Álex Abrines: “Le pedí perdón a la pelota y volvimos a ser amigos”
El capitán del Barcelona, que espera liderar a los azulgrana en los cuartos de la Euroliga ante el Olympiacos, habla sobre la trayectoria del equipo y los problemas de salud mental en el deporte
Se define como introvertido y tímido, pero cuando calza un triple en el Palau de esos que valen oro no es raro verle alzar los brazos y degustar el aliento de la afición, sonrisa amplia, competitividad en estado puro. Álex Abrines (Palma; 30 años), sin embargo, entiende que está de paso en el baloncesto profesional, una resolución que en ocasiones le costó entender porque se dedicó al deporte en cuerpo y alma hasta que la mente le dijo basta, al punto de que abandonó la pelota naranja por cinco meses. Capitán ...
Se define como introvertido y tímido, pero cuando calza un triple en el Palau de esos que valen oro no es raro verle alzar los brazos y degustar el aliento de la afición, sonrisa amplia, competitividad en estado puro. Álex Abrines (Palma; 30 años), sin embargo, entiende que está de paso en el baloncesto profesional, una resolución que en ocasiones le costó entender porque se dedicó al deporte en cuerpo y alma hasta que la mente le dijo basta, al punto de que abandonó la pelota naranja por cinco meses. Capitán del Barça, espera liderar al equipo en los cuartos de final de la Euroliga ante el Olympiacos, previo paso a la Final Four.
Pregunta. ¿Por qué cae tan bien Abrines?
Respuesta. Supongo que porque me considero un tío humilde y porque soy buena persona; suelo anteponer a los demás a mí y me gusta ayudar. Y con el Palau ya son nueve años juntos…
P. ¿Con 15 Abrines los vestuarios serían muy sanos?
R. Bueno, seguro que algún problema habría, pero pocos. Siempre me he llevado muy bien con todos. No seré el más gracioso, pero suelo hacer bastantes tonterías. Y ahora, como capitán, intento que todos estén bien y fomento la unión haciendo cositas lejos del parquet. Se trata de ser, como en la selección, una familia que se lo pasa bien dentro y fuera de la pista.
P. ¿Puede ser que no tenga ego en un mundo donde abunda?
R. Puede. Me han dicho muchas veces que sea más egoísta jugando, pero no me sale. Siempre he jugado así y así he llegado aquí. Si se necesita, soy el primero en sacrificarme; si alguien tiene que meter los puntos, ya me encargaré yo de defender.
P. ¿Es conformista?
R. Lo parece porque soy un poco inexpresivo. Pero siempre he querido más. Si hay que dar un golpe en la mesa me cuesta porque soy un poco introvertido, pero hay límites a los que sí reacciono.
P. Ahora no sale en el quinteto inicial, ¿tiene más presión porque si ese día no está fino quizá no tenga otra oportunidad en el partido?
R. La presión siempre está y aprendes a vivir con ella, por lo que siempre he jugado con el mismo desparpajo. Es verdad que si sales de inicio y no te entran, suele llegar esa segunda oportunidad. Pero no por salir del banquillo tienes una presión extra. He encontrado mi rol con este staff y estoy cómodo, aunque siempre quieres jugar más.
P. Pero la presión, entre otras cosas, le hizo parar hace cinco años e hizo un vídeo para explicar sus problemas de salud mental.
R. Se hizo viral y recibí mucho cariño. Por entonces era un tema un poco tabú porque casi nadie se había pronunciado en ese sentido, quizá Kevin Love y alguno más en la NBA. Ahora es distinto y así se ha visto con Ricky Rubio, que ha pasado por algo similar a lo mío; son reacciones diferentes. Antes era muy poco común y los clubes no tenían psicólogos deportivos en sus estructuras. Yo, con 30 años, lo he aprendido a las malas. Por eso es importante para los jóvenes, que sepan que todos podemos pasar por ahí, que no todo son flores y alegrías, que hay mucho más.
P. Paró el día de Navidad de 2018. No podía ni quería jugar, sino que prefería quedarse en la cama. ¿Cómo llegó a esa situación?
R. Porque no sabía qué me pasaba. Primero te da pereza entrenarte o jugar, te cuesta más. Luego pasé por una semana con síntomas de malestar gástrico, pero pensaba que era un virus. No asocias. Y llegas al punto de que tu cuerpo ya no quiere, rechaza, hacer algo con lo que llevas disfrutando desde los cuatro años. Cuando te das cuenta y miras para atrás, entiendes que el cuerpo me enviaba señales, pero no pude leerlas porque no tenía herramientas.
P. ¿Cuándo volvió a hacer clic, a divertirse?
R. Un día en el jardín de casa en Oklahoma (jugaba en los Thunder de la NBA). Me puse a tirar con mi mujer, un KO, un 21, luego un uno contra uno… Y empecé a recuperar la sonrisa. Le pedí perdón a la pelota y volvimos a ser amigos. Entendí que el baloncesto no lo era todo, que no podía llevármelo a casa fuera bien o mal. Claro que cuando gano estoy contento y cuando pierdo, jodido, pero hay que saber desconectar para volver al día siguiente con más ganas.
P. ¿Está superado?
R. Sí. Ahora ya no trabajo con la psicóloga porque me dio las herramientas para detectar las señales y evitar que se haga bola. También busqué involucrarme en negocios y mantener la mente ocupada durante el día. Y ahora con mis hijas —una de 14 meses y otra de cuatro años— es distinto. A ellas les da igual si juego bien o mal, solo quieren jugar con papá.
P. ¿Duerme bien?
R. Dormiría, pero la pequeña está rebelde. La verdad es que en los viajes del equipo estoy aprovechando (ríe).
P. Les tocará viajar ahora a Grecia para medirse con el Olympiacos. ¿Se sienten mejores?
R. No. Pero sí creo que está en nuestras manos. Estará igualado porque llevan dos años a un nivel muy alto. Deberemos atacarles en transición y defender muy bien porque son muy físicos.
P. Aunque la defensa no está siendo lo mejor del Barça este año…
R. Estamos siendo muy irregulares y tenemos que trabajar en eso. Aunque lo que no hemos conseguido en ocho meses, difícilmente lo lograremos ahora. Pero sí se pueden hacer retoques y se trata de dar con la tecla cinco partidos seguidos para ganar en Europa. El equipo es el que es, mucho talento ofensivo, pero en lo defensivo nos cuesta más. También es el primer año de un staff inexperto que cada vez lo hace mejor. Para los cambios que ha habido, podía ser mejor y peor, y llegamos con opciones al final que es lo importante.
P. El equipo tiene libertad en ataque, ¿eso es apostar por el talento?
R. Sí porque así dependes de la creación individual. Parker, Laprovittola y Brizuela necesitan esa libertad para generar sus propios tiros. Este estilo de juego se ajusta más a nosotros que el empleado en años pasados. Además, es más divertido para todos. Cuando tenemos un partido muy bueno y lo comparas con uno muy bueno del año pasado, o cuando estaba Pesic o Xavi Pascual, es más vistoso, es alegría. Pero también tiene más riesgo porque si no tienes el día, sufres atrás. Hemos tenido derrotas muy feas. Hay que saber encontrar el timing; si no ha salido bien tres o cuatro veces, hay que echar el freno de mano y jugar más táctico. Pero este año hemos demostrado que podemos ganar a cualquiera.
P. Usted sí ha mejorado mucho en defensa con los años, ¿no?
R. Lo hice porque quería jugar. Cuando era joven, era ofensivo, tirador, y defendía poco. Pero llegas al Barça y ves que hay muchos jugadores buenos y que si no sabes defender, no juegas. Puedes meterlas o fallarlas, pero si defiendes, tienes más posibilidades de quedarte. Con el tiempo he aprendido que hasta te puedes divertir en esa fase: un robo, acabar buena defensa con un rebote… Cuando eres joven es difícil verlo, pero lo aprendes.
P. Decía que el staff de este año era inexperto…
R. Porque es su primer año, pero lo hace cada vez mejor. Creo que cada vez jugamos con más identidad y Grimau ha ayudado a que haya buen ambiente. Antes también lo había, ¿eh? Pero creo que con él todos hemos congeniado muy bien, tanto los españoles como el núcleo de los que llevamos años en el Barça. Un staff con exjugadores y gente joven ayuda a que haya compenetración.
P. Llegó a decir que habían pasado de los gritos [Jasikevicius] al diálogo [Grimau].
R. Son diferentes métodos. Habrá jugadores que prefieran los gritos, pero yo me quedo con el estilo de Grimau, que cuando es necesario también grita. Aunque está claro que lo primordial es ganar, que es lo que queremos todos, y si para ganar te tienen que gritar, pues apechugas. Pero en igualdad de condiciones, si ganas siempre, prefiero este estilo.
P. ¿Qué hará cuando deje el baloncesto?
R. Tengo bastante claro que no tiraré por el baloncesto profesional. Sí que me gustaría entrenar a niños pequeños, cosa que hacía hace años, porque todo es felicidad, tirar la pelotita. Así que cuando regrese a Mallorca a vivir, pediré a La Salle —donde se formó— que me dejen volver. También seguiré con Ramboot (club de e-Sports que compite en Primera de League of Legends, Valorant, 2K, FIFA…), donde soy inversor y ayudo a buscar patrocinadores.
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