Tsitsipas, un candidato en toda regla

El griego resuelve un nudo contra Zverev (6-3, 6-3, 4-6, 4-6 y 6-3) e irrumpirá en su primera final de un grande como el tenista más regular del curso y el que más triunfos ha logrado en la gira sobre tierra

Tsitsipas volea de forma acrobática durante el partido contra Zverev en la Philippe Chatrier.Christophe Ena (AP)

Tras un arranque de película, Stefanos Tsitsipas sufre un colapso de una hora que le empuja hacia el precipicio hasta que por fin, recto de nuevo, repuesto de un par de golpes con sello alemán, enfila el camino adecuado y derriba definitivamente en la Chatrier a Alexander Zverev por 6-3, 6-3, 4-6, 4-6 y 6-3, en 3h 36m. Es decir, aguarda ya el duelo del domingo (15.00) con el serbio Novak Djokovic –verdugo de Rafael Nadal– y redimensiona una c...

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Tras un arranque de película, Stefanos Tsitsipas sufre un colapso de una hora que le empuja hacia el precipicio hasta que por fin, recto de nuevo, repuesto de un par de golpes con sello alemán, enfila el camino adecuado y derriba definitivamente en la Chatrier a Alexander Zverev por 6-3, 6-3, 4-6, 4-6 y 6-3, en 3h 36m. Es decir, aguarda ya el duelo del domingo (15.00) con el serbio Novak Djokovic –verdugo de Rafael Nadal– y redimensiona una carrera que va cogiendo cuerpo. Señora amenaza la del griego. Camino de los 23 años y tenísticamente cada vez más sazonado, disputará su primera final de un grande y se postula al título con hambre y buenísimos argumentos.

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Tras unos tiempos de despiste –demasiadas horas atrapado en las redes sociales– y desmarcándose poco a poco de ese chico que irrumpió como un rayo y se atrapó luego él solito, de vaivén en vaivén y de arriba abajo –pecado de tantas y tantas promesas de ahora–, Tsitsipas viene ofreciendo señales luminosas desde el comienzo de la temporada; año, quizá, que pueda marcar un punto de inflexión para él. Tenista de fogonazos, brillante por momentos y desconcertante en otros, en su trazado hacia la madurez ha descubierto este curso el soporte de la regularidad: para viajar hacia donde pretende, no hay mejor vía que el día a día, el torneo a torneo.

“Mi ego me dice que quiero más”, exponía esta semana, analizando un crecimiento que se plasma en su recorrido por esta gira de tierra batida: es el jugador que más partidos ha ganado sobre arena –22 victorias, por 21 de Novak Djokovic y 19 de Rafael Nadal– y el que mejor rendimiento ha ofrecido en este 2021; así lo define la race anual, termómetro de la constancia, encabezando el listado por delante de Nole y el propio Zverev. Aterrizó en el Bois de Boulogne cargado de razones y a excepción del lapsus contra el gigantón, bien resuelto al final, ha ejercido con mano firme y el temple exigido a los potenciales ganadores.

Lo tuvo para solucionar el brete de las semifinales, en las que firmó un arranque devastador y después, agarrotado por la tensión durante una hora, cedió espacio a Zverev. No obstante, supo reaccionar. Se liberó. Otra señal de progresión. En la manga definitiva logró el break decisivo y pese a que el chico lograse abortar cuatro puntos de partido, apuntilló. El próximo lunes será, pues, la cuarta mejor raqueta del mundo –hoy día luce quinto– y con el triunfo de este viernes se convierte en el finalista más joven de un Grand Slam (22 años y 305 días) desde que el escocés Andy Murray (22/261) accediera a la del Open de Australia en 2010; es también el más precoz en una de París desde que Nadal batiera a Roger Federer con 22 años y 5 días en la de 2008.

Antes de abatir a Zverev, estos días ha ido dejando a sus espaldas a Jérémy Chardy, Pedro Martínez, John Isner, Pablo Carreño y Daniil Medvedev. Apenas un achuchón contra el tercero; el resto un paseo lineal, sin magulladuras. Llegó al grande francés apoyado sobre cimientos sólidos, con los trofeos de Montecarlo (su primer Masters 1000) y Lyon bajo el brazo, y con un órdago a Nadal en la final del Godó que estuvo a un tris de concederle un tercer premio. Cada vez más centrado, siempre ambicioso, apunta a su primer majorel Masters de 2019 es su laurel más preciado– tras no haber podido sortear la barrera de las semifinales del año pasado, y de haber alcanzado también la penúltima ronda de Australia dos veces.

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