El estilo más fiel de España
Casi todas las conclusiones sacadas en caliente, y también días después, más reposados, coinciden en que la selección española fue previsible. Víctima de su propio estilo
Las expectativas que ponemos en alguien dicen más de nosotros que de ese alguien. Por eso la realidad siempre nos devuelve a nuestro lugar, a nosotros y a nuestras expectativas. Nadie esperaba el descalabro de España ante Japón. Perder podía entrar en las opciones, pero no de esa forma tan abultada e incontestable ante una potencia mundial. Sin llevar al mejor grupo de jugadoras posible, y siendo conscientes de que Costa Rica y Zambia no podían marcar el verdad...
Las expectativas que ponemos en alguien dicen más de nosotros que de ese alguien. Por eso la realidad siempre nos devuelve a nuestro lugar, a nosotros y a nuestras expectativas. Nadie esperaba el descalabro de España ante Japón. Perder podía entrar en las opciones, pero no de esa forma tan abultada e incontestable ante una potencia mundial. Sin llevar al mejor grupo de jugadoras posible, y siendo conscientes de que Costa Rica y Zambia no podían marcar el verdadero nivel, Japón era el test más creíble. Fue una dura dosis de realidad, una caída sin paliativos, que dio paso a la autocrítica. Pero hasta la próxima cita sólo son palabras.
Si algo nos sigue enseñando el fútbol, por muy moderno que se haya vuelto, es que la posesión no te hace ganar partidos. España tuvo el balón el 77% del tiempo y apenas generó peligro en el área nipona. Tampoco tener mejores jugadoras te hace ser mejor equipo. Japón supo cómo jugarle, y Suiza habrá tomado buena nota.
Casi todas las conclusiones sacadas en caliente, y también días después, más reposados, coinciden en que la selección española fue previsible. Añadiría que fue víctima de su propio estilo, previsible, sin ideas y sin liderazgo. Para Jorge Vilda, como para tantos otros entrenadores y entrenadoras, el estilo es innegociable: juego de toque y carácter ofensivo. Esa es la teoría y un claro ejemplo de fidelidad entendida desde un punto de vista muy romántico, pero no siempre realista. La España más fiel fue la menos efectiva.
Tras el partido, al ser preguntado por cómo se podía levantar la situación con tan pocos días hasta el partido de octavos, el seleccionador dijo: “Esto se levanta con profesionalidad, con orgullo y con amor a este deporte y a nuestro país”. Como titular está muy bien, pero hará falta algo más para pasar página y recuperar la solidez defensiva, además del juego combinativo y de precisión que faltó en el último encuentro. Tener un plan B, capacidad de reacción, determinación, evitar los pases horizontales en zonas comprometidas, abrir el campo, evitar la acumulación por dentro y presentar argumentos ofensivos, entiendo que serán sólo algunas de las cosas sobre las que empezará a trabajar el equipo para levantarse. Capacidad para ello, les sobra.
El cómo suele ser lo que más marca y de lo que más se aprende en la derrota. Y la que infligió Japón a España es de las que escuecen durante días. El problema es que el equipo que dirige Vilda no dispone de ese tiempo. Va a tener cinco días para recomponerse futbolísticamente pero, sobre todo, anímicamente del golpe. Cinco días para rearmarse y mantener la confianza en un estilo, sabiendo que tiene sus grietas. De eso va también la fidelidad. La derrota más abultada de la era Vilda tiene que servir para no dudar de esta selección ni de estas jugadoras. También para mantener la fidelidad a grandes jugadores que no aparecieron ante Japón, y fidelidad a una selección que tiene como tarea pendiente hacerse fuerte en las grandes citas. Donde no llegue el estilo tendrá que llegar el carácter.
Después del batacazo empieza el verdadero Mundial para España. Como recalcó muy acertadamente Tere Abelleira: “Ni antes éramos tan buenas, ni ahora somos tan malas”.
En octavos, ante Suiza, el fútbol hay que recordarlo; el carácter hay que recuperarlo.
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