Alemania - Francia, choque de gigantes
Las selecciones que ganaron los dos últimos Mundiales debutan en Múnich en un clásico que enfrenta a dos escuelas futbolísticas y pone a prueba la hegemonía del equipo de Deschamps
Si hay un partido de fútbol que concentró los ecos de las catástrofes que asolaron Europa en el siglo XX, ese fue el que tantas veces enfrentó a Alemania y Francia. Despojado ya de la nota lúgubre de la posguerra, el encuentro que este martes enfrenta en Múnich (21.00, Telecinco) al último y al penúltimo de los ganadores de la Copa del Mundo no mide dos potencias políticas sino la solidez de la hegemonía francesa en el fútbol y la vigencia de dos escuelas antagónicas.
Abanderada del viejo catenaccio en ...
Si hay un partido de fútbol que concentró los ecos de las catástrofes que asolaron Europa en el siglo XX, ese fue el que tantas veces enfrentó a Alemania y Francia. Despojado ya de la nota lúgubre de la posguerra, el encuentro que este martes enfrenta en Múnich (21.00, Telecinco) al último y al penúltimo de los ganadores de la Copa del Mundo no mide dos potencias políticas sino la solidez de la hegemonía francesa en el fútbol y la vigencia de dos escuelas antagónicas.
Abanderada del viejo catenaccio en su versión contemporánea, la Francia de Deschamps pondrá a prueba el proyecto de Alemania, un país que, como España o Italia, ha resuelto apostar por el juego elaborado en busca de resultados, entretenimiento y audiencias. Ambos conjuntos debutan en el proceloso Grupo F en una velada tan cargada que seguramente provoque consecuencias a lo largo de toda la Eurocopa. Considerando que Portugal los espera, la selección que salga perdedora correrá un serio riesgo de eliminación antes de octavos.
La última vez que se batieron en un gran torneo fue en Marsella, durante las semifinales de la Eurocopa de 2016. Entonces Francia cimentó su soberanía mundial (2-0) y Alemania se adentró en una larga crisis que todavía lucha por superar. Su entrenador, Joachim Löw, anunció que se retirará este verano. Su crédito, de todos modos, se agotó con el 6-0 ante España en La Cartuja en noviembre de 2020. La rellamada de veteranos como Müller o Hummels revela una frustración y un vacío.
Alemania quiere jugar al fútbol más complejo que existe al tiempo que registra la mayor sequía de talento de su historia. Lo reconocen sus propios técnicos: Werner y Havertz son excepciones en una cadena de producción que da síntomas de agotamiento, por más que Bastian Schweinsteiger apelara a los principios arcaicos del espíritu germano en L’Équipe. “Nos hemos concentrado excesivamente en solucionar cuestiones del juego”, dijo, “y nos hemos olvidado de las virtudes por las que fuimos envidiados: la implicación, el combate, la voluntad, la mentalidad ganadora”.
Este martes Francia comienza a dilucidar si su hegemonía será larga o breve. Lejos del debate ideológico, en Clairefontain no autocuestionan el estilo de juego sino que se generan conflictos de vestuario periódicos, como si las revueltas formasen parte de la identidad nacional. El sorprendente regreso de Benzema ha desencadenado una reforma forzosa en el escalafón y una división: de un lado, los que están con el hedonista Benzema, del otro, los que prefieren al laborioso Giroud. Solo se sabrá si la brecha es profunda o superficial al contraste con la dificultad, y pocas dificultades son mayores que las que puede presentar en Múnich una Alemania herida.
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