Ciudad Real, el regreso de la localidad que levantó un imperio en el balonmano
La población manchega, que vio ganar tres Champions, vuelve a la Asobal de la mano del Caserío, impulsado en 2011 por las peñas del aquel equipo desaparecido
Donde hubo fuego, siempre quedarán brasas para reavivar la llama. Que se lo pregunten a Ciudad Real y el balonmano. La población que asistió a la construcción de un imperio en este deporte, que vio una colección deslumbrante de estrellas y que, casi de un día para otro, se quedó sin nada en 2011 por el crac inmobiliario, ha regresado a la Asobal. Una reconstrucción hecha a mano y, como dice el tópico, surgida del pueblo. Este sábado (20.30), contra el Cuenca, el Quijote Arena vuelve a viv...
Donde hubo fuego, siempre quedarán brasas para reavivar la llama. Que se lo pregunten a Ciudad Real y el balonmano. La población que asistió a la construcción de un imperio en este deporte, que vio una colección deslumbrante de estrellas y que, casi de un día para otro, se quedó sin nada en 2011 por el crac inmobiliario, ha regresado a la Asobal. Una reconstrucción hecha a mano y, como dice el tópico, surgida del pueblo. Este sábado (20.30), contra el Cuenca, el Quijote Arena vuelve a vivir un partido de la élite española.
Hace 14 años, en una manifestación de protesta después de que el Balonmano Ciudad Real, que acababa de ganar tres Champions, anunciara su mudanza a Madrid bajo el nombre de Atlético de Madrid con una plantilla muy similar, varias peñas del club decidieron que algo había que hacer y que, si las estrellas se marchaban a la capital por imperativo económico del proyecto, ellos no se podían quedar sin balonmano en la localidad. Así que crearon un equipo desde cero y le pusieron el nombre de Caserío Ciudad Real, como homenaje a la entidad original que había dado lugar al exitoso conjunto que levantó hasta 27 títulos en solo una década con aquel desfile apabullante de figuras: Talant Dujshebaev, Juan de Dios Román, Rolando Uríos, Didier Dinart, Viran Morros, Jota Hombrados, Sterbik, Rutenka, Dzomba, Olafur Stefansson…
“Pero claro, ese nuevo equipo no tenía jugadores”, advierte Julián Amores, el actual presidente. “Entonces, se les ocurrió unirse al Miguelturra, muy cerca de allí, que se había creado unos años antes con gente de Ciudad Real; y al Colegio Marianistas, para la cantera. Y así empezó todo para el Caserío, desde la segunda división territorial de Castilla-La Mancha”, explica el dirigente.
El caso es que entre despedidas traumáticas y nuevos conjuntos, el panorama del balonmano en la localidad al inicio de esa década tan convulsa fue, cuando menos, curioso. Por un lado, había nacido el Caserío por acción popular. Pero, en paralelo, durante la temporada 2011-12, la primera tras la conversión del Balonmano Ciudad Real en Atlético de Madrid, esa plantilla de estrellas y el cuerpo técnico seguían entrenando y viviendo en la localidad manchega, y solo salían de allí para competir, a Madrid como locales o donde les tocara como visitantes. Una circunstancia que también resultó difícil de asimilar para los propios jugadores, que sufrían una especie de desarraigo.
Once fichajes
Y en 2013 surgió una tercera pata en la ciudad con un nuevo equipo, el Alarcos. La resurrección de la histórica marca del Atlético solo duró dos cursos, hasta 2013 (fue el último conjunto que le arrebató un título nacional al Barcelona), y la desaparición definitiva de todo el proyecto (el original y la continuación rojiblanca) obligó a cerrar la cantera, que nunca se había movido de La Mancha. Así que algunos padres, cuando se quedaron sin academia para sus hijos, se lanzaron a crear su propio club, el segundo surgido de las brasas del extinto imperio de Ciudad Real.
Dos entidades nuevas, Caserío y Alarcos, en una localidad de unos 80.000 habitantes que aspiraron a recoger y reaprovechar todo lo que se había perdido por el camino. Una competencia de la que ha salido ganando el Caserío, que empezó por detrás y que en 2015 estuvo al borde la desaparición –“nos aplazaron la primera jornada porque no habíamos pagado ni las fichas”, admite Amores-, pero que ha llegado el primero a la meta.
A diferencia de otras ciudades que también vieron diluirse sus equipos de élite por la gran crisis inmobiliaria, el tejido de aficionados al balonmano se ha mantenido vivo en Ciudad Real. “Ahora tenemos unos 2.200 socios. El año pasado estábamos en 700, pero en un partido normal metíamos unos 2.000 espectadores en el Quijote Arena. En la fase de ascenso, más de 4.000”, asegura su presidente. Unas cifras que lo sitúan muy por encima de casi todos los equipos de la Asobal y que le conceden una potencia de tiro nada despreciable para un recién ascendido.
Su presupuesto, según Julián Amores, ronda el millón de euros y este verano, pese a perder a la gran promesa Marcos Fis (al Granollers), han firmado 11 fichajes. Los dirigirá Santi Urdiales, que lleva en el cargo desde 2015, cuando el equipo disputaba la Primera Nacional (tercera categoría) y que formó parte como jugador de aquel Balonmano Ciudad Real de principios de siglo que inició su gran explosión tras la llegada de Talant Dujshebaev. Un pasado de gloria que representó la edad de dorada (y perdida) de la Liga y que será casi imposible de repetir, pero que, al menos, no murió de todo.