El viaje inacabado del Real Madrid
Ancelotti, que ha perdido el tronco del equipo campeón de Europa, sufre la ausencia de un relevo para Benzema y sigue tirando de Kroos y Modric pese al plan del club de rejuvenecer el medio
Del Madrid que ganó la Liga y la Champions hace 16 meses, a Carlo Ancelotti le queda muy poco en pie, sano y con plena vigencia a ojos del club. Los nombres con los que triunfó se han ido difuminando, o directamente desapareciendo por causas múltiples, y el nuevo equipo que debería aflorar no pelecha todavía. Courtois y Militão se lesionaron de gravedad, Casemiro y Benzema se marcharon, y alrededor de Kroos y Modric se ha instalado el ruido. ...
Del Madrid que ganó la Liga y la Champions hace 16 meses, a Carlo Ancelotti le queda muy poco en pie, sano y con plena vigencia a ojos del club. Los nombres con los que triunfó se han ido difuminando, o directamente desapareciendo por causas múltiples, y el nuevo equipo que debería aflorar no pelecha todavía. Courtois y Militão se lesionaron de gravedad, Casemiro y Benzema se marcharon, y alrededor de Kroos y Modric se ha instalado el ruido. El lomo central de aquel conjunto no existe en estos momentos, o está discutido intramuros, y en su lugar faltan piezas (un nueve de talla mundial) y lo que ha surgido es aún insuficiente. El efecto Bellingham no lo arregla todo.
La alineación del alemán (33 años) y el croata (38) en el batacazo del Metropolitano después de no haber sido titulares a la vez este curso y de que la entidad animara al técnico a dar más protagonismo a los jóvenes reflejó el momento de indefinición que atraviesa el conjunto blanco entre lo que se va acabando y lo que se espera. Una apuesta de riesgo para el entrenador italiano que sorprendió, incluso, a algunos empleados del Madrid, como dejaron ver en algunos corrillos tras el 3-1, mientras el preparador de Reggiolo no terminaba de entender la calamitosa actuación de la defensa.
El cuadro de Carletto vive en un trance condicionado en buena medida por la ausencia de un recambio top para Benzema, que este fin de semana celebró uniformado el día nacional de Arabia Saudí. Un agujero indisimulable que ha empujado al preparador blanco, famoso por su falta de rebeldía y eficaz pragmatismo, a ejecutar un cambio de sistema para explotar la vía anotadora de Bellingham dentro de una plantilla descompensada, con ocho centrocampistas y apenas cuatro atacantes puros, de los cuales uno (Brahim) apenas ha contado.
Este domingo, las vías de fuga afectaron a todas las líneas. A la zaga (sin Militão) le faltó contundencia y el sistema defensivo general carece de tensión (cinco goles recibidos en los primeros minutos de cada acto en lo que va de temporada). Ya el curso pasado, el escudo había perdido solidez y el nuevo dibujo, como admitió el técnico, no es el que más le convence para la retaguardia. Mendy, otro pilar de la decimocuarta Liga de Campeones, se ha extraviado entre tantas lesiones y el reclutamiento de Fran García no ha ofrecido hasta la fecha todas las certezas.
En la media, vendido Casemiro, el Madrid no ha dado con un recambio. Tchouameni (80 millones, el quinto fichaje más caro del club) se diluyó tras el Mundial y en el Metropolitano fue suplente. Y en la creación del juego, el equipo no se ha emancipado de Kroos y Modric, pero tampoco ellos marcan ya el ritmo como antes en las citas de más colmillo. Arriba, sin repuesto para Benzema, el equipo ejerce de funambulista, agarrado en este arranque a la pértiga de Bellingham. Rodrygo, del que se espera un salto goleador, metió el primer tanto en San Mamés y luego ha sumado 30 remates sin tino más un penalti fallado.
Más allá de las carencias en la delantera —Ancelotti pidió un nueve de primer nivel, pero después aceptó que no se lo traerían—, el solomillo del debate en la construcción de un nuevo Madrid se concentra hoy en el medio, la parcela donde más ha invertido desde la pandemia: 130 millones más otros tantos por Bellingham. En concreto, en Kroos y Modric, y más tras su sorprendente alineación a la vez ante el Atlético. Con la baja de Vinicius, el técnico dio pista al balcánico y prescindió de Joselu y Tchouameni, contra lo que venía haciendo.
Reunión con la medular
El envido por los dos veteranos supuso una decisión muy llamativa. Desde el club le habían pedido que acelerara la transición generacional en esa parcela, medida que tomó en los seis encuentros precedentes, con ninguna titularidad de ambos al unísono. Luego, la sustitución del croata al descanso fue interpretada como el reconocimiento de una equivocación. Una medida que puede ahondar en la insatisfacción que ya había mostrado Modric con su nuevo papel. Kroos lo había aceptado de mejor gana.
Se intuía en verano que este sería el punto más delicado en la gestión de la plantilla para el italiano, aunque, al mismo tiempo, su horizonte como posible seleccionador brasileño le hace sentirse libre en la toma de decisiones. En todo caso, el tema ha subido de volumen sin llegar a octubre.
Hace un año, a principios de la pasada temporada, Ancelotti se reunió con Casemiro, Kroos y Modric, y les anunció que sus minutos se reducirían ante la aparición de carne fresca (Tchouameni y Camavinga, sobre todo). Los tres encajaron el mensaje con profesionalidad y aceptaron el reto de sobrevivir. El primero se marchó pocos días después, deseoso de la aventura inglesa, pero los dos segundos acabaron resistiendo y venciendo, indiscutibles en los encuentros más peliagudos. El 4-0 del City, sin embargo, pareció clausurar ese duopolio por las señales emitidas aquella noche y porque, a la hora de planificar el nuevo curso, el club le transmitió a Ancelotti la conveniencia de dar un paso más en esa transición y que, al menos, no coincidieran tantas veces en el plan inicial.
Y en esas estaba en los primeros duelos, hasta que el alemán y el croata regresaron al once la noche en la que el Atlético se comió a un Madrid ruinoso en defensa. La quiebra resultó colectiva, especialmente atrás, aunque muchas miradas acabaron en la decisión de recurrir de nuevo y a la vez a los dos miembros más distinguidos de la vieja guardia, por el significado de su titularidad en un momento de viaje hacia un nuevo Madrid que aún no ha cuajado.
El varapalo rojiblanco obliga a Ancelotti en las próximas citas de altura a redefinir los roles, o a insistir en ellos hasta nuevo aviso.
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