Albania, una canción y el fútbol en honor a los abuelos: la misión de Zabaleta y Sylvinho en la selección

El argentino, segundo entrenador de la selección balcánica, explica el trabajo que hizo con el brasileño para llegar a la Eurocopa

Sylvinho conversa con Pablo Zabaleta durante el partido entre Albania e Italia.Chris Brunskill/Fantasista (Getty Images)

Y sonó Mora Fjalë en Albania.

En el año 2000, con la idea de unir a los albaneses desperdigados por el mundo, el músico Naim Gjoshi compuso una canción en honor a Adem Jashari, líder histórico del Ejército de Liberación de Kosovo (ELK), la milicia independentista albano kosovar. La canción se titula Mora Fjalë y se esparció por Tirana hasta convertirse en un himno. Y un día los albaneses también se sintieron orgullosos de su selección de fútbol, clasificados por segunda vez en su historia a la Eurocopa. “La canción se convirtió en una insignia del equipo. La empezaron a ca...

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Y sonó Mora Fjalë en Albania.

En el año 2000, con la idea de unir a los albaneses desperdigados por el mundo, el músico Naim Gjoshi compuso una canción en honor a Adem Jashari, líder histórico del Ejército de Liberación de Kosovo (ELK), la milicia independentista albano kosovar. La canción se titula Mora Fjalë y se esparció por Tirana hasta convertirse en un himno. Y un día los albaneses también se sintieron orgullosos de su selección de fútbol, clasificados por segunda vez en su historia a la Eurocopa. “La canción se convirtió en una insignia del equipo. La empezaron a cantar después de cada partido. Te pone la piel de gallina”, explica Pablo Zabaleta, exjugador del Manchester City, segundo entrenador de Albania, este lunes rival de España en Alemania 2024.

Retirado en 2020, Zabaleta, subcampeón del mundo en 2014 y campeón de la Premier League con el City (2012 y 2014), se reencontró con el césped en el lugar menos pensado: Albania. “¿Mancha en el currículo?”, dice el argentino; “para nada, al contrario. ¿Sabes las ofertas que tenemos?”.

Mientras trabajaba de comentarista para la televisión inglesa en el mundial de Qatar a Zabaleta le sonó el teléfono. Era su amigo Sylvinho. “Lo conocí en el City. Un crack. El primero en llegar a entrenar, desayunaba tranquilo. Enseguida conectamos. Como ya estaba en el final de su carrera, Mark Hughes le ofreció ser parte de su cuerpo técnico, Mancini también. Es el perfil ideal, serio y ama el fútbol. Trabaja y tiene ilusión. Noble y genera confianza”, cuenta Zabaleta. Considera a Sylvinho uno de los amigos que le dio el fútbol, la llamada, sin embargo, lo sorprendió. “Hazme un favor, me acaban de ofrecer la selección de Albania. Mira los últimos cuatro o cinco partidos y me tienes que hacer un análisis”.

A Sylvinho le aseguraban desde la federación albanesa que había una generación de futbolistas interesantes y que necesitaban un perfil de entrenadores diferentes. Zabaleta aceptó el reto de su amigo y, cuando llegaba al hotel después de comentar los partidos de la selección argentina, estudiaba los partidos de Albania. “Hay buenos jugadores. Y están en un grupo con Polonia y República Checa, Islas Feroe y Moldavia. Puede llegar a la Eurocopa”, le contestó Zabaleta. “Acompáñame a Tirana. Conozcamos las instalaciones”, dijo Sylvinho.

Les sorprendieron. Un estadio y una ciudad deportiva modernos. El problema, la cultura de trabajo. “Sylvinho se mudó a Tirana y yo viajo cada 10 días desde Barcelona. Aprendimos frases en albanés y conectamos con la gente. Ser sudamericanos nos ayudó. Creemos en el contacto humano”, recuerda Zabaleta. Había que empezar de cero. Querían dejar un legado y profesionalizar. “Le explicamos al jardinero que no tenía que cortar el césped 10 minutos antes del entreno y al utillero que no podía dejar un bolso con toda la ropa dentro sino que tenía que poner cada chándal en el puesto de cada jugador. Mandamos pegar las fotos y los nombres de los futbolistas en el vestuario”.

Profesionalizado el trabajo, llegó lo más difícil: los jugadores. “Cuando vieron que estábamos comprometidos, se comprometieron. Hicimos una selección de 50 jugadores. Convencimos a muchos que estaban por todo el mundo que su lugar era la selección de Albania”, revela Zabaleta. De los 26 jugadores en la Euro, solo siete nacieron en Albania. “Por primera vez, el fútbol creo una sensación de pertenencia. Y lo hicieron la tierra de sus abuelos y de sus padres. ¿Hay un orgullo mejor?”, cierra Zabaleta.

Ahora quieren que suene Mora Fjalë en Alemania.

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