La Copa Davis, o un callejón sin salida

El curso de la competición choca de manera sistemática con las críticas al nuevo formato, que al igual que el antiguo, sigue estrangulado por el calendario anual

Panorámica del AO Arena de Mánchester durante la serie entre Gran Bretaña y Francia.ADAM VAUGHAN (EFE)

Baja el telón de esta fase de grupos de la Copa Davis y todo sigue en el mismo punto: nadie está contento. Reaccionarios y nostálgicos defienden que el nuevo formato ha devorado la esencia de la competición, mientras que los partidarios del nuevo modelo tropiezan con la imperfección y las taras de un sistema que, al fin y al cabo, queda a merced de la ilógica del calendario. Más allá del atractivo de Djokovic, siempre un gancho, este último episodio tampoco ayuda a despejar la...

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Baja el telón de esta fase de grupos de la Copa Davis y todo sigue en el mismo punto: nadie está contento. Reaccionarios y nostálgicos defienden que el nuevo formato ha devorado la esencia de la competición, mientras que los partidarios del nuevo modelo tropiezan con la imperfección y las taras de un sistema que, al fin y al cabo, queda a merced de la ilógica del calendario. Más allá del atractivo de Djokovic, siempre un gancho, este último episodio tampoco ayuda a despejar las incógnitas que acompañan al cambio establecido hace cuatro años, del mismo modo que la fórmula original había colapsado –tras 119 años de inmovilismo– y la desafección era generalizada. Por tanto, ni unos ni otros aprueban y entretanto la Davis sigue en el aire, envuelta un año sí y al otro también por el runrún.

Prevalecen el ruido, los comentarios y las críticas por encima del juego. Pitan más las ausencias o los reproches que la acción. En Valencia, Mánchester, Bolonia y Split, las cuatro sedes elegidas como plataformas de acceso a la definitiva de noviembre, estos días han pesado más el debate y los dardos que los hechos; también, los graderíos predominantemente vacíos en las jornadas laborables. La eliminación española –al final, una victoria en tres series tras el triunfo de este domingo sobre Corea del Sur (2-1)– será asociada a la renuncia de Carlos Alcaraz, “cansado” el murciano tras la gira veraniega, y la mirada panorámica resalta que solo uno de los diez mejores tenistas del mundo –Djokovic, 36 años y recién coronado en Nueva York– aceptó competir en busca de la clasificación.

“Gracias, Gerard Piqué e ITF”, ironizaba el martes el suizo Stanislas Wawrinka, aderezando su mensaje con un vídeo grabado por él mismo en el que mostraba el pabellón semivacío de Mánchester. “Asistencia el año pasado a la fase de grupos. Puedes compararlo tú mismo, Stan. Ya no lo organizamos. Pregúntale a la ITF...”, le replicó el futbolista, ya retirado, con la gráfica de espectadores que el curso pasado asistieron a la fase de grupos, 113.268. “Pregunta de trivial de la Copa Davis: ¿Sabías que la ITF está pagando a personas para que metan ruido y apoyen a los países en cada partido?”, volvió a la carga el domingo el tenista, apuntando en esta ocasión directamente al máximo organismo mundial y reafirmando su acusación ante la incredulidad de las reacciones.

Wawrinka, durante la serie entre Suiza y Gran Bretaña en Mánchester.ADAM VAUGHAN (EFE)

Piqué el emprendedor y su empresa, Kosmos, desembarcaron en 2019 en el mundo del tenis a modo de revolución. Él iba a conseguir lo que no había logrado nadie hasta entonces, tras más de un siglo de estatismo: agitar las inflexibles estructuras de la ITF y de un deporte tan tradicional como el tenis. Respaldado económicamente por su amigo Hiroshi Mikitani, propietario de la compañía japonesa Rakuten, sedujo al estadounidense David Haggerty, al frente del organismo internacional, y tras lograr una aprobación cercana al 80% en la asamblea que se celebró en Orlando para dar luz verde o negar la transformación, celebró por todo lo alto su faraónico sueño. “Este es el proyecto de mi vida”, comentaba a EL PAÍS durante un encuentro posterior en Nueva York.

Kosmos: pérdidas y ruptura

El caso es que el catalán no entró con buen pie. Pese a rodearse de profesionales del entorno como Galo Blanco, Albert Costa o Fernando Verdasco, siempre fue visto como un intruso en el mundillo. Y aterrizó a su manera, atizándole a Roger Federer. “Las piernas le dan para lo que le dan”, deslizó durante un acto en Madrid cuando supo que la nueva idea no terminaba de convencer al suizo. Pese a la frialdad de algunos tótems en el recibimiento, él y Kosmos dieron forma a lo que hoy acontece, aunque introduciendo sucesivos retoques de edición a edición. Grosso modo, el nuevo sistema se asentó sobre una serie de eliminatorias en febrero, en casa y fuera, al estilo tradicional; una fase de grupos que inicialmente se integró en la final y luego fue repartida en cuatro sedes; y la resolución de noviembre, primero en Madrid y ahora en Málaga, como el año pasado.

“Me gustaba más el antiguo formato”, opinó Boris Becker este fin de semana, durante un acto de los Premios Laureus en Sevilla. “Quien haya ideado estas reglas no tiene ni idea de tenis. Espero que tengan un momento y decidan a favor de nuestro deporte. Hay que volver atrás, con partidos de local y visitante; esa era una atmósfera especial”, abundó el alemán acordándose de la serie que cedió su equipo en 2018 en la Plaza de Toros de Valencia. Más contundente fue el francés Julien Benneteau, seleccionador del equipo femenino francés: “¿Cómo te atreves a hablar? Has matado, junto con la ITF, a uno de los pilares del tenis. Al menos cierra la boca, por favor”. Y no se dejó nada en el tintero Wawrinka: “Me encantaría comprender cómo es posible que, siendo la Davis un éxito tan grande el año pasado, el acuerdo de 25 años terminase en solo cinco…”.

Imagen de una grada en Bolonia durante el Italia-Suecia.CIRO DE LUCA (REUTERS)

Se refería el suizo (38 años) a la maniobra que efectuó Kosmos en enero de este año, cuando rompió el contrato que había firmado en su día a cambio de 2.500 millones de euros. Piqué quiso cortar de raíz las pérdidas, denunció que la ITF le exigía un cánon anual de unos 40 y la ruptura acabó en los tribunales, con demandas por una y otra parte. De momento, no hay fallo. En cualquier caso, la ITF apostó por mantener el modelo –similar al de un Mundial de fútbol– y esta semana han ido reproduciéndose las críticas más o menos veladas de los protagonistas.

A la cola

“No puedes culpar a Piqué por el cambio. Si hay alguien a quien culpar es a la ITF, porque aprobaron la decisión. Este formato no es idóneo. El anterior había que cambiarlo, pero tenemos que encontrar el equilibrio en un punto intermedio entre el anterior y el actual”, se pronunció Djokovic en Valencia, donde el capitán español, David Ferrer, sugería que jugar entre semana era contraproducente y otros representantes del equipo incidían en la necesidad de ajustes. “Creo que habría que darle una vuelta. Nosotros hemos tenido la suerte de jugar en casa [Madrid en 2019 y 2021, 2022 y 2023 en Málaga], pero otras selecciones no, y eso es muy importante. Siendo en fin de semana, ganaba muchísimo; la gente trabaja…”, señaló Bernabé Zapata. “Todos los formatos tienen cosas positivas y negativas. Nosotros no nos podemos quejar porque estamos en casa, pero sí por jugar en rápida… Habría que buscar algo”.

El actual director de la competición, Feliciano López, considera que “este es el formato ideal” y aspira a corregir las deficiencias con el tiempo, a la vez que recuerda que eran numerosas las voces que reclamaban la renovación del viejo sistema. No le faltan razón al toledano, quien, no obstante, es plenamente consciente de que el encaje de la competición en el calendario es forzado porque sigue creciendo tanto la cifra como la extensión de los torneos regulares, se reducen las fechas y las Finales deben programarse a la cola, solapadas con la Copa de Maestros –a la que asisten los mejores jugadores– y cuando los tenistas ya están exhaustos tras el trasiego de toda la temporada. Cabe recordar que la Copa Davis reparte premios en metálico –tanto a los participantes como a sus federaciones–, pero no así puntos de cara al ranking del circuito masculino.

EL TRASFONDO ELECTORAL

A. C.

La problemática es extrapolable a lo que sucede con la Billie Jean King Cup –la versión femenina, antigua Copa Federación– y resuena estos días de trasfondo electoral. El 24 de septiembre se celebrarán las elecciones de la ITF en Cancún, donde se medirán dos candidaturas: la de Haggerty y la del alemán Dietloff von Arnim.

El estadounidense, de 65 años y gestor desde 2015, se presentará a la reelección defendiendo que, pese a todo, él y su equipo han sido capaces de lanzar y dotar de estabilidad al nuevo formato. Tras la ruptura con Kosmos, su junta apostó por la empresa Tennium para la organización de la fase de grupos y las Finales (del 21 al 26 de noviembre).

Dietloff von Arnim, por su parte, critica con dureza el funcionamiento actual y esgrime que “el tenis se ha fragmentado”, en lugar de trabajar de manera asociativa. El abogado alemán, de 63 años, promueve la “unidad” mientras algunas corrientes subterráneas tratan de promover su candidatura otorgándole presencia en el escaparate mediático.

En términos estrictamente competitivos, las clasificadas para la cita de Málaga son: Canadá, Italia, Australia, Gran Bretaña, República Checa, Serbia, Finlandia y Países Bajos. En la última jornada, España arañó una victoria frente a Corea del Sur (2-1) gracias a los triunfos de Bernabé Zapata (6-4 y 7-5 a Seong-Chan Hong) y Alejandro Davidovich (doble 6-4 a Soon-Woo Kwon). El dobles formado por Marcel Granollers y Albert Ramos perdió ante Ji-Sung Nam y Min-Kyu Song por 6-7(2), 7-6(6) y 10-8.

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