Las ‘vacaciones’ inglesas de Kyrgios

El australiano, uno de los jugadores más reclamados por el aficionado londinense, progresa pese a haber jugado solo seis partidos antes de llegar al torneo y a no competir desde febrero: “Amo a Wimbledon”

Kyrgios, durante un partido en la pista central de Wimbledon.Alberto Pezzali (AP)
Madrid -

Más allá de su Canberra natal y de Bahamas, el paraíso en el que reside, según la ficha oficial de la ATP, no hay mejor lugar en el mundo para Nick Kyrgios que Wimbledon. El australiano, el tenista más polémico de los últimos tiempos, disfruta como pocos de la hierba, el club y la estancia en el grande británico. “Y el The Dog & Fox, baby”, le recuerda a un periodista en referenci...

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Más allá de su Canberra natal y de Bahamas, el paraíso en el que reside, según la ficha oficial de la ATP, no hay mejor lugar en el mundo para Nick Kyrgios que Wimbledon. El australiano, el tenista más polémico de los últimos tiempos, disfruta como pocos de la hierba, el club y la estancia en el grande británico. “Y el The Dog & Fox, baby”, le recuerda a un periodista en referencia al pub en el que suele despejarse por las noches, también los días previos a los partidos. “Amo Wimbledon, su olor. Siento que tengo mucho que ofrecerle a este torneo”, dice. Y por eso esta de vuelta. Cinco meses después, Kyrgios vuelve a pisar una pista y a exponer su particular forma de ver las cosas.

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“No, no todo el mundo puede ser Federer o Djokovic, que inspiran a millones de personas. Son como dioses. Debes tener a personas identificables, que atraigan a los aficionados, y a otras personas simplemente normales. Yo soy una de ellas. No todo el mundo puede ser Federer, Djokovic o Nadal. Soy Nick Kyrgios. Sé quién soy”, prosigue el australiano de 26 años, ausente de la competición desde que cayera contra Dominic Thiem el pasado 12 de febrero en la tercera ronda del Open de Australia. Desde entonces, ni un solo partido y más bien poco entrenamiento. Sin embargo, conforme se acercó Wimbledon dejó el mando de la Play, se levantó del sofá y cogió un vuelo a Londres.

Contaba el martes, después de resolver a cinco sets su estreno contra Hugo Humbert, que llegó solo cuatro días antes del comienzo del torneo, y que no le preocupa en absoluta la inactividad de los últimos cuatro meses, que se añade a los 10 que estuvo parado el curso pasado porque decidió no competir a razón del estallido de la pandemia. “Creo que puedo superar al 50% del cuadro masculino sobre esta superficie, sin demasiada preparación”, dijo tan bravucón como convencido; “mucha gente me dice que no tengo opciones, que no tiene sentido que haya venido sin prepararme, pero conozco el juego, sé cómo se juega aquí, y si mentalmente me siento bien, creo que soy capaz de hacerlo”.

Asegura Kyrgios que no teme a nadie, que juega al tenis desde los siete años y que una semana más o menos de entrenamientos no va a cambiar nada. “Voy a salir ahí y jugar bien, sacar bien, simplemente competir. No me importa lo que digan por ahí; me he preparado como me he preparado, y funcionó”, agregó después de batir a Humbert (25º de la ATP) y citarse con Gianluca Mager, al que también rindió en el que supuso su octavo partido de la temporada, el 17º en los dos últimos años. Ahora le aguarda un cruce con el canadiense Felix-Augger Aliassime, que afronta a lomos del favor del público inglés, a su lado siempre independientemente de sus actitudes y sus salidas de tono porque disfrutan con sus golpes y sus detalles técnicos, que en 2014 le llevaron a derrotar a Rafael Nadal en los octavos.

Completó entonces su recorrido más meritorio en un Grand Slam, junto a los cuartos que firmó en Melbourne al curso siguiente. Después, ya se sabe, todo tipo de líos y estridencias, y un talento descomunal desaprovechado. O no. “Tío, yo compito todos los días”, le explicaba a un periodista esta semana. “Compito cuando juego a las damas, compito cuando juego al Call of Duty (un videojuego), compito cuando juego al baloncesto. Me emociono con todo lo que hago, y mis amigos pueden dar fe de ello”, esgrime; “disfruto saliendo ahí fuera, a la pista. Y la gente me lo agradece: ‘gracias por entretenerme, Nick’. Y yo: ‘lo hago lo mejor que puedo’. Así que continuaré haciéndolo. Intento ofrecer un show y hacer cosas distintas, por eso mucha gente quiere que juegue. Para mí Wimbledon son unas vacaciones”.

Preguntado sobre por qué decidió frenar en seco, pese a que el año pasado el circuito reanudó la actividad en agosto y este el calendario ha transcurrido con normalidad, el australiano –inmerso en la competición del dobles mixto, junto a Venus Williams– dice que no quiere estar entrando y saliendo de las burbujas, pero en Wimbledon ha hecho una excepción. “Por eso me he traído a mi novia y a mi mejor amigo, a dos personas de confianza. A los que están en las burbujas, los felicito por su esfuerzo. Les apoyo, aman el deporte”, sigue. “Para tener buenos resultados en la burbuja, semana tras semana, debes ser muy resiliente y no es fácil. Ayer [por el miércoles] llegué a las doce aquí, calenté, estuve todo el día aquí y regresé a la una al hotel. Desperté, y volví de nuevo aquí. No es fácil...”.

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