Una Copa del América sin anfitrión
Las Round Robin, las eliminatorias clasificatorias iniciales para poder desafiar al Team New Zealand, empiezan este jueves sin un representante español y con la incógnita del interés que captará la prueba entre los ciudadanos
Entre los empresarios y promotores que certificaron la llegada de la Copa del América a Barcelona, por allá a principios de 2022, corría la duda, más fantasía que ilusión, sobre si la competición podría contar con un equipo anfitrión. Pero cuando analizaron la viabilidad del proyecto cerraron rápidamente la carpeta. ...
Entre los empresarios y promotores que certificaron la llegada de la Copa del América a Barcelona, por allá a principios de 2022, corría la duda, más fantasía que ilusión, sobre si la competición podría contar con un equipo anfitrión. Pero cuando analizaron la viabilidad del proyecto cerraron rápidamente la carpeta. Necesitaban al menos unos 85 millones de euros para arrancar. Demasiado. Dos años y medio después, la competición más importante de vela del mundo arranca oficialmente este jueves sin una escuadra española (en categoría femenina y juvenil sí la habría, pero la duración es menor), lo que replantea cuál será la implicación de los ciudadanos y el nivel de seguimiento.
Construir un equipo de Copa del América requiere una gran cantidad de recursos logísticos, tecnológicos y humanos. Dinero que no siempre se recupera. “Se necesitan quizás al menos cuatro años para armar un equipo competitivo”, entiende Juan Luis Woody, exregatista olímpico y director comercial del American Magic en España. “En el caso de un equipo español hubo poco margen de maniobra. Se requiere una estructura que tenga capacidad y experiencia. No es lo mismo empezar de cero, donde tienes que generar I+D+I [investigación, desarrollo e innovación], que tener la experiencia de un equipo rodado”, añade. Coincide con el análisis Joan Vila, responsable de meteorología y sistemas de navegación del Alinghi Red Bull Racing: “La falta de tiempo ha sido el factor fundamental”. De los seis equipos participantes en la Copa del América, solo el Orient Express (Francia) se incorporó sin un bagaje previo en los años previos.
La mayoría de los equipos de la Copa del América se sostienen actualmente con el apoyo de una gran fortuna. Un millonario capaz de invertir un dinero que no siempre se recupera. Detrás del Ineos Britannia (Reino Unido) se encuentra el británico James Ratcliffe, el 110º hombre más rico del mundo según Forbes; el Alinghi Red Bull Racing (Suiza) cuenta con el apoyo del helvético Ernesto Bertarelli (194º); y el dueño de Prada, el italiano Patrizio Bertelli (573º), acompaña al Luna Rossa Prada Pirelli (Italia). Los presupuestos rondan entre los 150 y los 200 millones, aunque el monte total se consolida con la entrada de patrocinadores.
“En España no hay un millonario cercano a la vela que pueda asumir tanto dinero”, lamenta Guillermo Altadill, histórico navegante barcelonés y persona clave para traer la competición a la capital catalana. Y sin un nombre propio, los patrocinadores no se atreven a invertir grandes cantidades por la dificultad de recuperarlo. “No hay ningún patrocinador que ponga 150 millones en una campaña de dos años y medio. No es rentable”, explica Altadill.
Barcelona será de una de las pocas ciudades que han sido sede de la Copa del América sin una escuadra anfitriona, pero la organización entiende que el peso de la historia de un desafío que nació en 1851 sea suficiente para seducir a un público que en las primeras regatas preliminares celebradas en Barcelona ha reaccionado con un entusiasmo más bien moderado en pleno periodo vacacional. “Contar con un anfitrión despierta el interés, pero la espectacularidad de la misma regata atraerá al público”, considera Vila.
No será tan fácil conseguirlo, entiende Altadill, porque los aficionados se enganchan a los deportes cuando hay deportistas con quienes pueden identificarse. “La Fórmula 1 empezó a tener aficionados en España cuando había un español en las carreras; con el golf o las motos, los mismo”, señala. “Todas las grandes competiciones garantizan a los anfitriones tener un equipo precisamente para garantizar la afluencia de la afición de cercanía. En el caso de la Copa del América no es el caso, y se puede notar en el interés”.
Para contrarrestar este riesgo, Wood invita a los aficionados a acercarse a las bases y a los espacios habilitados a vivir una experiencia “única”. “La Copa del América tiene una historia espectacular. Somos un país vinculado al mar y tenemos mucha tradición marinera”. Las cifras lo avalan: no hay disciplina que haya bañado más en oro a España en unos Juegos Olímpicos que la vela, con 14 triunfos (el último, en París 2024 con el título de Diego Botín y Florian Trittel). “Como país deberíamos estar participando, sí”, cierra.
Si la Copa del América de Barcelona ha llegado demasiado pronto, también puede ser una oportunidad para el futuro. “La experiencia obtenida este año puede servir para preparar un equipo para próximas ediciones”, lanza Josep Maria Isern, presidente de la federación catalana de vela. El dirigente entiende que albergar la competición cultiva un campo a largo plazo. “En Cataluña tenemos una visión más popular de la vela que en el resto de España, pero si nos comparamos con Francia o Nueva Zelanda, donde es un deporte de país, tenemos mucho camino por recorrer”. La competición ha sido, entiende Isern, un “catalizador” para que este conocimiento se integre entre las familias. “Hemos realizado programas donde unos 27.000 niños de la provincia de Barcelona han salido a navegar. Todos ellos lo expresan a sus familias, y así el seguimiento de la vela crece. Tiene un valor. Eso también es legado”, celebra.
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