Los caminos cruzados de Camavinga y Tchouameni
La crecida del ex del Rennes contrasta con la pérdida de peso tras el Mundial del cuarto fichaje más caro del Real Madrid
Mientras el madridismo debate sobre el futuro de Kroos y Modric, el centro del campo blanco ha asistido en las últimas semanas al cruce de caminos de dos jóvenes franceses con trayectorias dispares en la vida post Mundial. El subidón de Eduardo Camavinga (Cabinda, Angola; 20 años) ha contrastado con la tendencia a la baja de Aurélien Tchouameni (Rouen, 23 años) en su pugna por un puesto en el eje de la medular; un cuadro que quedó acentuado en la recien...
Mientras el madridismo debate sobre el futuro de Kroos y Modric, el centro del campo blanco ha asistido en las últimas semanas al cruce de caminos de dos jóvenes franceses con trayectorias dispares en la vida post Mundial. El subidón de Eduardo Camavinga (Cabinda, Angola; 20 años) ha contrastado con la tendencia a la baja de Aurélien Tchouameni (Rouen, 23 años) en su pugna por un puesto en el eje de la medular; un cuadro que quedó acentuado en la reciente ventana de selecciones, en la que el primero dejó en el banquillo contra Irlanda al hasta ahora insustituible segundo con Les Bleus. Este domingo ante el Valladolid (16.15, DAZN; sin Nacho, sancionado, ni Mendy, lesionado para un mes), supone otra oportunidad para ambos, incluso para mezclar juntos en una jornada sin urgencias.
Tchouameni, que ha hecho del trabajo mental uno de sus pilares y de las visitas al psicólogo una rutina, rumia ahora la pérdida de estatus. “Es la primera vez en mi carrera y estoy aprendiendo”, admitió hace una semana en la concentración gala sobre su mala racha en el Bernabéu. Titular todo el Mundial, su fallo en la tanda de penaltis de la final -otra víctima de las argucias del argentino Dibu Martínez- inauguró un periodo personal bastante gris. A su regreso a Valdebebas, una lesión muscular le dejó fuera seis encuentros, debió pedir disculpas por ser visto en París en un partido de la NBA mientras el Madrid pasaba las de Caín en Vila-real en Copa, y un proceso vírico le apeó de la ida de los octavos de Champions. Se curó para la vuelta, pero en el once apareció Camavinga, igual que en los dos últimos clásicos. Solo ha sido de la partida en siete choques de los 20 posibles con los blancos este 2023, frente a los 19 de su compatriota, una solución también en el lateral izquierdo.
“Sé que estoy en un periodo un poco más difícil en mi club y se me critica. Sabía que hoy tenía que hacer un buen partido. Creo que he respondido”, aseguró tras su titularidad y asistencia a Mbappé ante Países Bajos. Sin embargo, tres días más tarde se vio relegado por su compatriota, que había sido convocado como un remiendo para el flanco zurdo de la defensa y terminó ocupando su puesto de pivote.
Menos balones recuperados
Su condición de cuarto fichaje más caro del Madrid (80 millones) le concede un peso político a tener en cuenta, aunque su pérdida de pujanza frente al vigor de Camavinga no ha quedado al margen de las estadísticas. Si antes del Mundial recuperaba 6,3 balones cada 90 minutos, ahora ha bajado a 4,3. Trayectoria inversa a la del ex del Rennes, que ha pasado de 5,3 a 6,8. Y lo mismo sucede con los tackles: el primero ha descendido de 2,4 a 1,5, mientras el segundo se mantiene (2,9 a 3).
La idea de Carlo Ancelotti era una transición tranquila de Casemiro a Tchouameni, pero la repentina salida del brasileño redujo esa operación a unos días. Su rápida adaptación sorprendió al técnico, aunque la mecha se cortó a la vuelta de Qatar. Su fútbol aguado de las últimas fechas contrasta con la hiperactividad de Camavinga, un fijo desde enero pese a algunos errores importantes, unos por falta de oficio en el lateral izquierdo y otros por despistes en su lugar natural del pivote.
Sus apariciones con Francia desde el verano han resultado un termómetro de su crecida. Del “hizo cosas [en el medio] que no quiero volver a ver” de Didier Deschamps en septiembre ante Dinamarca, a su regreso como titular a la medular en lugar de Tchouameni hace una semana pese a que había sido llamado como una alternativa para el lateral izquierdo, igual que en el Mundial (no disputó ni un minuto en la zona ancha).
Con el Madrid, su ascenso tampoco se produjo a la primera. Cuando Tchouameni se lesionó a principios de enero, la primera opción para el pivote fue Kroos, pese a su manifiesta incomodidad en ese lugar, y no él. Pero la necesidad de mover el cesto debido a los malos resultados le concedió otra oportunidad y fue con Camavinga, en buena parte, con quien el equipo blanco frenó la caída.
Hasta entonces, Ancelotti había seguido aplicando con el joven la misma norma: en cuanto cargaba con una amarilla, lo retiraba. Según personas cercanas al técnico, una medida de protección, no de castigo. A partir de ese momento, la confianza del jefe creció y su rendimiento, también, ya sea como parche en el lateral izquierdo o por delante de Tchouameni en las últimas grandes citas. De centrifugadora en las remontadas a actor principal del día a día. “Está dando los pasos que se esperaban de él. Era muy joven cuando llegó y necesitaba su tiempo”, apuntan desde el entorno de Carletto.
Mientras en los partidos más sensibles se mantenga la apuesta por Kroos y Modric, y Valverde sea insustituible, entre Camavinga y Tchouameni solo puede quedar uno en el mejor de los casos.
Ancelotti y el ruido creciente sobre su futuro
Doce puntos de desventaja con el Barça y dos meses completos de Liga son terreno abonado para el ruido en el Madrid. La previa de un duelo sin gran chicha para la clasificación disparó este sábado el interrogatorio a Carlo Ancelotti sobre su futuro. “Todo está bastante claro. Seguiré aquí mientras el Madrid me permita seguir. Tengo contrato y quiero quedarme. Después es el futuro, y eso nadie lo conoce”, insistió. El presidente de la federación brasileña, Ednaldo Rodrigues, admitió hace una semana que el italiano es su principal objetivo. “Si Brasil me quiere, me da mucha ilusión”, comentó Carletto, que aseguró que no piensa en retirarse si sale del Madrid este verano.
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