Yo, Thibaut Courtois
El portero del Madrid, siempre dispuesto a la autoreivindicación, luce las mejores cifras de su carrera y de esta Champions
La escena se repite cada vez con más frecuencia: Thibaut Courtois deja, al menos, una o dos paradas clave por partido, el Madrid gana y, al terminar, el belga recuerda ante los micrófonos su influencia en el resultado. En Vallecas, el pasado sábado, se vivió el último episodio de este proceso: sacó tres balones decisivos, Vinicius y Benzema aparecieron solo una vez para sentenciar al Rayo, y en medio de la alegría blanca el meta advirtió de que mantener la portería cerrada había sido determinant...
La escena se repite cada vez con más frecuencia: Thibaut Courtois deja, al menos, una o dos paradas clave por partido, el Madrid gana y, al terminar, el belga recuerda ante los micrófonos su influencia en el resultado. En Vallecas, el pasado sábado, se vivió el último episodio de este proceso: sacó tres balones decisivos, Vinicius y Benzema aparecieron solo una vez para sentenciar al Rayo, y en medio de la alegría blanca el meta advirtió de que mantener la portería cerrada había sido determinante y comentó con gusto sus tres intervenciones. “La primera (a Mario Suárez en un córner) es una parada de verdad, reflejo puro, la más difícil. Las otras dos (a Trejo y Álvaro García) son de hacerse grande. Si justo un minuto después metes un gol, es top”, apuntó. Curiosamente, esta vez Carlo Ancelotti calificó de “error” adjudicarle el triunfo a él.
El análisis del italiano, en todo caso, no alteró la rutina del arquero de 29 años: rendimiento máximo y reivindicación pública, el círculo feliz en el que vive atrapado Courtois, fiable en las vacas gordas del Madrid (hasta la Supercopa) y en las regulares (el último mes). La producción arriba no ha sido tan abundante desde mediados de enero, pero él sigue apretando igual de bien sus tornillos.
En lo que va de curso, su porcentaje de acierto bajo palos es el mejor de su carrera (79,3%, casi tres puntos por encima de su anterior tope, en la 2019/20), en esta Champions nadie le supera (87,8%, más de cuatro puntos por delante de Donnarumma) y, si se tienen en cuenta todas las competiciones, entre todos sus colegas de Primera solo se le acerca el sevillista Bono (77,6%). Mientras, para encontrar a sus grandes competidores por el trono español, Oblak y Ter Stegen, hay que descender a la cola del vagón: último el atlético y cuarto peor el azulgrana. A Courtois le acompañan los números fríos, las sensaciones calientes y el discurso.
“Su mayor cualidad es la confianza, algo que no se puede entrenar”, ha destacado en alguna ocasión su padre, Thierry. De sangre fría, como él se reconoce, los que tuvieron cerca a Courtois en sus primeros días en Valdebebas, en 2018, ya vieron en él a un tipo “listo y con mucha personalidad”. “Cayó bien en el vestuario pese a que compartía puesto con el portero de las tres Champions seguidas [Keylor Navas]. Tenía claro adónde venía y no puso problemas de convivencia”, afirma un empleado del club de aquellos tiempos con acceso a la caseta. Sus inicios, eso sí, resultaron complicados y no fue hasta su segunda campaña, ya sin la compañía del costarricense, cuando pudo despegar el vuelo. “Igual no estaba en su mejor momento emocional, pero desprendía mucha seguridad”, indica esta misma fuente.
Tenis, golf y portería
Autoconfianza, carácter fuerte y conocimiento de su mente, características de las que también se percataron quienes lo siguieron de cerca en el Chelsea (2014-2018), club del que se fue ante el enfado de la clientela local tras no presentarse a varios entrenamientos para forzar su salida al Madrid, que pagó 35 millones por su fichaje.
Si en el Bernabéu se encontró con Navas, aún en plena madurez y con un pasado de oro pero sin el apoyo institucional que sí recibió el belga, en Londres se las vio con un mito ya de salida, Petr Cech. Con el checo, eso sí, todo fue bien, aseguró en su momento, algo que no le había ocurrido durante su cesión en el Atlético (2011-14). “Los suplentes no siempre me hablaban. No eran celos, sino más frustración, pero significaba que no nos llevábamos bien”, soltó en una entrevista en The Guardian. Ahora, cerca de cumplir los 30, ninguna de estas interferencias se encuentra en su día a día. Su segundo (Lunin) apenas ha disputado tres partidos en dos años y a menudo es promocionado por el club para dar su versión de los hechos y de sus paradas, con frecuencia decisivas.
Hijo de jugadores de voleibol, el belga admite que una parte de su repertorio y de su capacidad para llegar abajo con dos metros de altura se lo debe a este deporte que tanto practicó de pequeño. En la comida previa a cada duelo, le llevan un vídeo del rival que pone en común con su entrenador, Luis Llopis. Una charla de la que salió el penalti que le pilló a Messi en París. “Había fallado tres a la derecha”, comentó al terminar ese encuentro en su habitual intervención ante la prensa. Y ahí se lo cazó, el tercero seguido que atajaba. De los últimos 33 remates recibidos en Champions, ha parado 30.
Probablemente, no hay en la plantilla del Madrid este curso nadie con su puntualidad. Y él saca pecho. “Tenis, golf y portería son las tres disciplinas con más exigencia mental en el deporte”, subraya Javier López Vallejo, exmeta de Osasuna, Villarreal y Zaragoza, y psicólogo de la federación. Una demanda a la que Courtois responde sin problemas, deteniendo y luego sacando pecho.
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