Revelación de la altitud
‘La alta ruta’ (Periférica), de Maurice Chappaz, es la literatura de montaña análoga a la erótica
Es un instante. Una bocanada de aire que se adentra en los pulmones y llega hasta el alma. Un silencio que aparece. Una capacidad repentina para abstraerse de todo y rememorar, en décimas de segundo, el camino que se ha recorrido para llegar a la cima. Porque hasta ese momento en la mente había un único objetivo: hacer cumbre. Una vez arriba, justo después de dar el último paso ascendente, es la hora de regresar a uno mismo. De permitirse sentir cosas. De observar más allá de la ruta. De respirar para disfrutar. La escalada como ascetismo.
La alta ruta (Periférica) es el título d...
Es un instante. Una bocanada de aire que se adentra en los pulmones y llega hasta el alma. Un silencio que aparece. Una capacidad repentina para abstraerse de todo y rememorar, en décimas de segundo, el camino que se ha recorrido para llegar a la cima. Porque hasta ese momento en la mente había un único objetivo: hacer cumbre. Una vez arriba, justo después de dar el último paso ascendente, es la hora de regresar a uno mismo. De permitirse sentir cosas. De observar más allá de la ruta. De respirar para disfrutar. La escalada como ascetismo.
La alta ruta (Periférica) es el título del libro escrito por el suizo Maurice Chappaz. Hace referencia a la travesía alpina que une Chamonix, en Francia, y Zermatt, en Suiza. Alrededor de 120 kilómetros, con un desnivel de 6.000 metros, atravesando glaciares, que se han convertido en una ruta de culto de esquí de montaña. Chappaz hacía el trayecto de abril a junio. “Cuento las tormentas, la desaparición, los pasos de altura, lo absoluto del desierto nevado con el completo olvido del punto de partida, el vertiginoso círculo de las cimas blancas y todos los gestos del hombre en la pista del gran Norte al margen de nuestras ciudades superpobladas”, escribía. Su relato —literario, personal y sensorial— va recogiendo detalles del camino, digresiones inmediatas, lloros, miedos, recuerdos o anhelos. El hielo, “el virgen, el vivo, el feroz”. El sol de mediodía. Los geranios como figuras dignas de adoración. “Respiración, flexión, deseo”. Las avalanchas como sombra permanente. Todo es blanco. A excepción de las grietas. “Así voy, el verdadero descanso está en movimiento”. Los valles se difuminan y el cielo se enrarece. El alpinista a solas consigo mismo.
Un relato de contrastes. De la ansiedad a la quietud. De la excitación a la paz que se alcanza en los momentos en los que cuerpo y mente se conectan. La literatura de montaña análoga a la erótica. Un sinfín de preguntas. “¿Qué es la montaña? La nada”. Y una reflexión universal y transversal: “La única razón de las ascensiones y de los amores: la dialéctica del Me persigo y huyo de mí”.
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