La continuidad está garantizada
Durante años mostré mi preocupación por el vacío que dejaría mi sobrino en nuestro deporte cuando se retirara. Ahora estoy convencido de que este hueco se llenará completamente
No por muy repetido es menos cierto. Pese a la nula repercusión real en la vida de la mayoría de los aficionados, el deporte nos hace vivir momentos sumamente especiales. Tiene la capacidad de elevarnos el ánimo y de hacernos sentir partícipes de las gestas de los jugadores que nos gustan o de los equipos que apoyamos.
La semana pasada, los aficionados del Real Madrid pudieron disfrutar de uno de esos momentos de euforia compartida. Su victoria agónica ante el Manchester City reafirmó ...
No por muy repetido es menos cierto. Pese a la nula repercusión real en la vida de la mayoría de los aficionados, el deporte nos hace vivir momentos sumamente especiales. Tiene la capacidad de elevarnos el ánimo y de hacernos sentir partícipes de las gestas de los jugadores que nos gustan o de los equipos que apoyamos.
La semana pasada, los aficionados del Real Madrid pudieron disfrutar de uno de esos momentos de euforia compartida. Su victoria agónica ante el Manchester City reafirmó el carácter combativo del equipo blanco, su fe inquebrantable en la victoria y ese espíritu de lucha necesario para alcanzar las metas que se propongan.
Estas mismas virtudes son las que hemos visto esta semana, en el Mutua Madrid Open, en el tenista Carlos Alcaraz, quien ha entusiasmado a los espectadores en cada uno de los partidos que ha disputado en la pista central de la Caja Mágica. El joven murciano, que de un tiempo a esta parte está en boca de todos los aficionados y los especialistas deportivos nacionales e internacionales, no ha hecho más que confirmar las altas expectativas que teníamos puestas en él.
Esta nueva victoria ante Alexander Zverev, en un partido que careció totalmente de historia, sigue prometiendo que más pronto que tarde Carlos se convertirá en el líder del circuito ATP. Ayer fue claramente superior a un rival que, apabullado por su juego, fue incapaz de ofrecer ninguna resistencia. El tenista alemán no dispuso de una sola bola de rotura en todo el partido y en poco más de una hora entregó la posibilidad de levantar la copa por segundo año consecutivo en Madrid. Es cierto que no tuvo uno de sus mejores días y que volvió a mostrarnos esta endeblez mental que no debería corresponderse a un jugador que ocupa el tercer puesto de la clasificación mundial. Pero también lo es que, hoy por hoy, no veo a ningún jugador de la llamada Next Gen que pueda hacer sombra al español.
Uno carece de mentalidad pertinaz, otro tiene problemas con el drive, alguno con el revés, otros con los torneos sobre tierra batida y casi todos con la continuidad y el espíritu de lucha. Por muy buenos tenistas que sean, y algunos lo son, creo que ninguno posee las características completas que aúna nuestro jugador. Físicamente es un portento, su determinación es envidiable y técnicamente no tiene lagunas. Si hace unos meses hablábamos de la potencia y la velocidad de su derecha, hoy día tenemos que mencionar su vertiginosa mejora en el revés, en el saque y en la volea.
Durante años mostré mi preocupación por el vacío que, probablemente, dejaría mi sobrino en nuestro deporte cuando se retirara. Ahora estoy convencido de que este hueco se llenará completamente. Sin duda, los aficionados españoles tenemos la continuidad asegurada y la oportunidad de seguir vibrando muchos años más con un tenista con suficiente capacidad para emular a los mejores.
Lástima que ayer no estuviera Manolo Santana sentado en la grada para enorgullecerse una vez más de ese camino e inspiración que él inició tanto tiempo atrás; y, como hizo tantas veces, para disfrutar como un aficionado más de esos momentos de alegría compartida que tanto valor dan al deporte.
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