Los argentinos viven su día más largo
La caída de la selección de Messi ante Arabia Saudí deja en silencio a un país que esperaba iniciar el martes con una gran fiesta futbolística
“Estos baldazos de agua fría, mejor recibirlos ahora”, se resigna un periodista en la señal de noticias TN, dándose ánimos. “Antes había un gol y lo festejabas. Ahora tenés que esperar y pensar dos o tres veces antes de festejar”, responde otro, muy enojado ante la nueva dictadura del VAR, que le costó a Argentina la anulación de tres goles en el primer tiempo. Hablan todos juntos, sin escucharse. El desconcierto era mayúsculo en la televis...
“Estos baldazos de agua fría, mejor recibirlos ahora”, se resigna un periodista en la señal de noticias TN, dándose ánimos. “Antes había un gol y lo festejabas. Ahora tenés que esperar y pensar dos o tres veces antes de festejar”, responde otro, muy enojado ante la nueva dictadura del VAR, que le costó a Argentina la anulación de tres goles en el primer tiempo. Hablan todos juntos, sin escucharse. El desconcierto era mayúsculo en la televisión, mientras Buenos Aires se apagaba antes de despuntar el día. Los argentinos se sentaron frente a un televisor a las 7.00 de la mañana, convencidos de que les esperaba el primer capítulo de una gran fiesta. Unos cuantos miles incluso salieron de casa para ver el partido en algunas de las pantallas gigantes que los municipios colocaron en las plazas más emblemáticas. Los niños no fueron a la escuela, autorizados a entrar más tarde. Argentina ha perdido 2-1 en su debut qatarí contra Arabia Saudí. Resta ahora todo un martes de trabajo por delante, con el ánimo por los suelos.
Los más viejos recordaban el Argentina 0 – Camerún 1 que en 1990 dejó helada a una selección que venía de ser campeona en México. Aquel día estaba Diego Maradona en el campo. “Cuando marcaron el gol, Maradona dejó de existir, no me lo esperaba”, dijo tras la derrota, en tercera persona. El camino fue tortuoso, pero al final del día la selección de Carlos Bilardo llegó a la final, que perdió contra Alemania. Los argentinos se aferran ahora a aquel recuerdo, para convencerse de que no todo está perdido. Falta Maradona, pero está Messi, se repiten como un mantra.
Los amantes de las estadísticas lamentan que la Scaloneta quedó, con 36, a una victoria de alcanzar el récord de invicta que ostenta la selección de Italia. El lunes todos daban por cumplida la gesta, si al final Arabia Saudita era apenas un equipo menor, el “fácil” de la zona. Ahora todos han sacado la calculadora, atormentados por la obligación de ganar. “¿Y si perdemos con México? ¿Y si quedamos afuera? Hoy nos vamos tristes, pero confiamos en una revancha pronto”, dice otro periodista a cámara. Mejor no pensar demasiado.
Ahora todos miran a Messi. “Nos toca demostrar que somos un grupo fuerte”, dice la estrella, apenas terminado el partido. Hace solo un momento se agarraba la cabeza y ahora se ha calzado otra vez la camiseta de líder de grupo. El 10 pareció perdido en el segundo tiempo, sin la chispa con que deslumbró en la Copa América. La sensación de derrota perpetua devasta una vez más a un país que se había aferrado al Mundial como un hechizo contra el desánimo general. La crisis económica no da tregua, la inflación no deja de crecer, los políticos se pelean y de repente llega, sin avisar, este cachetazo. “Le pasó a España contra Suiza”, en el debut del Mundial que finalmente terminó ganando en Sudáfrica 2010, se daba ánimo un hincha envuelto en la bandera argentina.
“Es un día triste, pero hay que seguir”, dijo Lionel Scaloni, a cargo de levantar el ánimo de sus jugadores. “En cuatro minutos nos hicieron dos goles, en lo que fueron los dos únicos tiros al arco. No queda otra que levantarse, hay que ganar los próximos dos partidos. Cabeza arriba y a seguir”, arengó el entrenador, sin ocultar su amargura. La duda es si los argentinos están dispuestos a semejante esfuerzo.
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