El Málaga, de la Champions al precipicio en Segunda
Con el jeque Al Thani, propietario y presidente del club, a la espera de juicio, la entidad andaluza ha logrado sanear sus cuentas bajo un administrador judicial, pero teme descender a la Primera RFEF
El pasado 12 de febrero un grupo de futbolistas del Málaga CF se encaró con su afición en las gradas del municipal Carlos Belmonte, en Albacete. Tras perder su enésimo partido de la temporada no paraban de recibir insultos. En jaleo, pero con cara de circunstancias, otros jugadores pedían perdón por la derrota, una más en una nefasta racha deportiva. Fueron apenas unos segundos, pero sirvieron para describir la tensión que vive un club que acaba de ...
El pasado 12 de febrero un grupo de futbolistas del Málaga CF se encaró con su afición en las gradas del municipal Carlos Belmonte, en Albacete. Tras perder su enésimo partido de la temporada no paraban de recibir insultos. En jaleo, pero con cara de circunstancias, otros jugadores pedían perdón por la derrota, una más en una nefasta racha deportiva. Fueron apenas unos segundos, pero sirvieron para describir la tensión que vive un club que acaba de cumplir tres años bajo las órdenes de un administrador judicial. Con aspiración de retornar a Primera tras fichajes como los de Rubén Castro o Fran Sol, los goles no llegan. El nerviosismo cunde ante el abismo de un posible descenso de categoría, desgracia que en los pasillos nadie quiere ni mencionar y que Sergio Pellicer, tercer entrenador de la temporada, quiere evitar. Mientras, el propietario y presidente, el jeque Abdullah bin Nasser Al Thani, que vive en Qatar, está apartado del cargo por la justicia e investigado por los presuntos delitos de administración desleal y apropiación indebida.
La ciudad de moda tiene a su equipo lejos de la élite. La entidad malagueña atraviesa una delicada situación con la única tranquilidad de unas cuentas saneadas que garantizan la viabilidad incluso si se cae al pozo de la Primera RFEF. Sí que estuvo a solo unos días de la desaparición hace tres años, en febrero de 2020, tras el despido de Caminero como director deportivo y el de Víctor Sánchez como entrenador. La situación económica entonces no podía ir peor y solo la marcha de un canterano, Antoñín, al Granada CF por 1,5 millones de euros otorgó una prórroga para la supervivencia. “Sin esa venta, el club hubiera cerrado sus puertas”, relata Sergio Paulo Barbosa, conocido en el campo como Duda. El actual coordinador de fútbol base fue fijo del once blanquiazul durante años. También la temporada histórica de Champions. Con él en el campo, el equipo llegó hasta unos cuartos de final donde cayó ante el Borussia de Dortmund con un gol en fuera de juego en el descuento. Aquel fue el cielo para los malaguistas, que no sabían que entonces arrancaría un purgatorio que los arrastraría a Segunda división y, después, a la actual lucha por no caer aún más abajo.
Hoy es una figura impopular, pero la llegada de Al Thani en 2010 generó mucha expectación. La afición se ilusionó, llegaron los millones —137 en dos temporadas— y jugadores de renombre como Van Nistelrooy, Cazorla o Isco. Con Manuel Pellegrini en el banquillo, lo deportivo respondió, pero a nivel interno se vivía una historia de terror. Aquella temporada de Champions comenzó con impagos —y la visita de Luis Rubiales, entonces presidente de la Asociación de Futbolistas Españoles, al stage de pretemporada— y auguró un futuro difícil. “La propiedad dejó de estar. No tomaba decisiones. Hubo que vender jugadores y los trabajadores pasamos varios meses sin cobrar”, recuerda Lucas Rodríguez, entonces jefe de comunicación y hoy coordinador de la Fundación Málaga CF. ¿Por qué desapareció el jeque? “Es la pregunta del millón”, apunta Rodríguez, cuyos silencios durante la entrevista son tan significativos como sus palabras. La respuesta está, según fuentes cercanas, a que Al Thani no consiguió hacer negocio con la ampliación de un puerto deportivo en Marbella. Y es esfumó, aunque el ayuntamiento le dedicó una glorieta de la que luego le borraría su nombre.
Enamorado del fútbol, Paco Martín Aguilar, de 73 años, lleva más de 40 en el club. Afable, cercano, mientras deja en la mesa su móvil decorado con el escudo malaguista relata que en esas cuatro décadas ha visto de todo. Nada igual a que un presidente dirija un club desde Qatar, a más de 5.000 kilómetros de Málaga. “Construyó un gigante con pies de barro”, apunta mientras rememora años de desconcierto, sin dirección, en caída libre hacia un oscuro pozo. Hasta que la afición dijo basta en 2019. La Asociación de Pequeños Accionistas presentó una querella contra el jeque por los supuestos delitos de administración desleal, aprobación indebida e imposición de acuerdos abusivos. El juzgado la admitió a trámite a finales de año y, tras un registro policial, en primavera de 2020, apartó a Al Thani y nombró un administrador judicial, José María Muñoz. Justo cumplió tres años en el cargo este martes.
Su llegada fue convulsa. Muñoz planteó un ERE que acabó con varios trabajadores y futbolistas despedidos, pero hoy en la entidad creen que su papel ha sido fundamental para que, en lo económico, el club esté saneado y sólido. Es ya el cuarto límite salarial más alto de segunda. “El problema es que con el tema judicial funcionamos atados de pies y manos. Así no se puede volar”, señala Martín Aguilar. La declaración de Al Thani ante la jueza María de los Ángeles Ruiz sirvió para cerrar la instrucción del caso, pero aún no hay fecha para un juicio clave en el futuro del club. “Entonces el Málaga CF sabrá dónde está y dónde podrá llegar, pero hasta entonces no se podrán tomar decisiones importantes”, explica el consejero. Sí que hay pasos, como la reciente llegada del nuevo director general, Kike Pérez, procedente del Cádiz. Lleva tres semanas en la ciudad y apenas ha salido de las oficinas. “No traigo una receta mágica, pero sí ideas y hábitos de trabajo. Soy optimista porque hay una base sólida para crecer”, señala el alavés, quien tampoco quiere nombrar la posibilidad del descenso. Palabra prohibida.
El pasado lunes, el Unicaja paseaba su Copa del Rey de baloncesto por las calles de la ciudad, pero 16.164 personas acompañaron al Málaga CF esa noche en La Rosaleda. En los bares del entorno, en el prepartido, había poca esperanza. Lo resumían varios amigos alrededor de unas cervezas. “No hay nada que hacer”, decía Nacho Orduña, de 38 años. “En cada partido sientes frustración”, añadía Miguel Ángel Pérez, de 34 años. “La mala gestión nos ha llevado al hoyo”, subrayaba Justo Checa, de 45 años. Rubén Castro se reveló contra esas opiniones y, con dos goles ante el Real Zaragoza, se convirtió el máximo goleador español de LaLiga con 285 goles sumando los conseguidos en Primera y Segunda. El recién llegado Lago Junior cerró una victoria tan clara como necesaria. “Nos jugábamos la vida”, dijo el Castro tras el encuentro.
Fue la chispa necesaria para soñar con la salvación, a cinco puntos de distancia pero con 14 partidos por disputar. La llegada de Sergio Pellicer —tras los fracasos de Pablo Guede y Pepe Mel— ha dado otra vida al equipo. Y la afición lo agradeció con esperanzadores gritos de “sí se puede” en el tramo final del partido. Granada es su próxima parada este lunes (21.00, Movistar) mientras sueñan con mantener la categoría como una vez soñaron con la Champions.
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