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Los caminos del fútbol también son inescrutables

Mucho que decir y poco que contar (Altamarea) narra todo lo que sucedió antes, durante y después del mítico penalti de Djukic

Los caminos del Señor serán inescrutables, pero los del fútbol tampoco lo hacen mal. De ahí que crear historias de ficción sobre el balompié sea una tarea tan complicada: es un deporte que genera situaciones reales tan inverosímiles que, incluso trasladadas a una fábula, serían difíciles de creer. La temporada 1993-1994 del Deportivo de la Coruña es uno de los mejores ejemplos. El equipo había regresado a la máxima categoría tres años antes. En la temporada de su regreso, se salvó del descenso en la extinta eliminatoria de promoción, en la que el candidato al ascenso se enfrentaba al equipo qu...

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Los caminos del Señor serán inescrutables, pero los del fútbol tampoco lo hacen mal. De ahí que crear historias de ficción sobre el balompié sea una tarea tan complicada: es un deporte que genera situaciones reales tan inverosímiles que, incluso trasladadas a una fábula, serían difíciles de creer. La temporada 1993-1994 del Deportivo de la Coruña es uno de los mejores ejemplos. El equipo había regresado a la máxima categoría tres años antes. En la temporada de su regreso, se salvó del descenso en la extinta eliminatoria de promoción, en la que el candidato al ascenso se enfrentaba al equipo que trataba de evitar el descenso. Después, llegaron Mauro Silva y Bebeto, dos jugadores brasileños que tenían cerrados acuerdos con sendos grandes clubes europeos y cambiaron de opinión para instalarse en Galicia. En su primera temporada, el equipo quedó tercero, a cuatro puntos del campeón (entonces la victoria valía dos puntos). En la 93-94, el fútbol daría otra vuelta de tuerca a su impredecible hemeroteca. En el último minuto del último partido, el Deportivo dispondría de un penalti. Si lo marcaba, sería campeón de Liga por primera vez en su historia. Lo lanzó Djukic. Lo detuvo González, guardameta del Valencia. Alguien, detrás de la portería, pegó una patada de frustración a una valla publicitaria. La valla se cayó. Aquella patada la pegaba la hinchada deportivista, pero también todos los aficionados ajenos al club que habían vibrado y soñado con la temporada del equipo gallego. El fútbol había creado una nueva historia difícil de imaginar. Y el concepto de SúperDepor quedaría ligado para siempre al del penalti de Djukic.

Mucho que decir y poco que contar (Altamarea) —que toma como título la icónica frase del entrenador Arsenio Iglesias en la rueda de prensa posterior al partido— es un ejercicio de gran crónica de un momento histórico. Un relato repleto de contexto y detalles en que han participado más de 200 personas que vivieron aquel instante. Un libro para entender cómo el destino va tejiendo su inexorable red, desembocando en un desenlace que ningún guionista hubiera podido imaginar y que, sin embargo, sucedió de verdad.

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