Cinco minutos

Hace solo 72 horas el Barça celebraba el título de Liga y casi sin respiro ya está en la casilla de lo que será la temporada que viene. El City apenas tiene tiempo para celebrar el pase a la final: le espera la Premier y la FA Cup antes de enfrentarse al Inter

Los jugadores del Barcelona celebran el título de Liga el pasado lunes.Joan Monfort (AP)

Tal vez recuerden aquella canción en la que Víctor Jara nos contaba que la vida es eterna en cinco minutos. Pertenecía a la mítica canción Te recuerdo Amanda y me lleva acompañando muchos, muchos, muchos años.

Esos cinco mágicos minutos en los que toda la vida se resume y, a su vez, queda resumida representan muy bien los tiempos rápidos, centelleantes, un suspiro, en los que se ha convertido el fútbol de estos tiempos del siglo XXI.

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Tal vez recuerden aquella canción en la que Víctor Jara nos contaba que la vida es eterna en cinco minutos. Pertenecía a la mítica canción Te recuerdo Amanda y me lleva acompañando muchos, muchos, muchos años.

Esos cinco mágicos minutos en los que toda la vida se resume y, a su vez, queda resumida representan muy bien los tiempos rápidos, centelleantes, un suspiro, en los que se ha convertido el fútbol de estos tiempos del siglo XXI.

Hace solo 72 horas que el Barça celebraba con su rúa la consecución del título de Liga y casi sin respiro ya está en la casilla de lo que será la temporada que viene, su plantilla, las salidas y las entradas futuras como si el presente, ese en el que Ter Stegen y con él todo su equipo aspira a lograr un récord estratosférico de porterías a cero, ese presente fuera ya casi pasado. Casi no se habían bajado del festivo autobús que más de dos jugadores sentían unas invisibles manos que les empujaban suavemente no solo fuera de ese alegre vehículo, sino que casi les ponían las maletas en el aeropuerto para ir buscándose su próximo destino. Sin aquellos pudores que teníamos hace no tanto tiempo que nos aconsejaban dejar disfrutar del momento, del presente para más tarde, una vez reposadas las emociones, empezar a hablar de nuevos horizontes, nuevos proyectos.

Si quieren otro ejemplo vean ese Milan reconstruido casi desde sus cenizas que se asomaba a las semifinales de la Champions para reverdecer viejos laureles, alguno de los cuales me había tocado vivir en dolorosa primera línea de fuego. Todas las ilusiones rossoneris se fueron por el desagüe casi en los primeros 20 minutos de la eliminatoria como si la baja de Leao hubiera supuesto una crisis de autoestima tan grande que las opciones se apagaron casi antes de poder calentar los ánimos de sus seguidores. Hoy, 48 horas después de la eliminación, ya se dice que el proyecto milanista está en crisis y su mítico gestor Paolo Maldini parece tener que dar excusas por la situación cuando hace 72 horas era el héroe de la vuelta del Milan a la primera línea europea.

Ya sabemos que, a veces, la percepción del tiempo es enormemente subjetiva. Lo digo porque al Real Madrid se le pasaron los primeros 45 minutos como si fueran cinco, tal fue la intensidad, el ritmo, la velocidad a la que el City le propuso jugar el decisivo partido de vuelta de las semifinales de Champions. Dio la sensación que Guardiola siguió basando su juego en el orden y la estructura

Y esta vez los últimos y milagrosos cinco minutos solo sirvieron para que Julián Álvarez demostrase su excepcional relación con el gol y mandara a guardar en la red madridista el primer balón que tocaba subiendo el cuarto a su marcador.

Más de cinco minutos, pero tampoco se crean que mucho más, que viene ya la Premier para ganarla, tiene el City para saborear esta clasificación para la final de la Champions, esa en la que va a salir con la etiqueta de favorito contra el Inter, pero en la que los interistas intentarán hacer valer todo su historial en el torneo de la Champions. Ahora, cinco eternos minutos después de acabar el partido, el City vislumbra un final de temporada que puede ser histórico con tres títulos mayores, Premier, FA Cup y Champions al alcance. El Inter sueña mientras tanto con reverdecer laureles y llevar la Orejona al Milán que viste de azul y negro. Quien sabe lo que diremos cinco minutos después de cada uno de esos decisivos partidos.

PD: disculpas a todos los que se sientan incómodos por vincular al mítico Víctor Jara con las banalidades del futbol.

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