Atlético - Oporto: la noche de Paulo Futre
El portugués, tras el infarto sufrido hace dos semanas, recibirá el calor de la hinchada del Atlético antes del duelo con el conjunto luso
El diez a la espalda, la melena alborotada al aire, una velocidad endiablada y la pelota cosida a su bota izquierda. La estampa de Paulo Futre (Montijo, Portugal; 56 años) será recordada en los videomarcadores del Metropolitano antes de que Atlético y Oporto, los clubes que más marcaron su carrera, se midan esta noche (21.00, Movistar LC). Con la entidad lusa, ganó la Copa de Europa de 1987 y ...
El diez a la espalda, la melena alborotada al aire, una velocidad endiablada y la pelota cosida a su bota izquierda. La estampa de Paulo Futre (Montijo, Portugal; 56 años) será recordada en los videomarcadores del Metropolitano antes de que Atlético y Oporto, los clubes que más marcaron su carrera, se midan esta noche (21.00, Movistar LC). Con la entidad lusa, ganó la Copa de Europa de 1987 y se reveló como uno de los grandes talentos jóvenes del continente. Con los rojiblancos, trascendió en la historia del club tanto por sus desequilibrantes carreras y regates como por la conquista sentimental que despertó y aún despierta entre la hinchada. Tras el infarto sufrido el 22 de agosto que conmocionó por unas horas a la afición colchonera, el Atlético ha decidido rendir homenaje a uno de los ocupantes de su santoral más selecto junto a Adelardo, Luis Aragonés, Diego Pablo Simeone o Fernando Torres.
“Con 23 años era un niño y era más del Atlético que nadie”, responde Futre en el cierre del documental sobre su figura, recientemente estrenado en Movistar, al ser preguntado cómo le gustaría que le recordaran los aficionados rojiblancos. “¿Que cómo se pudo hacer tan del Atlético? No se hizo del Atleti porque del Atleti se nace, él ya lo era, pero no lo sabía. Cuando vino en 1987 se dio cuenta pronto de lo que eran el club y su afición”, asegura Tomás Reñones, por entonces capitán y hoy director de relaciones institucionales. “El primo, como yo le digo porque él siempre llamaba a todos así, es muy pasional, igual que el club, por eso se hizo tan del Atlético. No hace falta que hable para saber que es colchonero”, asegura Kiko Narváez, que le tuvo como compañero en la temporada 97-98 y después como jefe cuando, con el equipo en Segunda, Futre asumió la dirección deportiva. “Es todo corazón, una tormenta, un torbellino, ha ido toda la vida en turbo, hasta cuando entra en un restaurante. Es el fiel reflejo de lo emocional en un terreno de juego. Jugaba como es”, abunda Kiko. “Las comparaciones son odiosas, pero puedes asimilarle con Messi o Maradona en su rapidez con el balón en los pies. Parecía más rápido con la pelota que sin ella”, matiza Quique Ramos, otro veterano que asistió atónito al fenómeno que generó su llegada al club.
Todo en el paso de Futre por el Atlético tuvo un punto de histriónico. Jesús Gil le convenció con un chalet y un deportivo de lujo para convertirle en la jugada maestra con la que arrasó en 1987 en las elecciones a la presidencia. “Recuerdo que Jesús Gil, para presentárnoslo, lo bajó al vestuario de La Romareda tras perder la final de Copa con la Real Sociedad. No nos sentó muy bien, estábamos jodidos. Al principio era más callado, pero se empapó de lo que era la afición y se implicó muchísimo. Se hizo capitán porque primero se lo ganó en el campo, daba el alma”, rememora Quique Ramos.
Futre emergió como ídolo colchonero como contrapeso a la hegemonía que ejercía el Madrid de la Quinta del Buitre. Su gol a Paco Buyo en la final de Copa, ganada al vecino en el Santiago Bernabéu (2-0), un zurdazo a la escuadra, en carrera y escorado, es su acción más recordada. Su marcha, a mitad de la temporada 1993-94, por una discusión con Luis Aragonés tras un derbi, fue traumática. Y su regreso, cuatro años más tarde, cuando ya estaba retirado por sus problemas de rodilla, forma parte de su leyenda. En noviembre de 1996, mientras observaba un entrenamiento del equipo, Radomir Antic le invitó a que se sumara al partidillo porque le faltaban jugadores. Su actuación fue estelar y fue reclutado para la campaña 97-98. “Aquello fue una maniobra de Jesús Gil porque sabía que iba a vender a Simeone en verano y necesitaba un gancho con la afición. Futre era el indicado para ello. Apenas jugó diez partidos y luego se fue a Japón porque la rodilla no le daba para más, pese a que él se había ilusionado con jugar más”, recuerda un exempleado del club.
Su penúltimo servicio al Atlético fue ejercer como director deportivo desde el año 2000 hasta el 2003. Logró el ascenso en el segundo año, pero en el primero engendró a un nuevo ídolo, Fernando Torres. “Al niño tienes que convocarlo”, le exigió al técnico Carlos Cantarero. “Siempre estaba encima de él y le daba consejos”, asegura Kiko. Lo mismo que hace ahora con su compatriota João Félix, al que ha tratado de inculcarle el mismo veneno rojiblanco que a él le convirtió en un mito.
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