”, contesta nada más confirmar el pase a la penúltima ronda, por delante ya de Manolo Santana al contabilizar ocho presencias en los grandes escenarios y sonriente. Al día siguiente, anticipa, jugará al golf. Cómo no.

“Veremos cuántos golpes de ventaja me da Sergio [García, presente en la grada, dubitativo en la reacción]. Yo creo que si me diera 10 o 15 estaría bien… Vamos, Sergio, ¡no soy tan bueno!“.

‘ALCARACES’ POR TODAS PARTES

A. C. | Nueva York

No hizo un mal partido Lehecka. Así lo considera él y se percibió desde la tribuna. Sin embargo, en ningún instante dio el checo la impresión de que pudiera inquietar a Alcaraz, que selló el duelo sin conceder una sola bola de rotura. En concreto, se apropió del 84% de sus primeros saques y del 73% de los segundos; 19 aciertos en 24 subidas a la red.

“Supongo que me he encontrado con su versión de los Grand Slams”, sintetizó el checo, quien mirase por donde mirase, veía Alcaraces por todas partes: “Cada vez que le apretaba, él subía el nivel, iba un poco más rápido. Se anticipaba a todo, siempre estaba ahí. Estaba en todas partes”.

Lamentaba Lehecka el hecho de que el español se hubiera impuesto en todos los grandes puntos y destacó que “tenía respuestas para todo”. “¿Quién ha dicho eso?”, preguntaba el vencedor. “Jiri”. “Sí, creo que he hecho un partido casi perfecto”, describió el de El Palmar, quien al firmar una de sus delicias, reconoció sentirse “superbien”.

Dice que “se trata de intentarlo”, de la misma manera que lo intenta y mejora con el golf: “Cuando era más joven lo probé, pero en 2020 empecé a jugar más en serio y me enamoré. Vi que iba mejorando y eso me enganchó aún más. Me siento muy tranquilo cuando juego. Ahora mi hándicap es 14 y está bajando, pero lleva tiempo. Mañana trataré aprender de Sergio y David [Puig, también enrolado en el circuito saudí desde 2022]”.

Antes, sobre la pista, se le planteó si le da muchas vueltas a eso de recuperar el trono, que defendió durante 36 semanas, en dos intervalos entre 2022 y 2023. Y contestó: “Es difícil no pensar en el número uno, es lógico, pero al salir a pista trato de no hacerlo. Si pienso mucho en eso me pongo presión, y no quiero”.

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