Alcaraz ya fluye en Wimbledon
El murciano se dispara hacia la segunda semana con un repaso a Otte y advierte: “Ahora ya sé cómo jugar, cómo moverme. Me siento ya un jugador de hierba”
No es día para virguerías porque el viento frío de Londres sopla con fuerza. Aun así, el aficionado de la Court 1 se frota las manos y saliva porque cada vez que Carlos Alcaraz arranca, esprinta, hace el apoyo y carga la derecha o el revés para golpear la bola (castigarla en su caso), se produce un instante muy placentero en la franja que transcurre entre el inicio de la maniobra del murciano y el momento en el que la pelota comienza a salir escupida de su cordaje: ¿Qué hará esta vez? ¿Adónde irá? ¿Qué inventará el chico, que a sus 19 años ya puede presumir de haber alcanzado los octavos en la...
No es día para virguerías porque el viento frío de Londres sopla con fuerza. Aun así, el aficionado de la Court 1 se frota las manos y saliva porque cada vez que Carlos Alcaraz arranca, esprinta, hace el apoyo y carga la derecha o el revés para golpear la bola (castigarla en su caso), se produce un instante muy placentero en la franja que transcurre entre el inicio de la maniobra del murciano y el momento en el que la pelota comienza a salir escupida de su cordaje: ¿Qué hará esta vez? ¿Adónde irá? ¿Qué inventará el chico, que a sus 19 años ya puede presumir de haber alcanzado los octavos en las tres superficies (hierba, tierra, cemento) antes que los mismísimos Nadal, Federer, Djokovic y también el prestigioso Andy Murray?
Ante esa tesitura, Oscar Otte, un alemán que en principio venía fuerte por eso de haber alcanzado las semifinales de Stuttgart y Halle en la fase preparatoria, no las ve venir. Cada vez que el español encuentra una posición medianamente franca, le entra un tembleque. No sabe hacia dónde salir, si arrancar a por la dejada o no, o si desplazarse hacia un costado a otro. El tenis imprevisible de su rival le deja clavado varias veces y lo que asomaba como un cruce teóricamente comprometido, o al menos delicado, queda reducido a otra tarde de rodaje, espectáculo y evolución: 6-3, 6-1 y 6-2, en 1h 38m. Ya fluye Alcaraz. Poco a poco empieza a cogerle el tranquillo a esto del verde y a disfrutar, y a entender que sobre el pasto la buena mecánica de movimientos vale tanto o más que el trallazo.
“Me he sorprendido a mí mismo por el nivel que he mostrado en tan poco tiempo. No venía con muchas expectativas, con pocas horas en pista, pero me veo muchísimo mejor”, afirma en la sala de conferencias; “estoy más cómodo. Ya sé cómo jugar, cómo moverme. Me siento ya como un jugador de hierba pese a haber jugado muy poco aquí”.
Después de salvar un duro estreno contra Jan-Lennard Struff y de dar el miércoles un salto adelante frente a Tallon Griekspoor, el murciano sigue afianzando el estirón y cogiéndole el punto a los requisitos de una superficie que exige un lenguaje completamente diferente. De entrada firma un break en blanco y a partir de ahí vuela. Otte duda una y otra vez, y sufre. El español lo cose a dejadas y si no, lo desborda por uno u otro pasillo. Los registros hablan claro todo: solo comete ocho errores, dibuja 37 golpes ganadores y únicamente cede cinco puntos (35/40) con el primer servicio; esculpe la victoria con seis roturas y al alemán, 36º del mundo, no le han quedado ni las migas.
“Es muy divertido verte”, le dice la entrevistadora a pie de pista. “Wimbledon te da una energía especial. Estoy intentando mejorar cada día y creo que en la cuarta ronda será otro jugador”, adelanta él, campeón esta temporada en Río, Miami, Barcelona y Madrid. Le recuerda la mujer que es el más joven en desembarcar en dicha escala desde que lo hiciera el australiano Bernard Tomic en 2011, con 18 años, y el español, noblote, sonríe y enseña dentadura antes de enfilar el vestuario y empezar a pensar ya en el duelo de mañana contra Jannik Sinner, otro joven valor (20 años, 13 del mundo) que participará en el baile de los éxitos a corto plazo; eso sí, ahora intentando recuperar el rumbo después de unos meses complicados.
“Somos amigos fuera de la pista. Es muy agresivo y todos sabemos el nivel que tiene”, remarca Alcaraz (19 años y 1 mes), que vuelve a dejar otra muesca de precocidad y adelanta en la toma de los octavos multisuperficie a Nadal (20 años), Federer (20), Murray (22) y, por un pelo, también a Djokovic (19 y 7 meses). “Creo que vamos a tener una gran rivalidad aquí. Este es el mejor partido que he jugado en hierba. Va a ser divertido y complicado. Quiero disfrutar y espero que vosotros [se dirige a los aficionados] también lo hagáis”, se despide mientras la grada inglesa vuelve a dedicarle otra gran ovación.
Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.